El sábado 8 el gobernador Omar Perotti grabó un mensaje en el que anunció la buena noticia de que el lunes siguiente volverían las clases presenciales en las escuelas primarias. A su lado sentó a la ministra de Salud Sonia Martorano para que diera las malas noticias: para “compensar” debían cerrar gimnasios, clubes y canchas de fútbol 5. La puesta en escena expresaba cabalmente el resultado de las intensas negociaciones que ambos habían mantenido hasta pasadas las 22 de la noche anterior. El gobernador “necesitaba” abrir las escuelas en Rosario y San Lorenzo y para eso había conseguido 33 respiradores nacionales en la semana, lo que permitía, según un cálculo estrictamente matemático, que de pronto tenía 33 camas críticas libres. “De nada nos serviría si esta ampliación de camas que hemos conseguido, la completamos durante una semana”, dijo esa mañana. Los voceros de salud le habían adelantado que eso era exactamente lo que iba a ocurrir, no por adivinos, sino porque las proyecciones mostraban de forma indubitable que la tendencia no sólo no bajaría si no que se venía lo peor de la pandemia, semanas hipercríticas, con más contagios y mayor tiempo de ocupación de camas. Y así fue.
Al fin de semana siguiente se llegó al 100% de ocupación y el lunes el gobernador se vio obligado a meter reversa en todo, impuso restricciones de urgencia y dio de baja la presencialidad escolar anunciada como el gran logro de gestión. A eso se agregó que tres días después, es decir el jueves a la noche, Nación lanzó medidas más restrictivas aún. En definitiva, Santa Fe entró en una espiral de marchas y contramarchas que confundieron, consumieron credibilidad y resultaron inútiles de tan efímeras. Todo en las dos peores semanas desde el inicio de la pandemia.
A eso se sumó que el gobierno mantuvo la línea de que el gobernador no comunique malas noticias, a pesar de ser medidas de enorme impacto en la vida de los santafesinos, hábitos, escolaridad y circulación. El gobernador fue reemplazado por la distribución en la prensa de una serie de PDFs que contenían placas gráficas con las restricciones; y luego una segunda serie con el decreto, dejando en el aire la sensación de que la letra final de éste estuvo sujeto a las repercusiones de las primeras. Un colega lo escribió de un modo ocurrente pero preciso: “Fiesta provincial del PDF”.
En ese aspecto Pablo Javkin marcó una diferencia. Asumió la comunicación de las restricciones y respondió preguntas de la prensa. También en su caso los equipos de salud le venían informando hacía dónde se iba y pidiendo que gestionara restricciones. Si bien con menos margen de resolución que un gobernador, el intendente siguió la línea de Perotti y así ambos se enredaron en el maniqueo juego que propuso Juntos por el Cambio de mantener la escolaridad a toda costa.
¿No es más claro explicar que se hará todo lo posible para mantener la presencialidad escolar porque es muy importante, pero que más importante son las vidas, y que en lo que resta del año habrá momentos de presencialidad y momentos de virtualidad?
Eso sí, para que eso ocurra tras un año y medio de pandemia, Educación de la provincia debería tener protocolizado y agilizado este pasaje entre uno y otro sistema porque se va a seguir utilizando. Otro tanto con los dispositivos territoriales que ya se usaron para asistir a los alumnos que quedan afuera. Se entiende que se hayan cerrado las escuelas para evitar la circulación de más de 60 mil docentes y miles de porteros; no se entiende que se haya impedido la virtualidad que los docentes durante un año llevaron adelante desde sus hogares. Excepto que la inclusión de la no virtualidad en la resolución del Ministerio haya obedecido al inconducente objetivo de que “los periodistas les pregunten a los diputados de la oposición qué pasa con la ley de conectividad”, como dijo la ministra Cantero.
El contexto
Para que no quede una injusta idea de que todo es cuestión de voluntad y sencillo, un párrafo sobre el contexto en el que deben tomarse decisiones que más que decisiones son dilemas.
La transformación de los lazos de pertenencia comunitaria en la sociedad posmoderna resulta más complejo en casos como el de Argentina, donde los dispositivos institucionales clásicos retroceden en la consideración pública, pero el sentimiento de frustración (individual y comunitaria) a causa de la precariedad social y económica es más profundo. En el actual contexto de crisis e incertidumbre, el sistema de toma de decisiones se vuelve más inestable y su recepción menos previsible.
La hora manda explicar, dar la cara, estar al frente de la crisis. Tampoco es momento de dar la batalla semántica sobre cómo nombramos el drama sin igual que ocurre puertas adentro de hospitales y sanatorios. Es hora de seguir adelante con la convicción de lo que hay que hacer. Es mucho lo que se hizo y mucho lo que falta por hacer. Es injusto pedir que no haya contradicciones en este contexto, pero es justo pedir coherencia y valor. Nadie demanda un suicidio político cuando se sabe que los márgenes de acción son acotados, simplemente liderar la gestión de la crisis. Merkel, Jhonson, Macron mordieron el polvo de la desaprobación pero allí siguen dando batalla. Para los que gusten del cine en estos días de confinamiento, muy interesante el recorrido que hace el film Las Horas más oscuras sobre el liderazgo de Winston Churchill en los momentos más aciagos de la Inglaterra acorralada por Hitler.
Falta bastante por recorrer en la Argentina de la pandemia. Lo urgente es descomprimir el sistema de salud y encaminar la vacunación. Dependemos de que los rusos aceleren la producción de las 12.964.280 que nos adeudan; y que la muy prestigiosa pero incumplidora AstraZeneca envíe las 22.429.842 vacunas que nos vendió y por las que ya cobró 53 de los 89.719.368 dólares (este sábado a última hora se anunció la llegada del primer millón).
Poder y juego político
En ese sentido, más allá de los errores y contradicciones que se le señalen al gobierno, hay que reconocerle al presidente Alberto Fernández que tuvo la mirada más clara sobre lo que se venía y que buscó anticiparse con la reducción de las tres C: Circulación, Contacto, Contagios. Se dirá que un líder, además de tener razón tiene que reunir el consenso necesario para poder obrar en consecuencia, tarea que se dificulta en momentos que la imagen del gobierno está golpeada.
Lo que el presidente no consiguió semanas atrás, ahora lo hizo el colapso sanitario. Ciudad de Buenos Aires y los gobernadores propios que con más o menos discreción se habían desmarcado, adhirieron al confinamiento ahora que los tapó el agua. Argentina debería poder superar sus históricos problemas de organización. Y eso no depende exclusivamente de un gobierno o de un líder opositor.
“Todos prefieren transitar por el sendero de la comodidad política, uno privilegiaría dirigentes con una mirada capaz de anticipar un par de jugadas”, reflexionó un dirigente nacional del oficialismo en relación a ese retaceo de los mandatarios provinciales. No lo ve como algo dramático, sino propio de la lógica de la política: cuando las cosas están bien todos se arriman; cuando no, toman prudencial distancia.
Por eso vale la pena destacar el debut de Mónica Fein como presidenta del Partido Socialista para comunicar que “en el momento más complejo de la pandemia, respaldamos las medidas anunciadas por el presidente @alferdez para los próximos días”. El PS y Fein podrían haberse quedado en silencio; hubiera sido la recomendación de los patrulladores de redes sociales teniendo en cuenta las desaprobaciones y descalificaciones mayoritarias que cosecharon en los comentarios. La política no puede reducirse a la especulación eterna.
Distinto al juego de los gobernadores oficialistas es el caso de Horacio Rodríguez Larreta. Sus expectativas políticas y su rol de referente de la oposición lo obligan a diferenciarse y tensionar con el gobierno –el Frente de Todos suele facilitarle el trabajo–. De todos modos hay que decir que al final llegó al mismo resultado que el resto: adhiriendo al DNU presidencial, restringiendo la circulación y cerrando escuelas. Sobreactuar la recuperación de tres días presenciales para diciembre cuando ni siquiera se sabe qué ocurrirá dentro de un mes es el mismo pan y circo que se critica, pero para otro sector social.
Lo que no hay dudas es que, sobreactuada o no su postura, más o menos atendible según quien lo mire, Rodríguez Larreta tiene discurso y un objetivo que no pierde de vista, ni siquiera cuando crecen los contagios en las escuelas. En Santa Fe pareciera no haber rumbo. Alguna vez hubo que esperar hasta las 10 de la noche de un domingo para conocer si esa semana habría clases o no; y en esta oportunidad se canceló el dictado de clases virtual el viernes a la tarde y se repuso el sábado por la repercusión negativa que tuvo. De nada sirve mandar funcionarios de menor rango a explicar que no se canceló lo que se canceló, máxime cuando desde los equipos de conducción del Ministerio se filtró un audio de la propia ministra justificando la decisión de no dar clases virtuales.
Carne santafesina
Fuera ya de la pandemia, esta semana el gobernador tomó distancia del gobierno nacional por la suspensión de 30 días en la exportación de carnes, medida con la que el gobierno nacional pateó el hormiguero para hacer reaccionar al sector, porque si bien quiere exportar y necesita las divisas que genera, el problema en las carnicerías existe, priva al consumidor local y empuja la inflación.
Perotti y el cordobés Schiaretti se pronunciaron en tandem contra la medida. El rechazo sin ambigüedades tiene razón de ser en la apreciable cantidad de rodeos, empleos y frigoríficos que están en juego, pero también tuvo un componente de enojo. Al menos al santafesino le molestó haberse enterado por los medios del cierre de la exportación.
Más allá de que en Buenos Aires admiten el motivo del enojo –no está claro si la omisión fue involuntaria o adrede–, parece que despertó recelo y se tomó nota –en la Casa Rosada seguro, tal vez también en la presidencia del Senado– de lo que consideran la “sobreactuación” del senador Roberto Mirabella, principal operador político del gobernador y aspirante a la bendición de Alberto y Cristina para formar parte de la lista de candidatos a senador nacional por el Frente de Todos. ¿Qué podría sumar el rafaelino al contundente posicionamiento de los gobernadores de Santa Fe y Córdoba que no sea desgaste para el gobierno nacional?