Tres mundos diversos, tres realidades disimiles. El viejo Willie Dixon volvió a ofrecer su rock and roll. Juan Monteverde y su gente desataron una alegría que vinieron construyendo día a día, barrio a barrio. A doscientos metros, la versión "Muchachos" de Sukerman y los suyos se fue apagando con el correr de la noche. Un poco más allá, el chill out en el lujoso búnker de Lewandowski, sus luces blancas y su alfombra interminable, conformaron un vacío que se hizo sentir.
"Ganamos, ganamos". Se escuchaban los gritos en los balcones de la Sala de las Artes. La gran victoria de Monteverde sobre Sukerman se empezó a palpar cerca de las 21.30 cuando la app de Ciudad Futura trajo la primera tendencia positiva y cuando trascendió que su rival había reconocido la derrota.
En el Centro Cultural Gûemes, a dos cuadras de ahí, lo negaban rotundamente. Todavía daban pelea. De todos modos, el clima decía lo contrario. Un tenue movimiento cerca del escenario, un puñado de personas y la prensa en una pecera alta, que buscaba las respuestas que se hacían esperar.
En el Ross Tower, a su vez, una voz hablaba sin querer decir demasiado: "La ciudadanía eligió, por un lado, a Pullaro y por el otro a nosotros. Pullaro es el candidato de la oposición, nosotros los candidatos de Juntos Avancemos", dijo Lewandowski evitando decir "del oficialismo". No hubo militancia peronista, ni gremios.
Monteverde, uno de los grandes ganadores de la jornada, llegó a su búnker antes que la prensa. Casi nadie lo vio entrar. Solo una bandera argentina miraba hacia el escenario y algunos de los militantes que más tarde le aportarían calor a la noche. Ya sonaban: La Renga, Los Redondos, Callejeros y muchos más. Poco después, a las 18.20, llegó su precandidato a gobernador, el Edu Toniolli.
Tuvo buena compañía. Desde temprano, Caren Tepp y Lucila De Ponti y el candidato al Concejo de Rosario Sin Miedo, Mariano Romero, dueño de las más fuertes ovaciones de la noche.
También se sumaron representantes gremiales como Sonia Alesso y Martín Lucero; dirigentes del Movimiento Evita, como el Chino Fernando Rosúa, José "Pepe" Berra y Gerardo Ricco y hasta el "Chino" Fernando Navarro, histórico dirigente a nivel nacional.
"Dentro del camarín no se hablaba de números", contaron algunos. Otros hablaban entre dientes para que no se molesten los referentes. Pero las buenas noticias llegaban y nadie las podía ocultar.
"En el Güemes falta que pongan un tango", contó un periodista que caminó los doscientos metros que separaban al búnker de Sukerman y al de Monteverde.
También lo podrían haber puesto en Mitre al 200. Allí la cosa terminaría pronto. Lewandowski reconoció la derrota a manos de Pullaro, aunque no competían directamente en esta Paso, y su victoria ante Toniolli para ponerle fin a la cuestión: "Mañana empieza otra campaña. La vamos a pelear porque en nuestra esencia está en pelearla. El 10 de septiembre será la final".
Consultado sobre el apoyo del presidente Alberto Fernández, de su vice Cristian Kirchner o del candidato Sergio Massa, declaró: "No tuve contactos ni en campaña ni ahora".
A las 22.30 llegó Lisandro Cavatorta, que era de los más votados en su categoría rumbo al Senado. A las 22.50 ya no había nadie. El escenario empezó a desmontarse.
Se preparaba una fiesta en el viejo Dixon. Las banderas de los militantes; todos jóvenes, la mayoría de barrios populares, comenzaron a llenar el espacio y disfrutar una victoria que sintieron muy suya.
En el Güemes la suerte estaba echada: "Me parece que hay que tener en claro la realidad, los votos son contundentes a la hora de contarlos. Analizaremos más en detalle qué fue lo que pasó, pero está claro que lo que generó Monteverde es una opción de renovación para la ciudad”, señaló Sukerman.
A diez minutos del nuevo día, el hombre que había llegado antes que nadie se mostró por primera vez. Primero salió Toniolli para reconocer la derrota ante su rival en su interna: "Vamos a acompañar al compañero Marcelo Lewandowski"
Toniolli ahora sí, presentó a Monteverde. El dueño de la noche en la Sala de las Artes contó que Sukerman lo llamó para reconocer su derrota. "La primaria que logramos hacer con Roberto fue un ejemplo, no hubo una sola agresión, no hubo una sola descalificación", destacó, desmarcándose de las campañas de la oposición, principalmente las que protagonizaron Maximiliano Pullaro y Carolina Losada. Y agregó: "En Rosario hay una sola grieta, las mafias contra la gente honesta".
Finalmente, antes desatar el rock contenido en esos cuerpos jóvenes, presuntamente más cercanos a ritmos urbanos de estos tiempos que a los de los 80, Monteverde sacó a relucir todo su orgullo: "Vamos a un escenario inédito. Solo habrá dos candidatos: Javkin y nosotros".
Todavía faltaba el toque final, el que permitió desatar la locura en ese viejo templo del rock: "Para tener una Rosario sin miedo necesitamos políticos sin miedo. Y a lo largo de la historia hemos demostrado que coraje no nos falta".
"Poder jugar en otro juego es lo que imagino, donde la gente de mierda esté muerta y los buenos, vivos, quiero que sea este el lugar, pero convertido", sonó Callejeros cuando Monteverde levantó por última vez a sus seguidores.