Las historias de ficción sobre hipotéticas sociedades del futuro suelen ser subestimadas respecto de la literatura “realista”, como si la ficción les quitara asidero. Sin embargo, la literatura de ficción mostró, en algunas ocasiones, cómo algunos escenarios que parecían descabellados o inverosímiles en el pasado, encontraron correlato en la crónica diaria, varias décadas después.
En el libro “Diario de la guerra del cerdo” –la cuarta novela de Adolfo Bioy Casares, publicada en 1969 (hace 55 años) y llevada al cine por Leopoldo Torre Nilsson, en 1975– se describe una semana de implacable lucha en Buenos Aires, contada día a día. Su protagonista es Isidoro Vidal, a quien llaman “Don Isidro”, un jubilado que un día descubre que los jóvenes han decidido comenzar a atacar y matar a los viejos.
En esa novela, los jóvenes de Buenos Aires asesinan ancianos, y justifican sus acciones en algunos datos económicos y poblacionales y en una marcada base de prejuicios. Hay una frase que sintetiza la ideología subyacente en el libro: “En esta guerra, los chicos matan por odio al viejo que van a ser”.
Pero la ficción, en ocasiones, se hace realidad con una crudeza sorprendente y mucho antes de Los Simpson y sus "predicciones" sociales y políticas, “Diario de la guerra del cerdo” se anticipó a un fenómeno anti vejez que hoy encarnan no sólo personajes de ficción, sino también funcionarios, legisladores y dirigentes políticos, con capacidad de decisión sobre la calidad de vida de la población.
No hay gente para trabajar y mantener a toda la gente que se jubila. Necesitamos más gente como Adorni que mate jubilados (diputada Lilia Lemoine sic).
Hace unos meses, previo a las elecciones presidenciales, la diputada Lilia Lemoine (LLA) decía: “No hay gente para trabajar y mantener a toda la gente que se jubila. Necesitamos más gente como Adorni (Manuel, quien entonces desfilaba por los canales de televisión como consultor económico y aún no había asumido como vocero del gobierno nacional) que mate jubilados”. El video de la influencer se viralizó rápidamente.
El coronavirus importado de China puede ser la solución al déficit en el sistema previsional argentino. Ojo al piojo!
En esa misma línea, durante el transcurso de la pandemia –frente a la cual las personas mayores presentaban un riesgo mayor– según denunció el diputado Leandro Busatto (FV), el empresario gastronómico hoy designado al frente del Pami Rosario, Guido Orlandi, publicaba en X (ex twitter): “El coronavirus importado de China puede ser la solución al déficit en el sistema previsional argentino. Ojo al piojo!”.
¿Qué lugar ocupan las personas mayores en Argentina?
El pasado 9 de enero, Isolina Dabove, investigadora del Conicet y asesora integrante del Observatorio de Derechos Humanos de la UNRC, afirmó que las medidas que impulsa el presidente Milei agravian las leyes nacionales y tratados internacionales sobre el derecho a la vejez.
En ese contexto, en diálogo con Rosario3, Ricardo Iacub, doctor en psicología (UBA), investigador especializado en psicología de la vejez, analizó el impacto en los adultos mayores, tanto de las medidas económicas del nuevo gobierno, como de las afirmaciones de referentes políticos que, al parecer, y por sus dichos, ven en la longevidad de las personas, un obstáculo al desarrollo del país.
“Creo que esto que está pasando rebasa la cuestión de la vejez. Es La guerra del cerdo, la guerra del que tiene más fuerza y puede dejar afuera al que tiene menos, al que no puede sindicalizarse o no tiene la capacidad para poder exigir lo que se merece”, afirma Iacub y menciona algunos diálogos con sus pacientes, personas mayores que no están en mala situación económica, pero viven de sus jubilaciones y están atravesando una incertidumbre total, al ver que a los jubilados no se les garantiza nada, que no hay política de Estado, que no hay nada que dé continuidad a una fórmula de pago. Es algo que también el gobierno anterior hizo cuando asumió: eliminar la fórmula de actualización de haberes.
De repente, cuando no hay plata, se les saca a los jubilados lo que los jubilados aportaron.
“Es decir: los jubilados se están convirtiendo en la variable de cambio del capitalismo, en vez de tratar de armar un sistema más equitativo que nos garantice más solidariamente el futuro. No se trata de gente que no hizo nada, que no trabajó; no estamos hablando de los otros, sino de nosotros mismos. No podemos ser tan suicidas de pensar que en nuestro futuro no nos va a pasar lo mismo que está pasando ahora. Están utilizando la plata de la Ansés. De repente, cuando no hay plata, se les saca a los jubilados lo que los jubilados aportaron”, expresó.
En vez de eliminar a los viejos hay que repartir distinto.
"Hay varios legisladores de distintos grupos que están reclamando por esto. Desde lo que pasó con Mauricio Macri, cuando su gobierno también intentó cambiar la fórmula, hay una mayor conciencia de los derechos de las personas mayores a recibir una jubilación digna; pero al mismo tiempo, la caja de Ansés sigue siendo el gran botín que se disputan todos cuando no hay plata. En vez de eliminar a los viejos hay que repartir distinto. Quizás el capitalismo está encontrando un punto de falla en lo que fue una construcción del siglo XIX, cuando había mucha gente activa. El tema es que este gobierno todo lo ve como socialismo y como una cruzada contra el comunismo. Parece un macartismo renovado en el que todas estas cosas se asocian con locuras de la izquierda".
El investigador explica que si el sistema jubilatorio no se privatizó en ningún lugar del mundo, es porque da lugar a robos y estafas y sólo una institución que tenga el cuidado que debería tener un Estado, es la que puede cuidar el fondo de los aportes de millones de personas que a lo largo de su vida ahorraron. "Es decir que nos están robando los ahorros de todos. Un fondo de garantía sirve para darle respaldo a nuestros ahorros, entonces cuando la gente habla tan livianamente de que hay que sacar plata de donde sea, tenemos que pensar que le puede pasar a nuestros propios padres o a nosotros mismos. Hay que pensar en un sistema solidario porque aunque ahora no nos esté faltando, en algún momento vamos a necesitar de ese fondo".
Si no hay plata y la gente tiene que empezar a restringirse en lo cotidiano, en la comida, es difícil pensar en un cambio cultural.
"También parecería, escuchando algunas declaraciones –agrega– que las necesidades de los viejos son menos importantes que las necesidades de los jóvenes, cuando uno ve en gran parte del mundo –Europa o Estados Unidos– cómo las personas mayores tienen la posibilidad de viajar, de salir y moverse, porque tienen plata. Nosotros podemos hablar mucho de los cambios culturales, pero si no hay plata y la gente tiene que empezar a restringirse en cotidiano, en la comida, es difícil pensar en un cambio cultural".
Le estamos quitando las alas a la gente, en un momento de su vida en que no puede encontrar otra alternativa laboral.
Iacub señala que aun entre jubilados de clase media y media alta, la mayoría ya empezó a plantearse: "¿De dónde nos achicamos?"; porque esa persona, a diferencia de alguien joven que puede hacer una hora extra o puede conseguir un trabajo afuera, no va a conseguir trabajo. La única posibilidad que tiene es achicarse. Y frente a una situación (donde, además, no sabemos qué va a pasar, si los medicamentos que se necesitan van a seguir estando cubiertos o no por la obra social o la prepaga, y a eso se agregan las inseguridades físicas que existen más en los mayores que en otras edades, por cuestiones lógicas) les terminan arrebatando a los mayores la posibilidad de viajar, de salir, de hacer deporte, "todo lo que la Argentina venía produciendo como cambio".
"Cuando una persona cae mucho económicamente, es difícil que los niveles de satisfacción sean altos. Esa persona empieza a vivir temerosa, resentida, agarrada a lo poquito que tiene. Es decir: le estamos quitando las alas a la gente, en un momento de su vida en que no puede encontrar otra alternativa laboral".
Reclamar, juntarse y salir con otros
Una es la vía política. La persona jubilada tiene un compromiso mayor con el Estado porque depende más del Estado. Por eso, los jubilados no pueden evadirse de tocarle la puerta al diputado que conocen. Hay una responsabilidad política de la cual todos somos parte y esto no significa estar en contra de este gobierno, sino mejorarlo.
"¿Cómo en la obra social de los jubilados –el Pami– pueden poner a alguien que quiera la muerte de los viejos? –se pregunta–. A los que realmente apuestan por este gobierno: traten de correrlo. No se trata de sacar al gobierno, sino de mejorarlo".
Porque además, hay otro temor, analiza: el de no poder continuar pagando la prepaga. A una persona mayor no la van a tomar en otra prepaga, entonces lo más probable es que tengan que seguir solamente con Pami.
"Frente a esto, tampoco nos tenemos que quedar inmóviles y encerrarnos para protegernos. Nunca la salida es encerrarnos porque nos vamos a enfermar más de tristeza y de soledad. Sabemos lo dramática que es la soledad para la salud física y mental. Podría enumerar muchísimas enfermedades que se producen como consecuencia del encierro que, a veces, es una forma de protección: «No gasto, no salgo, no me expongo». Es un momento para tratar de juntarnos –concluyó– para salir y estar más en contacto con los otros, porque necesitamos más de los otros".