El viaje de esta semana de Javier Milei a Israel, un país en guerra, dejó varios puntos para analizar y también algunas preguntas. El itinerario, por momentos, pareció ser una peregrinación personal en su conversión al judaísmo más que una visita de Estado. El presidente argentino manifestó fanatismo hacia lo más profundo de la religión y se encargó que el mundo lo vea. Esto lleva a preguntar: ¿Qué busca con este acercamiento? ¿Ha tomado en cuenta los costos que esto conlleva?
Lo primero que surge es el giro disruptivo que intenta dar el gobierno libertario en el conflicto árabe-israelí. La visita se enfocó en dos ejes centrales que implican un alineamiento automático a Israel: declarar a Hamás como organización terrorista y mudar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Estas acciones llevarán un tiempo antes de su ejecución y ambas alteran la política de equilibrio, que los diferentes gobiernos argentinos han establecido, en mayor o menor medida, en relación al conflicto desde 1948.
Durante décadas, nuestro país ha defendido la postura de ambas partes. Por un lado, el derecho del pueblo palestino a constituir un Estado independiente, como manera de preservar el vínculo con los países árabes, pero también con la comunidad local. Se estima que los descendientes sirios, libaneses y palestinos en Argentina superan los tres millones.
Y por otro lado, se reconoce el derecho del Estado de Israel a vivir en paz junto a sus vecinos, dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas. Es ésta también, una manera de proteger la relación con la comunidad judía que se considera que alberga a 250 mil personas, siendo la mayor de sudamérica.
Si bien se muestra muy cercano a todo lo judío, el presidente no ha logrado establecer vínculos con las principales instituciones de la colectividad en el país: la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentina (Daia) y la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia). En tanto, en septiembre pasado, alrededor de cuatro mil artistas e intelectuales judíos, en su mayoría identificados con el progresismo, hicieron pública una carta donde expresaron “preocupación por las expresiones de odio” y el “uso político del judaísmo, sus textos y sus símbolos: uso que hace Milei del judaísmo para fundamentar discursos de odio”.
Aunque el mandatario, sí ha logrado acercarse a empresarios judíos ortodoxos argentinos muy importantes. Entre ellos se encuentra Eduardo Elsztain, propietario del hotel Libertador, dueño de la desarrolladora inmobiliaria Irsa e Irsa Propiedades Comerciales, del Banco Hipotecario y de las agropecuarias Cresud y BrasilAgro. Éste fue quien “le tuvo fe” y le abrió las puertas para establecer una red de contactos con personas de la comunidad. Otro magnate, que fue confirmado como embajador designado en Estados Unidos, es Gerardo Werthein. También Marcelo Mindlin, titular de Pampa Energía y Axel Wahnish, su rabino de cabecera, que fue designado como embajador argentino en Israel.
Volviendo a la visita de Estado, como era de esperarse, las acciones de Javier Milei tuvieron repercusiones. El estatus de la ciudad de Jerusalén, más allá de que Israel ejerza su administración y la considere su capital indivisible, se encuentra sujeta a la resolución del conflicto entre las partes. Esto se debe a que Palestina, reclama la parte oriental ocupada, como la capital de un futuro Estado. El grupo Hamás hizo saber mediante un comunicado que el traslado argentino es “una violación de los derechos del pueblo palestino a su tierra, y una vulneración de las normas del derecho internacional”.
Pregunta, ¿ha tenido en cuenta el presidente Milei que, convalidar la ocupación de Jerusalén por parte de Israel dificulta el reclamo internacional de Argentina sobre la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur que se sustenta en una ocupación territorial ilegal?
Desde el lado israelí, Benjamin Netanyahu, agradeció a Milei "enormemente su firme apoyo a Israel, que se expresa de muchas maneras". El primer ministro no se encuentra en condiciones de despreciar el apoyo argentino. Desde antes del ataque del 7 de octubre, tiene problemas de gobernabilidad, y su administración se encuentra atada a lo más ultraortodoxo e inflexible del país.
Esto, sumado a que luego del ataque de Hamás, el apoyo internacional hacia su gobierno se encuentra cada vez más cuestionado, debido a la respuesta desproporcionada de su ejército sobre la población civil en la Franja de Gaza. Se considera que Israel está cometiendo una de las peores masacres humanitarias de la historia reciente. El país está siendo investigado, por el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, acusado de genocidio.
Ahora, ¿cuáles son las razones políticas por las cuales Milei intenta forzar este vínculo? Podríamos inferir que lo hace para acercarse a Estados Unidos. Hay que tener en cuenta que los gobiernos que han buscado construir una relación más cercana con el país del norte, fueron aquellos que han propiciado una relación más estrecha con Israel. Así lo han efectuado las presidencias de Carlos Menem y Mauricio Macri.
Las actuaciones de Javier Milei parecieran ser un mensaje al poderoso lobby judío norteamericano para que tuerza influencias a favor de la Argentina. Seguramente, Trump se anotició de este viaje con mucho agrado. Fue su administración, la primera del mundo que abrió el paso en 2017 para el traslado de la embajada a Jerusalén. Actualmente, Joe Biden se ha expresado a favor de dos Estados, uno palestino y uno judío. Pero si el empresario es reelecto, cambiará la relación de fuerzas actuales.
Lo cierto es que con esta visita, y luego de Davos, Milei ha logrado nuevamente ponerse en los flashes de la prensa mundial. Su viaje trasciende a la Argentina. El mandatario aparece como una flamante figura internacional de la extrema derecha. Ésa que se encuentra desperdigada por el mundo. No está agrupada pero lo hace ante personajes como él. Están ávidos de figuras como la suya: que levantan causa en la “contraofensiva liberal” y buscan romper las cadenas impuestas por la tiranía de lo innecesario.
Probablemente, Israel representa el pensamiento más profundo y sincero de Milei. El que está formado por una identidad “occidental” considerada como “superioridad estética” y que defiende las ideas de libertad e igualdad en contra del “marxismo cultural”. El presidente ha expresado durante este viaje: “Elijo estar del lado correcto del mundo y de la historia. Jerusalén es símbolo y estandarte eterno de vida y libertad. Elegimos la vida”.
Más información