La metáfora sale en boca de un funcionario cuya oficina esta a pocos metros del escritorio de Alberto Fernández. Se incendia una casa, llegan las autobombas pero los bomberos discuten mientras las llamas avanzan sobre la propiedad cómo apagar el fuego. No se ponen de acuerdo. La mangueras apuntan a cualquier lado. Como termina la historia: la casa hecha cenizas.
El rechazo al presupuesto 2022 en medio de una fuerte discusión legislativa demuestra una vez más que la distancia entre las estructuras políticas y el tester del bienestar argentino es enorme: crece la pobreza, la indigencia, el desempleo, el sueño migrante de los jóvenes graduados, la violencia y la inseguridad. La lejana percepción de que esto puede mejorar. Como en la metáfora de los bomberos: la política se mide la extensión de las mangueras mientras la casa se prende fuego. ¿Nos salva la ilusión de una lluvia divina?
Cuesta el on. Hay una “sugerencia” para los diputados del oficialismo en bajar la espuma de la derrota. “Ni siquiera un off the record”, dice indisciplinado uno de ellos. ¿Por qué en medio de la tormenta y el barco zozobrante nos cuesta tanto ponernos de acuerdo?
“Para acordar las dos partes ceden. No estamos de acuerdo con el presupuesto por un montón de puntos, pero estábamos dispuestos a darle la herramienta necesaria para la gestión de Gobierno (algo que ellos nunca nos dieron). Pero de golpe Máximo Kirchner rompió todo tipo de puentes y lazos con un discurso de choque. Nunca vamos a destruir los puentes de negociación política. Esto fue por culpa del oficialismo, tienen más responsabilidades, debían entenderlo”, dijo ayer en el Weekend de Radiopolis, Federico Angelini, uno de los diputados de Juntos por el Cambio de Santa Fe.
Para los diputados del oficialismo el asunto fue más claro. Lo que pasó fue parte del plan. Dos horas antes que hablara Máximo ya se sabía que Juntos por el Cambio iba a “tumbar el presupuesto”. Martin Tetaz, diputado porteño de la oposición, se lo había adelantado en los pasillos a los periodistas. El oficialismo vio claramente la jugada. Juntos por el Cambio quiso mostrar quien había ganado las elecciones 2021 de una manera frontal y arriesgada. Las palabras de Ritondo finales solo fueron parte de una arenga militante para mostrar lo que vendrá: una guerra a todo o nada.
“Ojala que no”, confesó ayer Angelini. “No es el tono de discusión que necesitamos”, agregó al aire de Radio 2 exponiendo las internas de un partido que se debate entre Halcones y Palomas. El Bulrrichismo duro y confrontativo, la impronta amable y técnica de Horacio Rodriguez Larreta o la rosca del acuerdo Radical.
“Estábamos sorprendidos por el desarrollo. Queríamos encontrar un punto de salida. Habíamos dado el ok al cuarto intermedio, hasta que Máximo rompe todo. Es muy difícil así”, confió ayer otro legislador santafesino de la oposición.
La crónica desde el cuerpo del oficialismo es enredada. Arrancaron la semana creyendo que el presupuesto salía. Massa había acordado con matices y algunas facturas expuestas lo difícil pero no imposible de la misión. Jujuy, Corrientes y Mendoza apoyaban, Carrió y los suyos se abstenían, etc. Un juego lógico de aprobarlo sin votar a favor. Pero el martes el ahora diputado Ricardo López Murphy se opone a la estrategia. Patricia Bulrrich asume el control anímico de la discusión en los despachos y arenga uno por uno con la contundencia frase: “Hay que derrotar al gobierno en esto, estamos a poco de voltear el presupuesto”.
Los diputados en la discusión se movían de asientos (ahora se puede) para pispear ánimos en una sesión que duró 22 horas. Cansados, enojados, acorralados por un ánimo tenso. “Vimos que iban ganando los duros y no pudimos dar vuelta nada. Por eso Máximo dio un discurso de batalla. El sabía que perdíamos, pero paga por ser Kirchner, si sus palabras las hubieran dicho otro, no hubiera sido tan dramático”.
Tal vez sea acertada la mirada de sobrevalorar las palabras de Máximo y subestimar otras. Lo cierto es que la jugada de Juntos por el Cambio fue potente: desde la derrota electoral legislativa no hubo señales publicas que le hicieran entender al cuerpo político lo que estaba pasando. El Gobierno no actuó como un derrotado ni la oposición como triunfante. Hasta esta semana. Las palabras y la desazón de Máximo y la arenga de Ritondo fue la síntesis de las batallas de este año.
Anoche les llegó a los diputados nacionales una citación oficial de Eduardo Cergnul a un nuevo round con el fuego. El secretario Parlamentario de la Cámara de Diputados de la Nación les informó que el próximo martes 21 de diciembre a las 14 se realizará una sesión especial pedida por Cristian Ritondo para abordar la modificación de la ley de impuesto a los Bienes personales sobre exenciones. Una excusa para verse las caras de nuevo. Viento de cola, cancha marcada y el oficialismo débil para seguir soportando piñas en vivo y en directo.
“Puede pasar de todo”, confía un diputado del oficialismo. Cuando el goleador está en racha se sigue lustrando los botines.