Si la movilidad social ascendente es una aspiración lógica de cualquier persona que se encuentra en la base o en los estamentos más bajos de la pirámide, por qué no pensar eso mismo como algo natural dentro de lo que podríamos definir como "clase política": hombres y mujeres dedicados a la cosa pública, provengan del campo ideológico del que provengan. 

Acaso eso ayude a explicar una situación relativamente novedosa que surge del cierre de listas para las elecciones de este año: de los 13 concejales de Rosario que tienen dos años más de mandato, porque fueron electos en 2021, 11 aspiran ahora a otros cargos. 

Es decir solo dos cumplirán sí o sí su período de cuatro años, hasta diciembre de 2025: Valeria Schvarz, de Volver a Rosario (el sector de Miguel Angel Tessandori), y la peronista Julia Irigoitia. Por supuesto, también lo harán quienes no sean electos en el proceso electoral que tiene dos mojones: las Paso de julio y las generales de septiembre.

Salvo para quienes llegan a la función pública como colaboradores de un Ejecutivo, los concejos municipales son, en general, la puerta de entrada a los cargos políticos. El primer escalón de una carrera que para muchos puede terminar allí. Pero que según las aspiraciones, la vocación de liderar, las necesidades políticas al sector de pertenencia y, por supuesto, la voluntad de los electores, puede tener mucho otros.

Nada fuera de la común, nada observable, si no fuera por esta tendencia creciente a no cumplir los mandatos, algo que por cierto no es privativo del Concejo. Por caso, los tres senadores nacionales por Santa Fe son precandidatos en las elecciones de este año: Carolina Losada y Marcelo Lewandowski a gobernador y Dionisio Scarpin a diputado provincial.

Del Concejo a la Intendencia

 

Es lógico que del Concejo Municipal surjan candidatos a intendente. De hecho, los principales postulantes al Palacio de los Leones provienen del Palacio Vasallo o han tenido su experiencia como legisladores de la ciudad.

Pablo Javkin, que busca un segundo mandato como intendente, era concejal cuando fue electo en 2019. Sus dos principales rivales en aquella elección –Roberto Sukerman, que lo intentará nuevamente este año, y Roy López Molina– también.

De los actuales ediles que fueron electos en 2021, tres se sumarán a esa competencia: Juan Monteverde, Miguel Tessandori y Carlos Cardozo.

Objetivo Senado

 

De los otros ocho a los que le quedan dos años de mandato e igualmente compiten electoralmente en 2023, seis son precandidatos a senador departamental (Lisandro Cavatorta, Ciro Seisas y Nadia Amalevi que irá como suplente en su boleta, Anita Martínez, Jésica Pellegrini y Verónica Irízar) y dos a diputado provincial (Norma López y Martín Rosúa).

La elección de senador departamental tiene una particularidad: es una única banca. Eso es lo que explica que quienes se postulen sean, en su mayoría, dirigentes que tienen un reaseguro: dos años más de mandato en el Concejo. Una forma de achicar el margen de riesgo.

Es, a la vez, un cargo muy apetecible. Un senador provincial tiene poder y jugosos recursos para hacer política en el territorio. Por eso los referentes locales y provinciales le dan mucha importancia y, en este caso muy especialmente, juegan con fichas que ya probaron buena capacidad electoral.

Ese servicio lo cumplen en buena medida los outsiders: figuras con reconocimiento público por otras actividades que sectores partidarios tradicionales incorporaron como mascarones de proa y a la vez antídoto frente a la antipolítica. Y que por ese camino se convierten en insiders. 

Por caso, en el peronismo dos periodistas disputan la chance de llegar a las generales: Lisandro Cavatorta y Alejandro Grandinetti.

En Unidos para Cambiar Santa Fe, otros dos periodistas, Anita Martínez (del sector de la también colega Carolina Losada) y Ciro Seisas (responde a Javkin), pugnarán por la candidatura a senador con dirigentes de trayectoria como Verónica Irizar (PS), Jorge Boasso (Pullaro), Agapito Blanco (Pullaro-Tessandori) y Miguel Ángel Capiello (PS).

Salvo en el caso de Grandinetti, que los últimos 4 años fue secretario de Turismo de la provincia, los otros tres periodistas mencionados son representativos de un rol particular: hasta ahora su principal prestación a la política, más que desempeñarse en los cargos que llegan a ocupar, es ser candidatos.

Son figuras que construyeron popularidad y buena imagen desde la pantalla televisiva. Eso parece mantenerlos a salvo del descrédito que sufren muchos de sus ahora colegas políticos. Ser caras conocidas es además un atributo muy potente en una provincia donde se vota con el sistema de boleta única, que por un lado inhibe el efecto arrastre que con la boleta sábana generan las categorías electorales principales (gobernador, intendente) sobre las secundarias (legisladores, concejales) y favorece a quien los electores puedan identificar de manera rápida y clara por ponerles la cruz en el cuarto oscuro.

Quien más experiencia tiene en estas lides es Anita Martínez: debutó en 2013 como candidata a concejal, en 2015 salió segunda en la elección de intendente y ese mismo año fue electa diputada nacional; en 2017 volvió al Concejo, en 2019 acompañó en la fórmula provincial de Cambiemos a José Corral, y en 2021 fue reelecta como edil.

En tanto, en los apenas dos años que llevan en política, Cavatorta y Ceisas afrontan sus segundos comicios.

Algo parecido a lo que pasa con Losada y Lewandowski, que saltaron en 2021 de la televisión al Senado y hoy son dos de los principales contendientes por la Gobernación.

Alta demanda

Claro, también entre quienes terminan sus mandatos en todos los cuerpos legislativos este año hay una gran mayoría de postulantes. De hecho, de los 15 concejales que terminan este año, 12 competirán en estos comicios, pero todos con la intención de ser reelectos y seguir en el Palacio Vasallo.  

Cuesta pensar que, con casi todos sus integrantes en campaña, haya una producción importante de leyes y ordenanzas en los cuerpos deliberativos de la ciudad y la provincia en las próximas semanas.

La gran demanda de candidatos que tiene la política santafesina tiene que ver con otra fragilidad propia. La falta de liderazgos que ordenen las disputas al interior de los partidos genera una multiplicación de la cantidad de listas, algo que incomoda y suma a la confusión general.

Los números hablan por sí solos: son casi 2 mil las listas que se presentan a los distintos cargos en toda la provincia de Santa Fe.