Estoy en Albacete, mi ciudad natal, y escucho de fondo la televisión. Un humorista español imita a Javier Milei motosierra en mano. La escena es parte del programa "El intermedio del Gran Wyoming", en un canal de aire. Desde unos días antes de las elecciones argentinas y tras conocerse el resultado del domingo el fenómeno Milei es un tema recurrente en España, no solo entre los medios de comunicación sino también entre políticos de renombre. Entre ellos la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, que salió a defender un cambio en Argentina, o Pedro Sánchez, que se posicionó del lado contrario.
Ultraderechista, ultraliberal, anarco-capitalista, libertario, extremista, radical, aliado de Vox. Estas son algunas de las calificaciones que se leen y escuchan sobre Milei en los medios españoles. Entre las personas cercanas, el comentario es qué pasará si gana “el loco”. También desde algunos sectores de centroizquierda se expresa preocupación por el destino del país si en el balotaje se lleva la victoria La Libertad Avanza.
“Javier Milei es un peligro para el liberalismo. Milei es un farsante autoritario que representa una conjunción de populismo y demagogia nacional-católica, enmascarados bajo una apariencia de ideas libertarias”, escribieron dos argentinos en El Español. Se trata de la politóloga y escritora Antonella Marty y de José Benegas, abogado y escritor. Varios medios han entrevistado a su biógrafo no autorizado, Juan Luis González. La conocida escritora Rosa Montero publicaba esto en X el domingo:”Enhorabuena a los argentinos por haber evitado el desquiciamiento de Milei”.
A mí, que llevo un mes y medio aproximadamente lejos de la vorágine diaria de la política argentina, me cuesta imaginar que Javier Milei pueda sentarse en el Sillón de Rivadavia después de la campaña electoral que protagonizó tras las Paso. Comprendí el voto ciudadano que lo llevó a ser el gran ganador de las primarias porque no se conocían al detalle sus propuestas y su campaña se basó en recortes de sus declaraciones en redes sociales, ya que lo vimos en pocas entrevistas en medios de comunicación, y eso logró generar un sentimiento de esperanza en sectores olvidados y devastados. Pero desde agosto hasta el 22 de octubre el panorama fue otro, los medios y sus adversarios pudieron sobre la mesa la inconsistencia de muchos de sus proyectos, sin hablar del tono violento de su campaña, especialmente contra Patricia Bullrich.
Hablando de la candidata de Juntos por el Cambio, qué difícil fue despegarse de la pantalla cuando Bullrich, después de haber sido víctima, abrazaba a su victimario mientras gran parte de sus aliados criticaban y repudiaban ese apoyo. Por eso hay que destacar el papel de la Unión Cívica Radical que demostró coherencia y responsabilidad política como partido histórico de la Argentina que es, al declarar su prescindencia, porque los votos no son de la gente y ¡vaya! si lo venimos comprobando en los últimos comicios.
Es difícil explicarle a un español que las dos opciones que se le presentan a Argentina son Milei con todas sus características y el actual ministro de Economía con unos índices económicos que asustan y una inflación disparada. Un periodista del diario El Mundo llamó a Sergio Massa “el traidor que salvó al peronismo” y hasta lo han comparado con un ex político español , Albert Rivera, por su pasado “en la ancha vereda del centro” y su fama de panqueque.
El diario conservador ABC lo describió así en su editorial: “Sergio Massa aprovechó que se le ha permitido ser candidato y ministro de Economía a la vez para condicionar el gasto clientelar y asegurarse así la victoria del populismo institucionalizado". Infolibre, portal izquierdista, lo llamó “el último bastión contra el extremismo de derechas de Milei”.
Como decía mi abuela : “Virgencita, virgencita que me quede como estoy” porque, lamentablemente, en esta ocasión un gran porcentaje de la población irá a votar a regañadientes con el único propósito de garantizar la permanencia de derechos tan básicos como la educación y la salud pública.