Entre la tantas grietas que marcan la historia política argentina, que en la actualidad va por la vía del kirchnerismo vs. el macrismo, hay una que permanece desde hace casi 70 años y de la cual la de hoy es heredera, al punto que son términos que también se mantienen vigentes: peronistas vs. gorilas.
¿Por qué se bautizó como “gorilas” a los sectores que en 1955 derrocaron a Juan Domingo Perón y que tuvieron al almirante Isaac Rojas, vicepresidente y gran impulsor de la Revolución Libertadora como orgulloso símbolo, al punto que se reivindicó como tal hasta sus últimos días?
Fue la radio la que proveyó a la política argentina de este término que define como ningún otro a todo aquel que tiene como objetivo político terminar con el peronismo, un ánimo del que el almirante Rojas, de cuya muerte se cumplen este este 13 de abril 30 años, fue máxima expresión.
La palabra salió de “La Revista Dislocada”, un programa cómico creado por Délfor Dicásolo, que contaba con libretos de Aldo Cammarota y locución de Cacho Fontana. Y no fue justamente con una intención política.
En la audición, que debutó en Radio Argentina y pasó por varias emisoras hasta que el presidente de facto Alejandro Lanusse ordenó levantarlo en 1973, se lanzaron muchos artistas cómicos que luego en la televisión alcanzaron gran popularidad: Mario Sapag, Mario Sánchez, Beto Cabrera, Juan Carlos Calabró, Nelly Beltrán, Carlitos Balá, Jorge Porcel, Raúl Rossi, Tristán, Vicente La Russa.
Poco después de que comenzara a salir al aire el programa, en 1953 se estrenó en Estados Unidos la película "Mogambo", que tenía como protagonistas a Clark Gable, Ava Gadner y Grace Kelly. En una de las escenas del film estaban Clark Gable, quien personificaba el papel de un seductor cazador de animales salvajes en África, y Grace Kelly, que se enamoraba de él perdidamente. Allí, de pronto se escuchaba un fuerte rugido cuya consecuencia era que la joven Grace se arrojaba en los brazos del cazador Gable, quien para tranquilizarla le decía: "Calma, deben ser los gorilas".
Esta escena, no demasiado trascendente, fue la que inspiró al libretista de la "Revista Dislocada" y al músico de origen francés Feliciano Brunelli, en 1955, para componer una canción que se ponía en el programa en el que un coro cantaba: "Deben ser los gorilas, deben ser, que andarán por ahí".
La letra era la siguiente:
"El domingo en la tribuna, un gordo se resbaló
Si supieran la avalancha que por el gordo se armó.
Rodando por los tablones, hasta el suelo fue a parar.
Mientras todos los muchachos se pusieron a gritar:
deben ser los gorilas, deben ser, que andarán por allí;
deben ser los gorilas, deben ser, que andarán por aquí".
Justamente 1955 fue el año del golpe que tuvo a Isaac Rojas como máximo ideólogo. La asonada militar para derrocar a Perón era algo que se venía cocinando desde hacía tiempo. De hecho, en junio de 1955 se produjo el bombardeo que sectores de la Marina, a través de la Aviación Naval, realizaron sobre la plaza de Mayo, se presumía que con el objetivo de matar a Perón y que los militares tomaran el gobierno.
Los aviones que surcaron el cielo del centro de Buenos Aires lanzaron más de cien bombas con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos. La mayoría de ellas cayeron sobre las plazas de Mayo y Colón y sobre la franja de terreno que va desde el Ministerio de Ejército (ubicado en el Edificio Libertador) y la Casa Rosada, en el sureste, hasta la Secretaría de Comunicaciones (situada en la sede del Correo Central) y el Ministerio de Marina, en el noroeste.
Ni Perón ni sus ministros estaban en la Casa Rosada. Pero el ataque dejó más de 300 muertos civiles (40 de ellos niños), sembró pánico entre la población y fue un factor que colaboró a quebrar la adhesión popular al gobierno justicialista.
En los días siguientes la paranoia por parte de la ciudadanía ante todo ruido proveniente del cielo fue muy fuerte. Pero pronto el pánico mutó en sarcasmo: cada vez que se escuchaba un avión, los peronistas cantaban el jingle de la radio inspirado en la escena de la película “Mogambo”.
Tanto entró el término en el imaginario popular que después de consumado el golpe, el 16 de septiembre, los líderes de la Revolución Libertadora, Eduardo Lonardi, Isaac Rojas y Pedro Eugenio Aramburu, fueron calificados como “gorilas”, palabra que se convirtió en sinónimo de antiperonista.
Ese gobierno quiso borrar todo lo que tuviera que ver con el justicialismo, al punto que hasta prohibió que se pronunciara la palabra Perón.
La historia demostró que eso no es algo que se pudiera lograr por decreto. Y no solo la Resistencia Peronista popularizó el uso de la palabra “gorila” para hablar en forma despreciativa de todo aquel que enfrentara al peronismo, sino que hasta quienes recibían ese mote se sintieron orgullosos de eso.
Tanto que el propio Rojas, que en los 90 tuvo un acercamiento con Carlos Menem a quien apoyó por los indultos a los cabecillas de la dictadura militar, se reivindicó como tal hasta su muerte, algo que se puede corroborar en el siguiente video.