Ante un auditorio en el que había intendentes de todo el país y acompañado por dos gobernadores electos, el candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, se comprometió desde Rosario a refundar el federalismo en la Argentina, como camino para salir de la crisis y construir un país con equidad. "No soy el presidente de los porteños sino de la Argentina, si es eso lo que me toca hacer", sostuvo.  

La frase de Fernández, que en su primera parte da por hecho algo que todavía está en el terreno de la virtualidad -"soy el presidente"-, refleja de alguna manera lo que fue la puesta en escena en el Salón Metropolitano, coherente también con el tono general de este último tramo de la campaña, en el que el candidato del Frente de Todos se muestra en actos de tinte institucional, junto a actores del poder político o económico, como si lo que tuviera que tejer fuera ya la gobernabilidad futura y no el triunfo electoral.

"Se siente, se siente, Alberto presidente", cantó el público cerca de las 20, más de una hora después de lo previsto porque había que esperar que Cristina Kirchner terminara la presentación del libro Sinceramente en El Calafate, cuando Fernández se subió al escenario para cerrar el Foro de Ciudades Hábitat, Federalismo e Identidad. Y es cierto: Alberto se siente presidente. Se mueve como si tuviera la certeza de ello.

En esa lógica hay que inscribir la reunión que tuvo durante la tarde con el intendente electo de Rosario, Pablo Javkin, un no peronista, algo que calza además con el llamado que hizo a construir desde el consenso, porque la trasformación de la Argentina, sostuvo, es "con todos juntos". Y también que quienes se sentaron junto a él en el escenario del Salón Metropolitano son dirigentes que tendrán responsabilidades institucionales de peso en el país que viene: los gobernadores electos de Santa Fe, Omar Perotti, y del Chaco, Jorge Capitanich; la futura vicegobernadora Alejandra Rodenas, y María Eugenia Bielsa, que organizó a pedido del propio Fernández el Foro de Ciudades en Rosario y que tiene un lugar reservado en su eventual gabinete.

Allí, con esos laderos y ante ese auditorio, Fernández prometió que “irá a cada provincia” a sentarse “con cada gobernador y con cada intendente” para evitar que los mandatarios locales tengan que hacer miles de kilómetros a Buenos Aires. Porque su gobierno será "de un presidente y 24 gobernadores".

“Yo soy un porteño pero le he salido muy federal a los porteños y estoy muy contento. Uno no vive tranquilo con una ciudad tan opulenta y tantas necesidades fuera de esa ciudad”, dijo Fernández en referencia a las diferencias entre la ciudad de Buenos Aires y el resto del país.

El inicio de la disertación en Metropolitano (Alan Monzón/Rosario3)

Casi todo su discurso estuvo centrado en “el federalismo”. Dijo que “los argentinos decimos vivir en un país federal pero en realidad es un país unitario. Nos llenamos la boca hablando de federalismo y no lo practicamos”, dijo el candidato presidencial.

“Me propongo que cambiemos esa realidad porque nadie vive bien, nadie vive feliz. Cuando digo que vamos a empezar a gobernar de otro modo quiero decir que vamos a sentarnos a una mesa para resolver las urgencias de la Argentina. No desde el lugar de un presidente, sino entre todos”, dijo Fernández.


“Hay que pasar de la política de la imposición, que el poder permite, a la política del consenso para que todos juntos empecemos a diseñar otro país. Porque si seguimos haciendo las mismas cosas vamos a tener los mismos resultados. Hemos fracasado en términos de federalismo”, insistió.

Desde la platea de intendentes e invitados especiales empezó a sonar el "vamos a volver". Allí convivían los intendentes con los invitados especiales. Algunos llegaron desde Buenos Aires, como el camporista Eduardo De Pedro, Felipe Sola, y Santiago Cafiero, uno de los dirigentes más cercanos a Fernández. También estaban representados todo el PJ y los distintos sectores del sindicalismo local.

La unidad peronista, un vehículo electoral que hasta ahora ha sido llave de éxito en este 2019, puesta en acto una vez más en Rosario. Todos allí sentían que Alberto será presidente. Aunque aún deba pasar la prueba del 27 de octubre.