Andrés Alejandro “Pillín” Bracamonte tenía los días contados. La balacera post clásico ante Newell’s, que tuvo lugar el 10 de agosto en el Parque Alem, fue uno de los cuatro ejemplos más cercanos en el tiempo que uno puede usar para entender que lo estaban buscando. ¿Quiénes? Es algo que deberá responder la investigación que tiene a su cargo el fiscal Alejandro Ferlazzo, que sin lugar a dudas, tiene como trasfondo una feroz interna en el paraavalanchas que quedó evidenciada hace más de un mes.
A Bracamonte lo ejecutaron a tiros. A Daniel “Rana” Atardo, que estaba con él en la S10 blanca, también. La mecánica no está del todo clara. Algunos hinchas aseguraron que los atacantes abrieron fuego desde una moto. Sin embargo, testimonios tomados por la Policía de Investigaciones en el Centenario indicaron que los sicarios eran "tres encapuchados a pie". Al momento de los disparos, la luz pública de Avellaneda entre Reconquista y Del Valle Iberlucea estaba apagada, dando así un aspecto lúgubre a la escena del doble crimen.
“Pillín” había zafado de varios ataques desde que asumió la jefatura de la barra brava del Canalla. Pero hace un año y medio que investigadores judiciales tenían indicios de que lo querían sacar a fuerza de balas del manejo del paraavalanchas.
¿Por qué un año y medio atrás? Porque el 18 de abril del año pasado, sicarios en moto atacaron a tiros en José C. Paz y Superí al conductor de una camioneta blanca que llevaba a su hija a la escuela Medalla Milagrosa. Uno de los balazos dio en el rostro de la víctima, que según una línea investigativa del Ministerio Público de la Acusación, fue confundida con Bracamonte, que usaba un vehículo similar y en su rutina pasaba a esa hora para dejar a uno de sus hijos también en ese establecimiento educativo.
A principios de año también hubo otra señal. El 10 de febrero, desde una moto dispararon diez tiros al aire y dejaron una nota para el “Pillo” en inmediaciones del country Los Álamos de Ibarlucea, donde en dos oportunidades fue detenido en los últimos años por causas por lavado de dinero, asociación ilícita y extorsiones.
Hubo otra intimidación con disparos en cercanías del mencionado country que nunca trascendió públicamente porque se suponía que “no era para él”, aunque ahora los investigadores policiales que atan cabos infieren que pudo ser otro mensaje para él.
El 10 de agosto se vio con claridad, frente a todos, cómo dos gatilleros en moto quisieron matarlo en el Parque Alem, por donde suele salir la barra, después del clásico ganado ante Newell’s. Una bala le rozó la espalda. Otra lesionó a su pareja. Ambos terminaron en el Centenario, donde este sábado murió “Pillín”.
Lo que siguió a su intento de homicidio fue una seguidilla de tensos episodios en la popular que da a Regatas en el Gigante. Según testimonios recolectados por investigadores, el 1° de octubre, cuando Central goleó de local al puntero Vélez, hubo un “entredicho” entre Samuel Medina, yerno del líder de Los Monos Ariel Máximo “Guille” Cantero, y gente que respondía a Bracamonte. Extraoficialmente, lo que se sugirió es que Medina, conocido también como “Gordo Samu” o “Gordo Quique”, intentó copar la barra por una orden de alguien que estaba “arriba suyo”.
Al salir del partido, Medina fue emboscado en la zona norte, en Juan Pablo II y José María Fernández. Desde una moto, y se cree que con una ametralladora, le dieron 16 disparos que le ocasionaron la muerte en el acto. Además, el acompañante, resultó herido, y quedó fuera de peligro.
El siguiente encuentro de local, Central recibió a Banfield. Como contó Rosario3, tras la apertura del marcador del Taladro, desde la popular tiraron bombas de estruendo que suspendieron momentáneamente el partido, y un grupo de hinchas desplegó varias banderas que decían “Siempre mono, nunca sapo” –frase usada por La Doce– y “No respetamos a nadie”. Todas esas oraciones estaban acompañadas por las siglas LMQ que significa “La mafia quiqueña”, en alusión al apodo de “Gordo Quique” Samuel Medina. Incluso en un trapo estaba la foto del asesinado yerno del jefe de Los Monos.
El Canalla volvió a jugar en el Gigante el jueves 31 de octubre ante Barracas Central. Fueron varios los que vieron cómo en la popular donde está la barra le dieron una golpiza a una persona que se presentó como un “emisario” de Los Monos. No obstante, no trascendió parte informativo sobre ese hecho que sí fue comentado entre los que lo observaron.
En la previa al choque con San Lorenzo pasó algo más. El viernes pasado, Bracamonte había empezado a ser juzgado por dos denuncias de violencia de género de su ex pareja, causa por la que la fiscal Luciana Vallarella le pidió 2 años de prisión efectiva. La audiencia estaba previsto que se iniciara a las 8 de la mañana. Gente allegada al “Pillo” hizo llegar a este cronista el mensaje de que por favor no se anunciara el horario en el que iba a ser el arranque del juicio. Entrelíneas, se sabía: había temor a que lo atacaran antes de llegar o al salir. Algo que, horas después, efectivamente ocurrió a metros del Gigante.