Pablo B., quien ayer fue imputado por abuso sexual con acceso carnal, abuso sexual en grado de tentativa, abuso simple, robo calificado y simple y privación ilegítima de la libertad en base a ocho casos ocurridos entre el 9 de enero y el 10 de julio pasado, terminó preso por su moto. La patente fue aportada por una víctima, o mejor, por su madre. Micaela contó la historia detrás de la detención del “hombre de la cicatriz”, que se cree es el violador serial que conmocionó a Rosario.
En diálogo con Radiópolis (Radio 2), la joven que denunció en enero pasado que el supuesto violaador serial había ingresado en el comercio donde trabaja ubicado en Buenos Aires al 3400 –ocasión en la que la intentó que le practicara sexo oral tras maniatarla –confió que fue su madre quien anotó el número de la patente de la moto en la que este hombre se trasladaba durante la segunda vez que apareció en el comercio.
“Yo aporté el número de la moto cuando fui a la primera rueda de reconocimiento”, sostuvo al ser entrevistada por los periodistas Roberto Caferra y Evelin Machain. De acuerdo a lo que relató “esta persona me ataca el 9 de enero pasado y el 26 de junio vuelve al negocio y lo atiende mi mamá, lo reconoce por las características que le di. Volvió, creo que pensó que como había otra persona iba a tener otra oportunidad pero mi mamá no le dio lugar, se quedó siempre detrás del mostrador, saludó a personas que pasaban afuera y apenas le habló. Cuando se fue, le tomó la patente”, precisó.
Micaela participó el viernes pasado de la rueda de reconocimiento y atravesó una experiencia particular: “No lo pude reconocer pero después me di cuenta que era él, yo lo vi en enero pasado, estaba pelado y tenía la barba recortada y cuando fue a la rueda tenía un camperón gigante, con barba de semanas y el pelo crecido”, explicó. Sin embargo, ya no tiene dudas de que se trata del mismo hombre que la atacó, ahora acusado como violador serial: “Dudé también porque estaba nerviosa pero ya no, me di cuenta”.
Tras la detención y la imputación, Micaela miró hacia atrás: “Yo hice la denuncia enseguida y tuve el apoyo de mi familia, no lo vivé como algo vergonzoso pero fue una situación muy desagradable, estuve haciendo terapia porque fue muy traumático, salía con miedo, no podía caminar sola”, recordó. Afortunadamente, la asistencia psicológica le permitió salir adelante.