Lo dijeron tanto el ministro provincial de Seguridad, Pablo Cococcioni, como la secretaria nacional, Alejandra Monteoliva. Cuidar lo logrado en materia de pacificación, que la violencia no vuelva a escalar, es el objetivo central de las autoridades políticas luego del crimen del líder de la barra brava de Rosario Central, Andrés “Pillín” Bracamonte.
En ese tren, se reforzó la presencia de uniformados en lugares clave, entre ellos el barrio 7 de Septiembre que es donde tiene su base de acción la banda de Los Menores. Ese grupo fue apuntado por fuentes de la investigación y sus integrantes señalados como sus enemigos por el propio “Pillín”, en un diálogo que mantuvo semanas atrás con el periodista Germán de los Santos.
Pero además, revelaron fuentes políticas a Rosario3, se amplió la cobertura de las fuerzas federales, que en el marco del plan Bandera se dividen las distintas áreas con las provinciales, a barrios donde no tenían presencia y en los que pisan fuerte personajes vinculados a la barra canalla.
Esa decisión marca una sospecha eterna que es casi certeza: la connivencia histórica entre las barras de fútbol, tanto de Central como de Newell’s, con integrantes de la policía provincial. Y es coherente con la línea investigativa a la que abonan tanto Provincia como Nación, a pesar de que el fiscal Alejandro Ferlazzo la relativizó al señalar que no hay que descartar ninguna hipótesis: que el crimen fue motivado por dispuestas de poder dentro de la barra canalla, lo que incluye el manejo de negocios oscuros y comportamiento mafioso, pero “no tiene que ver con cuestiones vinculadas a la reorganización de las bandas” narco de la ciudad.
Ese conflicto interno en el paravalanchas auriazul, sostienen fuentes gubernamentales, había adquirido visibilidad en los últimos partidos que Central jugó de local y en los propios intentos de asesinato contra “Pillín”, el último de ellos luego del clásico con Newell’s en agosto.
Que esa disputa no escale y se extienda, como pasó con otros crímenes resonantes desde el asesinato de Claudio “Pájaro” Cantero, parece ser ahora la obsesión de las autoridades y explica la lectura de que el conflicto está circunscripto a la interna de la barra canalla.
Cuando los funcionarios nacionales y provinciales hablan de defender lo logrado ponen sobre la mesa una diferencia objetiva con aquellos tiempos en los que a un crimen sucedían otros sin solución de continuidad: una baja significativa en los índices de violencia a partir de una presencia clara y coordinada de las fuerzas de seguridad en las calles, más acciones de inteligencia criminal con resultados concretos que se traducen en mejores performances investigativas.
Lo cierto es que desde esa colina, que es la que ahora se esfuerzan en defender, se construyó un clima distinto en las calles de la ciudad. “Hace un año era impensado ver el espacio público de Rosario repleto de gente a toda hora, que es lo que sucede ahora, y presencia masiva de turistas todos los fines de semana”, decía hoy un funcionario local.
Que cuestionó a quienes, desde la política, se apuran en pronosticar que esa paz llega a su fin con el crimen de “Pillín”. “Vamos a hacer todo lo que tengamos que hacer para defender lo logrado”, insisten desde las áreas de Seguridad de Nación y Provincia.