El último viernes a las 22, dos sicarios detuvieron la marcha de un Renault Sandero frente a la casa de Ayacucho y Ameghino donde vive Leila Schmitt, la joven que mantiene una relación sentimental con el recluso Alan Funes, condenado por narcomenudeo y homicidio.
Con dos pistolas 9 milímetros en mano, los gatilleros atravesaron la reja del portón y pasaron junto a un santuario del Gauchito Gil, para luego hacer puntería sobre la muchacha, que pudo sortear los balazos y se escondió en una habitación de la vivienda que, según vecinos, se encuentra usurpada. Hubo una rápida intervención policial, y los agresores terminaron detenidos: las armas fueron secuestradas y el personal policial comprobó que el vehículo había sido robado tiempo atrás.
Este lunes, el fiscal Matías Edery imputó a Lucas Joel B. y Brandon Ezequiel Q. por cargos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego en grado de tentativa; portación de arma de fuego de guerra, resistencia a la autoridad y encubrimiento, todos ellos en concurso real y agravados por la participación de un menor de edad y en carácter de coautores. El adolescente detenido quedó a disposición de la Justicia de Menores. Quién les encargó el atentado es todavía una incógnita, pero las broncas y las disputas territoriales que involucran al clan Funes poseen altibajos desde 2016, y la estructura resultó ser resiliente al encierro y a los allanamientos sucesivos.
El episodio registrado en barrio Tablada tiene su contexto, a decir de investigadores que conocen a la mujer atacada. Según indicaron a Rosario3, no es la primera vez que esta chica, hija del mecánico Juan Carlos Schmitt –condenado por atropellar y matar a un cadete a altísima velocidad–, vive en carne propia la violencia propia de los mercados ilícitos locales.
La lista es truculenta. A fines de 2021, su entonces novio, Maximiliano, fue muerto a tiros junto a otras dos personas en un episodio aparentemente ligado al narcomenudeo; y en mayo de 2023, balearon a su madre. Días después, atentaron contra su cuñada Solange, hermana de su actual pareja.
Ello por no contar el intento de homicidio de Brandon, un joven de 23 años sindicado como una especie de “custodio” de Leila que fue baleado el pasado 6 de junio en el cruce de Ayacucho y Uriburu, el barrio de “Alan Funes”, según una serie de grafitis que apareció la semana pasada en el barrio Tablada más postergado, y el lindero Las Heras.
Según registros del Servicio Penitenciario Federal que obtuvo la Fiscalía, Leila visita a Alan Funes en carácter de novia. Ambos se habrían conocido en la carcel de Piñero, donde la joven iba a visitar a su padre, que recientemente recuperó la libertad.
La madre de Leila, Julieta G., recibió varios balazos en la madrugada del 8 de mayo en su casa de la zona de Ravignani y Forest, entre el barrio Santa Lucía Viejo y el Fonavi de Donado y Mendoza. La mujer estuvo muy grave y pudo sobreponerse.
“Fueron a la casa, me llamaron a mí y cuando salió ella le vaciaron el cargador. A mi mamá le dieron 9 tiros”, señala un mensaje de Leila recuperado de un celular cuyo contenido está judicializado.
Los investigadores especulan que este ataque podría ser una consecuencia directa de un intento de incursión de Alan Funes en ese mercado del noroeste, lejos de su barrio natal, de la mano de un tal “Pipa Corbata”, apodo que surgió como quien maneja un búnker en la zona de Forest y Ravignani.
El torrente de violencia siguió ese mes, el día 28. En la madrugada de ese domingo, Leila caminaba cerca de las Cuatro Plazas, en Mendoza y Provincias Unidas, junto con su cuñada Solange, hermana menor de Alan Funes, y en un episodio poco claro, Solange recibió un roce de bala en la cabeza y fue atendida en el Hospital Provincial. Según fuentes policiales, Solange indicó que dos desconocidos intentaron robarle y al resistirse efectuaron un disparo.
El viernes 12 de noviembre de 2021, frente a un quiosco de drogas de Méjico al 1700 fueron acribillados Aaron Isaías Aguirre, de 21 años, Fabricio Marequi, un chico de 15 y Maximiliano Alejandro González, de 28. Este último era novio de Leila.
En la escena del triple crimen había trece vainas servidas calibre 9 milímetros. Y del interior del lugar señalado como boca de expendio de drogas, el personal policial tres bolsas con cannabis prensado, un trozo de cocaína, una pistola Bersa .22 con numeración limada con ocho municiones, y otras 32 balas. Además de un auto Fiat blanco dominio con pedido de secuestro activo.