Un adolescente conocido como Soretito fue aprehendido el lunes pasado tras ser señalado junto con un mayor de edad por un violento robo en barrio Tablada. Pese a que por su edad no es punible, desde la Fiscalía señalaron que está mencionado en hechos de sangre recientes registrados en su propio barrio, como un doble crimen cometido en un pasillo de Spiro al 300 bis y en la posterior ejecución de Chaparrito, el apodo de otro pibe ligado a delito y sumido en la marginalidad.

Soretito, apodo de A. M. (15), terminó arrestado por personal de la Policía Federal (PFA) el 29 de enero junto con Yael “Vacamocha” A. (19) en Villa Manuelita.

Según indicaron fuentes judiciales en la audiencia imputativa a Yael, a las 19 en Convención al 3600 ambos encañoraron con una pistola 9 milímetros a dos personas que iban en moto con intenciones de robo, pero el atraco fue frustrado porque una de las víctimas pudo zafar de la encerrona y alertó a personal de la PFA que se encontraba cerca.

“El personal actuante vió al imputado, junto con un menor de edad, mientras éste apuntaba con el arma de fuego a la víctima, por lo que se procedió al secuestro de los elementos (un arma) y su aprehensión”.

Yael A. terminó imputado por el intento de robo calificado con agravantes, y terminó detenido en forma preventiva al menos por 90 días, según resolvió la jueza Lorena Aronne.

El joven, según indicaron fuentes policiales, ya posee anotaciones penales por delitos contra la propiedad y es hijo de una mujer apodada Guachina, mencionada en investigaciones por narcomenudeo en Tablada y el Fonavi del Parque del Mercado y por estar ligada, al menos años atrás, con el conocido hampón Ariel “Teletubi” Acosta, quien a fines de 2020 protagonizó una escandalosa fuga del Centro de Justicia Penal y luego firmó una condena a 13 años por varias tropelías.

Pero más allá del prontuario de Yael, a los investigadores y jefes policiales les interesó el arresto de su cómplice, el púber Soretito.

De acuerdo con testimonios judicializados, el adolescente, junto con otros no identificados, estaría detrás de los crímenes de Juan Ramón “Conchita” Flores (49) y de su pareja, Ana María Martínez (39), quienes el 19 de enero fueron atacados en un pasillo de Spiro al 300 bis y fueron despojados del botín de un robo, según una teoría del caso.

Al otro día, Marcos “Chaparrito” Maldonado (17), otro adolescente de Tablada con una vida devastada por la vulnerabilidad, el consumo y el delito, apareció muerto de un disparo en la cabeza en uno de los bordes del complejo de viviendas de Isola y Alice.

Junto al cuerpo había una cuchara con restos de cocaína, un encendedor y una pipa improvisada, el kit básico del pipero, una forma de consumo de cocaína que en el último lustro viene ganando terreno a la par de la degradación social y el hurto callejero de metales. La muerte de Chaparrito ameritó una sentida reflexión del veterano párraco Claudio Castricone, en la que abundó en detalles de su vida.

En el barrio creen que Chaparrito estuvo en la escena del doble crimen del pasillo de Spiro, versión que desde la Fiscalía no niegan. El rumor en Tablada es que, en realidad, por razones desconocidas el pibe fue ejecutado en los pasillos de Villa Manuelita y luego trasladado en moto hasta el Fonavi ubicado al sur, donde descartaron el cuerpo. Un despliegue para no “quemar” todavía más un sector marcado a fuego en enero.

El intento de homicidio de Javier “Comadreja” A. en Abanderado Grandoli y Güiraldes, en la madrugada del 19 de enero, tampoco sería ajeno a la saga, según fuentes judiciales y barriales. Al igual que la oscura ejecución de Brian Monzón, cuyo cuerpo apareció días antes entre los pastizales linderos a Circunvalación, a la altura de Spiro. En ambos casos, se rumorea en la calle, las víctimas fueron atacadas para robarles los pocos pesos que tenían para comprar estupefacientes.