El inspector César Eduardo Carmona (50 años) sufrió ocho heridas de arma de fuego en la rápida emboscada mortal ocurrida en la tarde de este jueves frente a la sede de la Agencia de Investigación Criminal, donde trabajaba hace seis meses. Según el trabajo llevado a cabo por peritos forenses, los sicarios realizaron trece disparos, ya que se secuestraron trece vainas servidas. El caso, investigado por el fiscal de Homicidios Dolosos Alejandro Ferlazzo tiene al menos tres líneas investigativas.

Carmona, que se desempeñaba en la Dirección de Inteligencia de la AIC, murió en el hospital Roque Sáenz Peña, lugar al que fue trasladado en estado crítico. De acuerdo al preinforme de la autopsia, la causa del fallecimiento fueron dos impactos de bala en el tórax. El cuerpo también tenía tiros en las piernas

Inmediatamente después del crimen, el Ministerio de Seguridad decidió vallar las fachadas de los edificios de la Agencia de Investigación Criminal de Lamadrid al 500 –frente al cual ocurrió el homicidio– y de la Agencia de Control Policial. Dicha medida responde al temor de atentados.

Según pudo conocer este medio de investigadores policiales, a pocas horas del homicidio hay tres hipótesis: una apunta a un ataque directo y otra a que el homicidio tenga relación con un atentado ocurrido el 25 de agosto pasado contra la base de la Agencia de Investigación Criminal.

La tercera, que por este momento no se descarta, es que los atacantes iban detrás de Carmona desde el centro de Rosario pensando que llevaba dinero en una mochila que estaba en su auto y le dispararan al verlo bajar con su arma reglamentaria, con la que se podía defender.

La primera línea investigativa fue dada a conocer por el fiscal Alejandro Ferlazzo, quien está a cargo de la causa. “El ataque fue dirigido a esta persona. Estamos viendo cuál fue el móvil, por qué le fueron a disparar. Alcanzó a bajarse del vehículo. Nosotros buscamos a dos personas”, dijo en conferencia de prensa.

La segunda hipótesis es algo que se desprende del último ataque a tiros contra la sede de la AIC, que tuvo lugar el 25 de agosto pasado, cuando dos sicarios en moto dejaron una nota y realizaron nueve disparos. El cartel decía: “Nico Camino, Eric Masini, fiscal Edery, dejen de matar gente inocente. Si no, vamos a matar policías, jueces y fiscales”. Las referencias eran sobre los presos Pablo Camino y Héctor Rodolfo Masini, vinculados a Los Monos, que están alojados en el penal federal de Rawson.

Por ese atentado, la División de Inteligencia de la AIC detuvo cinco días después a Lautaro Román Núñez (21), quien fue imputado como presunto autor de la balacera y quedó en prisión preventiva efectiva. Sin embargo, al ser arrestado, el sospechoso afirmó que un recluso que está en una cárcel federal de Buenos Aires estaba ofreciendo 400.000 pesos por disparar contra un uniformado o contra la Agencia de Investigación Criminal.

En la investigación por la que cayó Núñez, casualmente, Carmona fue uno de los pocos policías que vio cara a cara a los dos ocupantes de la moto que dispararon contra el edificio de la fuerza de seguridad, a quienes no les resultaba descabellado pensar en una correlación entre el atentado y una posible venganza por el arresto del presunto gatillero.

La última hipótesis surgió en la noche del jueves a partir de la reconstrucción del recorrido del Ford Fiesta Kinetic en el que se desplazaba la víctima y el Citroën C3 bordó en el que circulaban los sospechosos –que fue hallado sin ocupantes a cinco cuadras y quedó secuestrado para pericias–. Se investiga si al inspector comenzaron a seguirlo al salir de un lugar, que se presume que funciona como una financiera. No obstante, llama la atención la cantidad de tiros que realizaron los sicarios, que no robaron nada.