El 10 de octubre una mujer que seguía su rutina, bajó, como de costumbre, de su departamento de barrio Martin al garage con su hijo. Eran las 7 de la mañana. Como todos los días, iba a llevar a su nene en auto a la escuela. Jamás imaginó que al entrar a la cochera iba a vivir un día de terror. Tres delincuentes armados, dos de ellos con guantes puestos, la obligaron a ella y al niño a entrar a una trafic blanca, que curiosamente logró ingresar a la torre de Libertad al 300 después de haber clonado el control remoto de un vecino. Lo que pasó después es la historia de un secuestro más, perpetrado por una organización que, aparentemente, se dedica a este tipo de hechos violentos y que ya cometieron otro en Rosario, cuando mantuvieron cautivo a un conocido empresario en junio de 2021 por el que se estima que se pagó un rescate de 80 mil dólares y más de un millón de pesos, y otro en enero de este año, cuando retuvieron en una casa a un empresario que fue interceptado en Villa Ramallo, donde se abonó un rescate de 600 mil dólares.
El secuestro extorsivo de octubre trascendió ahora porque luego de un trabajo coordinado entre los fiscales Javier Arzubi Calvo –titular de la Fiscalía Nº 1 de Rosario–, Matías Di Lello –de San Nicolás– y Santiago Marquevich –a cargo de la unidad Fiscal Especializada en Criminalidad Organizada–, la División Antisecuestros de la Policía Federal logró establecer que quienes planificaron y ejecutaron el plan integran una banda bonaerense que hace tareas de inteligencia y se maneja de manera “profesional”.
En 16 allanamientos que se hicieron el pasado martes, la Policía Federal detuvo a Claudio Daniel Coto, presunto jefe de la estructura, quien fue hallado en la localidad de Béccar, en el partido de San Isidro. Su mano derecha Néstor Adrián Santabaya, con domicilio en la localidad bonaerense de Wilde, ya estaba preso desde el 30 de noviembre pasado, ya que había protagonizado el 21 de octubre pasado el robo de 700 millones de pesos en una empresa de apuestas de la Ciudad de Buenos Aires, hecho del que huyó en una ambulancia que posteriormente fue incendiada. Su hijo Nicolás Adrián Santabaya también estuvo entre los aprehendidos como presunto partícipe.
En los operativos también fueron arrestados Sebastián Ezequiel Pugliese y su pareja Silvia López. Él está sindicado de haber sido el conductor de un vehículo que se utilizó para uno de los casos, y de haber estado a cargo de monitorear un pago realizado en uno de los hechos. El sexto detenido fue Emiliano Andrés Acuña, uno de los que estuvo con la mujer y el nene mientras estaban cautivos.
El último secuestro en barrio Martin
El objetivo del secuestro del 10 de octubre no era la mujer ni su hijo. Era el dinero que sabían que tenía la pareja de la mujer y padre del nene, a quien siguieron durante por lo menos dos años al punto que conocían dónde solía tomar café, los horarios de sus actividades, el flujo de plata que poseía por su trabajo en el rubro de las droguerías, e incluso dónde vivía, ya que no compartía inmueble con su pareja e hijo, pero estaba en un edificio a pocos metros de distancia.
Una vez consumado el secuestro, los delincuentes se comunicaron con el empresario, que cortó la llamada al pensar que era una persona que quería engañarlo con un secuestro virtual. Cuando comprobó que efectivamente sus familiares no estaban en el departamento, el auto seguía estacionado en la cochera y ninguno de los dos le atendía el teléfono, dio aviso a la Justicia y volvió a recibir un llamado en el que le pedían tres millones de dólares.
Como si fuera una escena sacada de una película, le indicaron que debía ir a un bar de barrio Alberdi, en el que era cliente habitual. Allí, los hampones le habían dejado la cartera de su pareja –como prueba del secuestro– y un bolso al dueño del local.
El bolso contenía seis celulares, cinco de ellos análogos y numerados, y el otro con pantalla táctil. Los atacantes le avisaron al empresario que lo iban a ir llamando de manera aleatoria a cualquiera de esos aparatos para conversar.
En los llamados dieron información que hicieron que el empresario tuviera pánico. Nombraron a sus hijos, aportaron direcciones, lugares que frecuentaban y hasta le dijeron que se había emborrachado en un evento determinado en el que había estado tiempo atrás.
Un dato pinta lo detallista que podía llegar a ser esta organización: los celulares análogos tenían tecnología vieja, les habían sacado la membrana de la pantalla –por lo que no se podía ver quién llamaba–, atrás el chip prepago estaba limado, pegado y pintado de rojo –para dificultar la identificación del SIM–, y le habían quitado el puerto de carga –con el objetivo que en caso de ser incautados por la Policía no se pueda cargarlos para extraer información–.
En el medio, la mujer y el nene fueron trasladados –con la boca y los ojos tapados– hasta una casa de alquiler temporario de dos plantas situada en un barrio semiabierto de San Nicolás, donde permanecieron durante las 15 horas que duró el cautivero, hasta que fueron liberados en esa ciudad. No hubo pago, según afirmaron fuentes judiciales a Rosario3, ya que el empresario después de hacer una denuncia recibió en su domicilio a la Policía Federal que aterrizó en helicóptero en la base de Prefectura Naval, frente al edificio de las víctimas, y puso en alerta a algún miembro de la banda de había quedado en inmediaciones de la torre para ver qué hacía el hombre.
Los delincuentes, después de liberar a las víctimas, enviaron un mensaje al empresario, donde le indicaron que “esto no iba a quedar así”.
Cuando los investigadores avanzaron en la causa lograron conectar con otros dos casos recientes. Es que la organización, según parece, se dedica a asaltos millonarios –en crónicas policiales de Entre Ríos y Buenos Aires se los consideró "piratas del asfalto"– y a secuestros extorsivos.
El primer secuestro en barrio Martin
El primero de los hechos que protagonizó esta banda en Rosario, o al menos del que se tiene registro fue el 20 de junio de 2021. También fue en barrio Martin y esta vez apuntaron directamente al empresario al que querían sacarle dinero. Se trata de un hombre de negocios imputado en la megacausa inmobiliaria de Rosario.
Aquel día la víctima, que no quiso radicar la denuncia de su secuestro, había salido a correr, como hacía habitualmente, por la costanera del centro. Personas que se bajaron de un auto lo frenaron con una falsa cédula judicial que tenía un logo del Poder Judicial de Santa Fe y lo hicieron subir al vehículo bajo el engaño de una falsa citación por la causa penal en la que estaba involucrado. Lo que ocurrió luego fueron comunicaciones con su socio –bajo el mismo sistema de teléfonos acondicionados, a los que llamaban de manera aleatoria–, que quedó como el encargado de reunir el dinero para pagar el rescate.
La plata abonada fue 80 mil dólares y 1.200.000 pesos que pusieron entre varios empresarios que conocían a la víctima e hicieron una “vaquita”. Entre los aportantes estuvo el hombre cuya pareja e hijo fueron secuestrados el 10 de octubre de este año. Ya para entonces lo tenían estudiado, puesto que al encargado de juntar el dinero le indicaron que debía pedirle más billetes específicamente a él y dieron hasta el piso de la torre Aqualina en el que vive.
Un secuestro en San Nicolás
El golpe más exitoso de la estructura lo dio el 24 de enero de este año, cuando un empresario del rubro del combustible salió del gimnasio, fue a su casa de Villa Ramallo situada en una zona poco urbanizada a bañarse y camino a la firma en la que trabaja fue interceptado y obligado a meterse a un auto. Con el mismo sistema de comunicaciones, los delincuentes mantuvieron varias conversaciones con el hermano de la víctima mientras el padre de ambos juntaba el dinero para abonar la liberación.
El desembolso se concretó y, de acuerdo a la estimación judicial, fue de 600 mil dólares. La víctima fue bajada de un utilitario y pudo retomar su vida de bajo perfil, hasta que a finales de noviembre de este año un pariente suyo fue noticia por el vuelo rasante de un helicóptero sobre el río Paraná que terminó en un accidente con un fallecido y heridos.
Uno de los teléfonos puestos a disposición del hermano del secuestrado también se usó en el hecho que tuvo lugar el 10 de octubre pasado en Rosario, dato al que arribaron los investigadores policiales y judiciales que conectaron las causas a partir de mecánicas similares.