El cambio climático por el calentamiento global generado por las acciones humanas ya no es “probable”, ni “muy probable” sino “inequívoco”. Así evolucionaron los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas (ONU), creado en 1988 e integrado por especialistas de 195 países.
Carolina Vera es una científica argentina (doctora en Ciencias de la Atmósfera e investigadora del Conicet) que integra ese grupo de expertos y no duda: las olas de calor son más largas, más extremas y más frecuentes. También cambió la forma de llover, incluso en tiempos de sequía, las tormentas son más fuertes.
“Una ola de calor severa se daba una vez en 75 años en la era preindustrial (1850 a 1900) y ahora la tenemos una vez en 15 años. Ya estamos con una temperatura 1,1 grados mayor que en aquel período y en un mundo de 1,5 grados (llegaríamos entre 2030 y 2035) ese aumento será nueve veces más frecuente”, dice Vera a Desde la Redacción, el podcast de Rosario3.
La ciencia tiene sus límites: como los efectos de gases invernadero no paran de crecer entonces la temperatura media global aumentará a largo plazo pero es más difícil anticipar fenómenos puntuales y locales (por ejemplo cómo será la lluvia en Argentina el próximo verano o el impacto concreto de El Niño).
Otro indicador de una deriva que lleva el planeta al límite es el presupuesto de dióxido de carbono a emitir. “Si seguimos a la misma tasa nos quedamos sin reservas, el mundo debería reducir e incluso capturar emisiones para no superar esa cantidad”, afirma Vera y señala que en pandemia hubo una reducción de alrededor del 7% porque se paró buena parte de la economía. “Eso sería lo que se necesitás todos los años. Es súper ambiciosa la meta”, aclara.
En una realidad desigual e injusta, el cambio climático no escapa a esa condición. La mortalidad humana por fenómenos extremos (inundaciones, sequías o tormentas) fue 15 veces mayor en regiones de vulnerabilidad social frente a otras de menor vulnerabilidad, que a su vez son las que más alimentan el problema. Ese impacto diferencial también se ve por personas según su condición social.
Con menos optimismo que años atrás, porque las advertencias se repiten y la situación no mejora, al margen de algunas transiciones en marcha, por ejemplo en energía, la profesora de Ciencias de la Atmósfera llama a modificar el uso de la tierra (la deforestación, la agricultura intensiva, la falta de planeamiento territorial), los patrones de consumo (incluso las dietas) y el transporte (los aviones y autos son el principal impacto según el país).
En definitiva, Vera explica cómo se estudia el calentamiento global, detalla las fuentes que van desde modelos matemáticos complejos a mirar los anillos de los árboles centenarios, habla del rol de Argentina y señala qué podemos hacer las personas además de reclamar a los Estados y a las grandes compañías.