“El éxito es como llegar al borde del abismo, un paso más y desaparecemos, si damos un paso para atrás podemos aspirar a la gloria”.
Mil frases, cientos de refranes, una verba florida y muy atractiva. Todos esos son atributos de César Luis Menotti, que además fue un jugador de fútbol de remate poderoso que antes de cumplir 40 años fue campeón del mundo como entrenador.
Pero el punto de inflexión en su carrera comenzó el 12 de octubre de 1974, cuando se estrenó como técnico de la selección frente a España. Aquella vez armó un mix entre su Huracán campeón 1973 y Boca, más un jugador de Racing y otro de River.
Rubén Sánchez (Boca); Vicente Pernía (Boca), Jorge Paolino (Racing), Roberto Rogel (Boca) y Jorge Carrascosa (Huracán); Miguel Angel Brindisi (Huracán), Francisco Russo (Huracán) y Carlos Babington (Huracán); René Houseman (Huracán), Edgardo Di Meola (River) y Enzo Ferrero (Boca). Marcelo Trobbiani (Boca) ingresó por Brindisi y Osvaldo Potente (Boca) por Babington. El partido terminó 1 a 1 con gol de Rogel.
Ese día nació una nueva selección argentina. Hay un antes y un después de Menotti.
Tras el desquicio que fue la previa del Mundial de Alemania (por entonces Federal) 1974, con cambios permanentes de entrenadores y convocatorias sorprendentes, Menotti logró que los jugadores argentinos quisieran jugar en la selección, algo que no era muy común y hoy, por suerte, es moneda corriente.
Argentina hoy es campeona del mundo por tercera vez y potencia mundial, pero la semilla se plantó en 1974, cuando Menotti asumió el cargo.
“Tenemos que tener en claro que los jugadores no son jugadores de fútbol, son hombres que juegan al fútbol”, es una de las frases célebres del fundador del menottismo, una de las corrientes, junto con el bilardismo, que más allá de los antagonismos, hizo crecer al fútbol argentino hasta llegar hasta hoy.
Son dos corrientes casi fundadoras de la selección, que después parió a Diego y a Lionel.
El destino quiso que un día en el que Estudiantes se consagró campeón, el Flaco pasara a otro plano y se eternizara su figura.
Argentina hoy es campeona del mundo por tercera vez y potencia mundial, pero la semilla se plantó en 1974, cuando Menotti asumió el cargo
Lo despidió el mundo entero y aquí casi como un capricho, bilardistas y menottistas se fundieron en un aplauso cerrado y muy emotivo en el Madre de Ciudades de Santiago.
Más allá de las diferencias, César se merece ese reconocimiento, como el institucional de la AFA, ya que era Director de Selecciones Nacionales, un cargo casi testimonial y honorífico.
El “fundador” de la selección argentina moderna se ha ido. Desde arriba seguirá defendiendo sus principios. Esos mismos que el mundo futbolero entero reconoce y también discute.
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