Son muchos los pibes que consiguen narcotrabajo. Entran fácil sin presentar CV pero no salen nunca más. Diría Charly, la entrada es gratis, la salida vemos. El final del contrato es potente, no hay jubilación: o presos o muertos. Laburo costoso que entrega mucho billete pero siempre pagará mal. Morir a balazos en un pasillo oscuro con zapatillas de 40 mil pesos o ser el zombie de la cárcel que lavará la ropa de los otros malditos que siembra la narcoempresa. Una trampa sin fin.
Se estima que un bunker deja poco más de un millón de pesos por semana de ganancia. Ganancia neta. En estas calles hay cientos. En cada uno “viven” diez o quince pibes. Dinero a granel que no paga impuestos pero “la tasa de los permisos” va en un ascenso piramidal. Y más allá del uso final de esos fondos (el bienestar doméstico de los funcionarios de control o el regreso de ese dinero financiando la narco política) el negocio está vivo mientras sus empleados mueren sin paritarias.
Para un vasto sector social de esta comarca es mucho más fácil vender drogas que terminar la escuela. Es más sencillo trabajar para los malos que soportar el desprecio del “mercado laboral formal”. Qué empresa da trabajo a pibes sin estudios primarios o entrazados con la facha de la pobreza. O la falopa, o los cartones de la basura, o ser el linyera vestido de limpiavidrios. Acorralados.
No hay un plan para ellos. La política extrema muestra sus perversos dientes a diario. Están en otra. Pelean por la manija. Ella, la todopoderosa jubilada (y pensionada) que gana 4 millones por mes en un país donde el 70% de los jubilados (y pensionados) no llega a 1% de ese monto está viendo otro canal. No interesa resolver el problema sino tener el poder para evitar que otros lo tengan. ¿Es legal esa obscena distribución de ingreso? Si, Ella no los roba. En Argentina las leyes y fallos que posibilitan privilegios son parte de nuestros cimientos barrosos.
En la provincia de Buenos Aires apoyan con riesgos las políticas de Reducción de Daños. “Si tomas cocaína, anda de a poquito”, sugirió un volante sanitario en Morón. Las criticas fueron ideológicas y enredadas en la trampa de la grieta. Es más fácil enseñar a tomar drogas que transmitir amor por el conocimiento y la lectura. Los pibes se masacran el marote y después balbucean como L-Gante, estrofas con percusión de balaceras, chalecos antibalas y manoplas de matón.
El ministro de seguridad Sergio Berni, cree en la reducción de daños y en la intervención sin pudores del Estado en estos temas. “Descarten lo que compraron en las últimas 24 horas”, les dijo por televisión a los adictos de Puerta 8. Droga mortal adulterada con carfentanilo. Un golpe político a su gestión. En esa provincia el Narcotráfico derrama sus riquezas a punteros que dan trabajos más formales a la población desplazada. La Gran Pablo Escobar? Aquí en Rosario aún resuena potente la voz de Marcos Jeremías Mac Caddon cuando le dijo a Guille Cantero que podía vender en el Cordón Industrial. “A mí la porquería (droga) no me interesa . Pero si me sirve para darle laburo a los pibes. Cooperativas, fabricas, hacer calles, arreglar veredas. Yo estoy en esa, viste? Tengo buena onda con los intendentes”.
Mac Caddon (según la escucha judicial) había presentado a Guille Cantero a políticos y policías del cordón industrial para unificar el narconegocio a cambio de que la rentabilidad se derrame en “el barrio y su gente”.
El negocio es fastuoso. Es imposible que sea administrado solo por la marginalidad: en todo el país se maneja integrando a fuerzas del estado. Cualquiera que participe del esquema sabe que hay consecuencias. Llueve dinero pero sucio. Tomar, vender, comprar, morir.
“Legalizar la droga es la única forma de acabar con el narcotráfico'. dijo mil veces Mario Vargas Llosa. La prohibición como narcótico de un mercado que enriquece a bolsillos sucios. “Si bien creo que hay riesgos que habrá que medir, la guerra militar contra el tráfico de drogas solo ha beneficiado la corrupción y el negocio clandestino. Ya es hora que el mundo ensaye otro camino”, dice Vargas Llosa, un liberal a ultranza que confrontaría hoy con la opinión de los liberales argentinos.
La droga de la droga es la prohibición. Su estímulo, su potente entusiasmo, es la persecución legal. Desde allí monta el escenario de la codicia y deseo. Hace algunos días, en el centro de consumo más importante del mundo, habilitaron negocios de venta libre de marihuana. A minutos del Central Park de Nueva York, en New Jersey hay locales que venden libremente a mayores de 21 años canabbis con fines recreativo.
Y no es el único Estado. Mientras Nueva York espera su turno la población norteamericana ha votado por la legalización desde hace 10 años desbloqueando la prohibición en Arizona, Montana, Dakota del Sur y Missisipi.
Un abrazo, mamá, papá, amigos, la pelota, el campito, las chicas, la escuela. Comer tres veces al día en una mesa afectuosa. Que el viejo o la vieja lleguen fusilados de laburar para bancar la casa. Que haya proyectos. Saber que responder cuando pregunten que querés ser cuando seas grande. Tener esos sueños en una cama cómoda. En este tiempo y mundo, lo básico es lo imposible. En este rincón los pibes ven el confort económico y sus planes “laborales” alrededor de ese local que vende una sustancia que muchos compran. Con armas en la cintura que les vendió un policía amigo. Narcotrabajo, nos destruye en el mundo que supimos construir.
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