Extrae la semilla del nogal y dice: “Hace 15 años este árbol no existía. Alguien lo plantó. Mes a mes yo lo cuidé: gestión del suelo, agua, temperatura. Sin ese proceso no tendría esto en mi mano”.
Utilizar la naturaleza para hablar de fútbol y de la relaciones humanas. Eso hace “El Ingeniero”, la película de Diego Arsuaga (aconsejo verla en http://www.clickveo.com/uno/contenido.aspx?243 ). Todo sucede en el medio de un bosque, hogar de un entrenador de fútbol jubilado, que guarda un secreto que intenta ser develado por un periodista. La película es uruguaya. Y aunque no se diga, es clara la mención al Maestro Tabárez (aunque Arsuaga también menciona a Bielsa entre las inspiraciones para su personaje).
Este año, Tabárez cumplirá su cuarto Mundial siendo entrenador de Uruguay. Nadie, nunca, había alcanzado ese número con mismo equipo. El “proceso Tabárez” lleva más de 10 años y está cimentado en logros deportivos pero también en valores que lo vuelven contrario a lo usual. Espíritu colectivo e identidad común entre todas las selecciones.
El debut del mediocentro Federico Valverde en la selección mayor el año pasado sirve como resumen. Arévalo Rios, a quien Valverde le quitó el puesto, quiso concentrar con él y estuvo pendiente de su situación. Tabárez, quien decidió alinearlo como titular, lo conocía desde cuando tenía 13 años: “Vino al complejo en selecciones juveniles y era aún más introvertido que ahora, más flaco. En un momento creció. Si está jugando es porque hay convencimiento. A estadio lleno, dio un paso adelante. Hizo un gol, recuperó pelotas. Todos sentimos satisfacción”, expresó el DT de Uruguay tras el primer partido del jugador.
Valverde, como no es indiscutible en su equipo Deportivo La Coruña, ya declara que si no está convocado para Rusia 2018 es por culpa de él y de nadie más. El mes pasado ganó el premio al mejor jugador del mes y en lugar de publicar de inmediato una foto en Instagram, devolvió el galardón entre sus compañeros porque “no lo merecía”. Su pase pertenece al Real Madrid y su juego determinó un cambio de estilo en su selección. Si antes Tabárez contaba con mediocampistas más aptos para la recuperación, ahora sumó a Vecino, Bentancur y Valverde para unirse a través de los pases. Con la historia del mediocentro Valverde, Tabárez esperó y pudo ver nacer a “un Kroos” en su país, un país con el nombre de un río.
El proyecto de Tabárez hizo que un equipo juegue como un grupo y que tenga admiración por los valores fomentados. El camino es la recompensa, dice una y otra vez. Cuando el proceso cumplió diez años fue citado como ejemplo de planificación a largo plazo en instituciones y escuelas uruguayas.
Puede ser que el entrenador uruguayo vea a su “semilla” Federico Valverde en el Mundial. O tal vez no. Y se retrase un poco más. Tampoco sabe si su equipo volverá a jugar siete partidos como en Sudáfrica 2010. Tan sólo una cosa es segura. Su “bosque” (como suele llamar el personaje de la película a un equipo de fútbol) será para siempre asociado a algunas palabras: valores, respeto, proceso colectivo. Y eso es lo que de verdad importa.
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