Por siempre Italia 90 será aquel himno inolvidable de “Un verano italiano”. Y Diego que "todo roto igual es Gardel", según la prosa relatada de Víctor Hugo en la jugada que terminó con Cani mandando a los brasileños antes de tiempo a casa. Y Goyco, en la Florencia de los renacentistas brillando con sus manos, justo donde Miguel Ángel, Da Vinci, El Grecco, Botticelli y otros ñatos crearon belleza e historia viva del arte con las manos. Mira vos que destino, ¿no?
Por siempre Italia 90 serán mis 14 años de pibe viviendo un Mundial con emoción de nene y juguete nuevo, ya con todas las antenas paradas. Escuchando todo lo que venía por radio desde aquella deslumbrante Roma, otrora de los Savoia y su glamour de “Cittá Eterna”. Por esos tiempos en mi casa ya se escuchaba a Víctor Hugo en la inolvidable Competencia de Radio Continental, de la que luego tuve la fortuna inmensa de participar como relator. “El Olímpico de Roma que es el Olímpico de Munich”, en palabras del juglar uruguayo rezongándole a los tanos que iban por la Alemania de Beckenbauer, Matthäuss, Brehme y compañía.
Qué incómodo les resulto siempre Diego a los del establishment del planeta. Maradona ya los había vacunado con aquellos dos scudettos para los del Vesubio “casi africanos”. Y eso no se perdona. Qué mal le cae al poder que la negrada gane. “La clase obrera va al paraíso”. A esta altura creo que solo en el cine.
Por siempre Italia 90 será mi primera puerta para ingresar a las preguntas de su arte en la pantalla grande. "Maaa, ¿quién es Federico Fellini?". Y Mastroianni, Manfredi, Tognazzi, Giannini, ¿para quiénes jugaban? Reggistas de qué equipos eran Ettore Scola, Monicelli, Antonioni, De Sica, Petri. Con esa delantera, seguro Lollobrigida, Loren y Cucinotta jugaban de titulares. Chiste horrible de otros tiempos. Y una trampa, María Grazia apareció luego, con El cartero de Neruda y una inolvidable actuación de Massimo Troisi.
Por siempre Italia 90 será la pizzería de mi viejo Roberto y mi tío Edmundo, y todos nosotros hablando de fútbol y de lo bravo que se venía todo porque el equipo estaba limitado en plantel y encima el Narigón Bilardo había dejado afuera al Pelado Díaz, que le hubiese venido bárbaro a Diego cuando en la final nos faltó Cani, Giusti y el Vasco Olarticoechea. Mirá qué tres, la puta madre. Justo en la final. Lo otro que se venía era el brutal neo-liberalismo del Turco. Ese finalmente nos goleó a todos. Aunque luego olvidamos rápido.
Italia 90 será por siempre la Trastévere protegiendo la ribera occidental de ese Tíber aguardando por la fiesta del Ferragosto de la ciudad eterna. "En una Roma desierta de un Ferragosto cualquiera". Así comienza la inoxidable “ll Sorpasso”, de Dino Risi, que contará con una deslumbrante actuación de Gassman y Jean Louis Trintignant. ¿Te acordas? Qué película.
Desde hoy, miércoles 18 de septiembre de este apático 2024, Italia 90 también será los goles de Salvatore Schillaci. El que hoy fue convocado para vestir la camiseta de la eternidad. Qué lo parió, ya son varios los que patean para ese arco. Todos creparon prematuramente. Diego, Gianluca Vialli, Brehme y ahora quien fue el capocannonieri de aquella memorable Copa del Mundo.
Lo sufrimos a Totó. A los 17 minutos de esa semifinal en Nápoles fue el más astuto de la cuadra y con una velocidad que ya hubiesen querido Franco Nero o Giuliano Gemma para sus Spaghetti Western, fusiló al Vasco Goycochea para poner a la Azzurra 1 a 0 arriba. Después empató el Cani y en los penales San Gennaro hizo lo suyo. También el Goyco, obvio. Y Diego, que superó a Zenga.
Uno más de aquellas inolvidables figuritas de Italia 90 partió a ese otro plano que no sabemos por nada de qué se trata. Mientras que acá, en estos lares de la existencia, nos quedamos con una melancolía que nos gana por goleada.
Caro Totó, hasta nuevos goles. Como aquellos de ese inolvidable verano italiano, cuando éramos tan pequeños y felices, y no lo sabíamos.