Me invitaron a la fiesta de 15. Estoy entre los elegidos de la cumpleañera para la ceremonia de las velas, soy del grupo selecto con el que mantiene un vínculo especial. Qué nervios. Tengo que hacerle una dedicatoria antes de que el fuego se apague, quiero decirle que la quiero y desearle lo mejor del universo.
Feliz cumpleaños, Rosario3. Gracias por invitarme a la celebración. Me siento afortunada de haber formado parte de tu historia. Te vi nacer, estuve en la sala de partos, te acompañé en tus primeros pasos, a decir tus primeras palabras. Y aunque la vida nos llevó por caminos distintos, desde entonces de alguna manera seguimos conectados.
No puedo creer que hayan pasado quince años desde que naciste. Me convertí en la tía que en los eventos familiares te mira y dice eso, perdón, no sé en qué momento pasó.
Alguien miente. ¿Quince años ya? Parece que fue ayer, pero a la vez no.
En 2006 el mundo era otro, los medios eran otros, la tecnología era otra. Nosotros éramos otros.
Pensábamos que con la gripe aviar se iba a terminar el mundo pero no pasó. Alucinábamos con la estrategia de un grupo de ladrones que dio un golpe al banco Río. Nos angustiábamos con la desaparición de Julio López. Empezábamos a ver por cable una serie sobre un grupo de personas que habían caído de un avión a una isla desierta. Los celulares tenían teclado.
Y acá estamos, quince años más tarde.
Tenemos otra “gripe” dando vueltas, bastante más agresiva y compleja. Desapareció Tehuel y no lo encuentran, como no encontraron aún a Julio. Ahora los golpes se dan desde las cárceles, donde los criminales son liberados con grupos comando. Pero al menos tenemos cientos, miles, de series para ver cuando tengamos ganas desde el dispositivo que tengamos más cerca. Hasta ese celular gigante con pantalla plegable.
Si existiera una máquina del tiempo iría a visitarnos para reírnos un rato, porque si algo hicimos en esa redacción fue reírnos. Y también aprender. Mucho. Juntos. Lo que aprendí en esa etapa fue la base de muchas otras experiencias en otros espacios.
Si viajara al pasado quizá nos recomendaría tener paciencia, anticiparía que las largas jornadas de trabajo iban a dar sus frutos, que todo va a salir bien. Pero no intentaría evitar ningún error. En los tropiezos del camino estuvo -está- toda la gracia del aprendizaje.
“¿Te acordás de la pedrea, cuando nos quedamos sin conexión en la redacción y le explicamos por teléfono al hermano de Javi cómo actualizar la home?”.
“¿Te acordás de la entrevista de Novaresio al comerciante chino afectado por los saqueos que no hablaba una palabra de español y cómo te tentaste intentando descifrar lo que decía?”.
“¿Te acordás de cuando Messi se sentó en mi computadora y le sacaste una foto? Todo el mundo quería después sentarse en esa silla”.
“¿Te acordás de cuando vimos el mundial en la redacción, comimos sandwiches o empanadas ese día? ¿Te acordás de cuando te volviste loca armando el sistema para la cartelera? ¿Te acordás del video inicial de Lisandro (Machain) con papas que se convertían en puré?”.
Me acuerdo de todo, salvo de qué comimos cuando miramos el mundial.
Desde que me fui trabajé en otros medios. Pero una parte de mi corazón se quedó en vos, siempre lo digo.
Tengo tantas camisetas puestas que me siento Joey en el episodio donde se pone toda la ropa de Chandler.
Algunos se me ríen. Creo que no entienden porque no estuvieron ahí. Formar parte del nacimiento de un medio genera mucha adrenalina, el vínculo que se da en el grupo es difícil de explicar.
El 20 de julio de cada año voy a seguir celebrándote, porque siempre vas a ser para mí esa isla bendita, ese paisito, ese Uruguay. Por lo humano, por lo profesional, por el tiempo juntos. Por el éxito indiscutido en el que se convirtió esa aventura que en sus inicios parecía tan arriesgada.
Que no se apague el fuego pero que termine esta ceremonia y no tengamos necesidad de pañuelitos. Pongan la música bien fuerte, pretendamos que la pandemia no existe, vamos a fundirnos en un abrazo y corramos juntos a la pista, trago en mano, porque no hay nada mejor para celebrar que bailar y reír hasta entrada la madrugada. Chin chin, Rosario3. Por muchos años más.