La Bolsa de Comercio de Rosario cumplió 140 años y el viernes tiró la casa por la ventana. A eso de las 20 llegó el presidente Javier Milei y tiró el cumpleaños por la ventana para transformarlo en una autocelebración desacoplada de lo que hasta ahí había sucedido.
Ni feliz cumpleaños dijo el presidente. Nunca mencionó a la institución en la que estaba ni agradeció la invitación. Tampoco se refirió lo que las autoridades que lo precedieron le habían señalado o reclamado.
El cuadro es invariable: Javier MIlei utiliza el lenguaje de su especialidad, la macroeconomía, con información técnica en exceso, y por momentos con pedantería. Enfoca y habla durante mucho tiempo de sus temas de interés, pero le cuesta saber cuándo es momento de terminar la conversación. Este viernes se repitieron esos aspectos de su personalidad, al punto que, a excepción de algunos gestos de histrionismo, resultó un tedio y aburrió a una platea que a prima facie comparte el trazo grueso del ajuste fiscal que estaba defendiendo.
Lo que dejó Milei en Rosario
En lo político se vio a un presidente golpeado por una semana de escándalos en la bancada oficialista y tres derrotas políticas en el Congreso –reforma de los aumentos a jubilados, rechazo del DNU con presupuesto para la Side y pérdida de la presidencia de la Comisión Bicameral de Inteligencia–. No es la primera vez que le toca perder, pero la novedad radica que hasta el PRO de Mauricio Macri lo dejó solo.
En la adversidad, el presidente fugó hacia adelante. Vino a Rosario a defender su capital político, revitalizó la retórica áspera que lo caracterizó en campaña y que había morigerado los últimos meses. Volvió a su registro discursivo de candidato, y no es casualidad que haya necesitado jugar tan temprano la carta de la reelección.
En la Bolsa de Rosario definió el superávit financiero (es decir la diferencia positiva después del pago de intereses de deuda) como su trinchera. “Es innegociable”; “No me lo van a quebrar”, “No lo voy a entregar”, frases que repitió. Una fuente con llegada al Ministerio de Economía contó que a los funcionarios que el jueves a la noche convocó en Olivos para definir el veto del aumento jubilatorio, les dijo: “Prefiero ir preso antes que entregar el resultado fiscal”.
El problema de cuando el superávit sea el fin en sí mismo –MIlei lo lleva al extremo de decir que está dispuesto a inmolarse por él– es que el Estado se desvincula de la solución de los problemas concretos. ¿Es superávit si para cerrar los números se sacrifican las funciones más elementales del Estado como cortar los yuyos y tapar los baches de las rutas nacionales?
Esta disociación quedó a la vista en la Bolsa: mientras el presidente de la entidad Miguel Simioni, el intendente Pablo Javkin y particularmente el gobernador Pullaro le pedían que se ocupara de la infraestructura vial básica, Milei ni siquiera consideró esos temas porque entre las variables monetarias, cambiarias y fiscales que considera esenciales no son relevantes los siniestros viales y que eventualmente gente pierda la vida en rutas nacionales destrozadas –como viene sugiriendo el ministro santafesino Lisandro Enrico y esta semana lo explicitó el gobernador de Río Negro y aliado de Milei–. En la concepción, el Estado es el superávit.
Es la política
Milei explica los problemas que tiene con el resto de las fuerzas políticas y el Congreso como resultado de la existencia de degenerados fiscales, brutos, corruptos y chantas. Pero como sea que los disfrace, el problema es la política, la falta de acuerdos y consensos que lo llevan a derrotas que le obligan a vetar una ley que le da unas decenas de miles de pesos a jubilaciones que apenas superan los 300 mil pesos. También a Cristina Fernández el Congreso la forzó a vetar e 82%, pero Milei corre el riesgo extra de que le volteen el veto porque se le juntaron enfrente los dos tercios de los diputados y senadores.
El presidente se preguntó ¿qué hacían votando juntos el PRO y el kirchnerismo? Se entiende la chicana a Mauricio Macri. Pero el propio macrismo podría invertir el sentido de la pregunta a un gobierno que tiene todas las herramientas necesarias para con bastante poco contener a sus potenciales aliados (que además se mueren de ganas de ayudar).
Caída la operación de fusionar el PRO a La Libertad Avanza que Milei intentó vía Patricia Bullrich, el plan en adelante parece ser aguantar en campaña permanente hasta las elecciones del año que viene, convencido de que consolidará su liderazgo y podrá tratar de otra forma con el Congreso. Pero esa película, si sucediese, comienza recién en diciembre de 2025, dentro de un año y dos meses.
Así como las derrotas que sufrió Milei en el Congreso le recuerdan sus límites, el triunfo de la oposición no es otra cosa que la confluencia circunstancial de sectores con intereses, necesidades y razones diferentes. Hoy confluyen y mañana no. Una cosa es que el gobierno como minoría no logre conformar una alianza mayoritaria, pero otra es que no se dé una estrategia para impedir que enfrente voten juntos el macrismo, la izquierda, la UCR y el kirchnerismo.
Seguridad y una apuesta de Pullaro
Patricia Bullrich estará este lunes en Rosario, para repasar el trabajo conjunto en la provincia con el gobernador Pullaro. Dicho sea de paso, los pasajes más aplaudidos de los cuatro discursos en la Bolsa de Comercio fueron los referidos a la baja de delitos en la ciudad y al empeño de la Casa Gris en presionar a la Nación para que arregle las rutas nacionales. “Si entienden que no pueden hacerlo les pedimos que nos cedan las trazas nacionales para hacernos cargo nosotros. Acá hay un gobierno que se hace cargo, que va al frente y que no arruga”, fue la festejada frase del gobernador ante una platea que tiene las obras de infraestructura en el complejo agroindustrial y exportador como prioridad número uno.
Esta semana en la Legislatura la comisión bicameral de Acuerdos tomará las entrevistas personales a Valeria Haurigot, Horacio Pueyrredón y Mario Guedes. Lo que tiene de especial es que son los primeros tres nombres que envió el actual gobierno para ocupar cargos de jueces, y además en la Cámara de Ejecución Penal un órgano judicial considerado clave para apuntalar las políticas de seguridad que ejecuta el ministro Pablo Cococcioni.
El concurso generó polémicas, como ya se contó, motivó impugnaciones de otros concursantes, inquietud en los estamentos por cómo se desarrolló la selección y el Partido Justicialista calentó el clima el viernes pasado con un comunicado en el que dice que es “inaceptable convalidar la alteración y uso arbitrario del reglamento”, dando a entender que sus legisladores votarán en contra.
El desempeño en las entrevistas personales será relevante en este caso en el que surgieron cuestionamientos desde ámbitos judiciales y políticos. El gobernador, que conoce de cerca las fortalezas y debilidades de Haurigot y Pueyrredón por sus trabajos en la fiscalía, está firme en su elección, convencido de que poseen el perfil adecuado que necesita la cámara, y dispuesto a asumir los costos de haber promovido postulantes que no hubieran llegado a donde están si no fuera por voluntad del Ejecutivo.
El alcance de la reforma previsional
Mientras tanto, Unidos pule el proyecto de reforma previsional que se ingresará a las cámaras. El borrador se trabaja en los bloques del oficialismo, con predominancia de socialistas y radicales, e intercambios con gremios.
La definición medular es qué parte del déficit de sistema previsional va a financiar la reforma y qué parte seguirá a cargo del Tesoro provincial. Una vez tomada esa decisión resta consensuar los instrumentos para llegar al objetivo. Las variables posibles son conocidas: modificaciones en la edad jubilatoria, aportes, eliminación de beneficios de 2x1, futuro de los regímenes especiales. Ese es el quirófano en el que está operando Unidos.
El Ejecutivo plantea que el problema es serio y que va a ser cada vez peor, porque el Estado provincial va a un proceso de mediano y largo plazo con menos empleados públicos (por menor cobertura de vacantes y alta incidencia de cambios tecnológicos) combinado con una mayor expectativa de vida.
“El gobernador no tiene una mirada única y cerrada sobre esto. Sí entiende que hay un problema, que asume que hay que darle una solución. Estamos en el momento de resolver cómo se va a hacer, pero acá nadie se va a jubilar diez años después ni va a perder el 10% de su salario de un día para el otro”, dicen a su lado.
Como en el caso de los pliegos de la Cámara de Ejecución Penal, la reforma previsional podría ser otro tema en el que ninguno de los bloques opositores quiera pagar costos por una ley que, aunque se sepa necesaria, puede sacarla el oficialismo con su propia mayoría.
El bloque que lidera Amalia Granata no adelantó posición, y el Partido Justicialista se pronunció de una forma muy genérica, “preocupado por el impacto que la reforma previsional tendrá en los trabajadores” y en el que pide cuidar que no todo recaiga en las espaldas de los trabajadores, más cuando buena parte del déficit es porque la Nación no paga sus compromisos.
Casi todo el arco político coincide en que hay un problema a corregir, las diferencias están en la dimensión de problema. Ese es un asunto que el peronismo, que viene de ser gobierno y conoce la problemática de adentro, debe procesar. Hay un dato: el Ejecutivo no planteó la reforma como un simple ajuste, sino como un problema de sustentabilidad a futuro, y dice que es una mirada que la mayoría de los gremios estatales comparte.
El peronismo argumenta que no hay riesgo de una espiralización del déficit y que el rojo actual no es crítico en relación a los recursos totales del Estado provincial. El gobierno rebate contando escuelas y kilómetros de rutas que deja de hacer porque tiene que destinar el dinero a costear el déficit previsional.
Hay una faceta de la reforma que se puso a correr pero que estaría perdiendo fuerza según fuentes legislativas, que es la de subir la edad jubilatoria de las mujeres y hasta igualarla con la de los hombres. Quienes argumentan en contra afirman que Santa Fe se estaría adelantando al gobierno nacional y además sería el caso testigo que habilitaría la suba de edad en el resto del país. Ni socialistas ni peronistas parecen dispuestos a ir por ese sendero.
“Que quede claro, somos una alianza muy amplia, tenemos desde partidos pro obreros hasta pro empresarios, es natural que haya diferentes miradas, pero no hay tensiones como por ahí se dice”, aclaran por el lado del pullarismo. El socialismo también despeja dudas: “Hay miradas distintas en dos o tres puntos, pero somos muy optimistas en alcanzar un acuerdo interno”, ratificó una alta fuente partidaria. El proyecto de reforma previsional se prepara para salir del horno.