La idea, como negocio, es genial. El poderoso Facebook, metido de lleno en la industria del fútbol, paga millones de dólares por la transmisión de un partido de Copa Libertadores (por ahora, los de los días jueves) y potencia la recaudación, que luego retroalimenta a los clubes. La Conmebol no dudó un segundo en firmarle un contrato hasta 2022 al gigante de Zuckerberg.
Pero hay un ruidito que a los dirigentes sudamericanos se les pasó por alto. O que no quisieron ver: la calidad de conexión no es uniforme en nuestro país ni en todo el continente. Y por ende, los hinchas nos quedamos sometidos a los humores de la empresa prestadopra del servicio de Internet, al tenor de la conexión y a la capacidad de los procesadores de la propia computadora.
Experiencia personal: me conecto a mi cuenta de Facebook desde la PC de casa, llego a la página de la Conmebol, hago click en 'video en vivo' y... empieza la odisea. La imagen, lejos de asemejarse al HD de la tele 'normal', es mucho menos nítida y se corta cada diez segundos, al compás de los innumerables comentarios que van apareciendo en el margen derecho.
Cuando parecía que la transmisión se estabilizaba, al toque quedaba congelada. Pero, cosa rara, el audio seguía su curso: F5 y vuelta a empezar. Así, hasta que con la paciencia colmada (intuyendo que me iba a perder buena parte del partido haciendo fuerza para que no se corte) cerré el navegador con un dedazo en el mouse.
En el celular, todo fue diferente. La calidad de la imagen mejoró, ya no sufrí los cortes y pude ver el encuentro hasta el final. Eso sí: achinando los ojos para poder apreciar los detalles en una pantalla bastante más chica que el monitor. Y con la vista cansada cuando el árbitro lo terminó.
Es obvio que el fútbol es un negocio, tanto como que la Conmebol suele esconder sus escrúpulos (si los tiene) con tal de juntar una mejor recaudación. Como muestra, basta la mudanza a España de la final de la última Copa Libertadores (acá iría el emoji del señor pegándose en la frente). Por ende, no está mal que expanda sus vínculos comerciales y se abra a la llegada de otros capitales.
En este asunto, el quid es el de la exclusividad. Lo más razonable sería que Facebook pudiera transmitir los partidos que desee (por los que pague), pero sin quitarle a los hinchas la posibilidad de verlo de la manera convencional, en la tele del living o el dormitorio, a través del servicio de cable por el que paga una buena suma todos los meses.
El fútbol por las redes o en el celular puede salvarte el día si estás lejos de casa, tenés el cable cortado o estás trabajando. Pero como alternativa, no como una obligación. Anoche no pudimos elegir.