En dos semanas los habitantes de este suelo tomaremos tal vez la decisión más importante de los próximos cuatro años. La elección presidencial argentina es la herramienta más trascendente del compromiso democrático. El momento más destacado de nuestra organización política y social. No existe otra acción donde el estándar del ciudadano se eleve con tanto prestigio. En decidir sobre el camino que se tomará en los próximos cuatro años se monta nuestra ilusión y vitalidad ciudadana.
Hay dos y únicas opciones. Claras y contrastantes. Podríamos escribir sobre los blancos y negros, el bien y el mal, ellos o nosotros. Sin embargo, la paleta de los extremos, han incluido colores para darle matices al compromiso. Los buenos no serán tan buenos y claro que los malos tampoco serían tan malos.
La ambigüedad del interés político. La idea de un régimen con partido único administrado por una intensa economía de mercado es un modelo seductor para aquellos que no se bancan con argumentos ningún atisbo de disenso. Multiplicar las voces y sumar a quienes no quieren eso, con la idea de defender la democracia, pero también sus “enramados” business es el otro punto de la balanza dominical.
En el pillaje de los sueños y las ilusiones todos serán socios.
Sin embargo, está claro que esa paleta de colores entre el blanco y negro incluye apoyos develadores. Los que reniegan de la democracia, los que no creen en ella apoyan a un candidato. Los que enarbolan bibliotecas cargadas de textos sobre el compromiso de elegir a sus representantes con nariz tapada o no apoyan al otro.
Creer o no creer en el Estado, en la división de los poderes, en el sistema que a punto de cumplir 40 años nos ha organizado. Aunque se le pueda achacar su impotencia en resolver los conflictos básicos y de ser cómplice del diseño, entre sus “palacios”, de una aristocracia con privilegios.
Pero no es todo lo mismo. Alfonsín conoció cada rincón de esos “templos” y murió en el mismo lugar donde su madre vivía en Buenos Aires, Cristina Fernández transita esas mismas calles sin que las suelas de sus zapatos pisen las baldosas. Flota en la “divinidad” del tiempo, con las alas que le dieron décadas de saber (desde Santa Cruz a la Casa Rosada) como organizar y comisionar esos recursos para su comodidad. Y Macri, vestido de garante de la opción competitiva, podrá escribir como usar ese sillón una y otra vez para el engorde y el aplauso propio y de sus amigos.
No hay tribunal que juzgue la ética de la política. Se juzga al ladrón, al que se la llevó. A los bolsos de López o a la que juntó inexplicablemente Insaurralde. La mala praxis política queda en los rincones del olvido. Solo argumento de chicanas en algún round de la legislatura. Volverá una y otra vez el 2018 cuando Mauricio dejó que se la llevaran sus amigos, aunque le hayan hecho perder la reelección y embargar las cuentas argentinas por los próximos 100 años.
El yin y el yang del ballotage muestra caras sin tibiezas. Ellos o nosotros. El bien y el mal. Y claro está que el que pierde no le hará nada fácil el camino al ganador. Si bien en esta tierra no hay amor visible, abunda el odio más grande del mundo.
Los que votan a Milei (por convicción o militancia anti) dieron cinco argumentos para hacerlo.
1. Aun no gobernó. No robó, no condicionó a la justicia, etc.
2. Oportunidad única de cambio. Antikirchnerismo
3. Ideas claras, sin tibiezas. Incluso las polémicas
4. Conocimiento económico para garantizar un plan. Estabilidad, reducción del déficit.
5. Carismático y decidido, el líder mas aclamado del ultimo lustro.
Los que votan a Massa dieron sus explicaciones.
1. Promete gobierno de unión nacional para enfrentar la crisis.
2. Sobrevivió competitivo a la gran tormenta inflacionaria: cuero duro para enfrentar crisis
3. Piensa Argentina con producción, trabajo, educación y salud publica, ciencia y tecnología y obras de infraestructura
4. Ejerce liderazgo. Escucha y toma decisiones.
5. Conoce los rincones y los subsuelos del poder argentino.
Le agregamos al esquema militante dos espacios para el anti voto. Aquel que moviliza el rechazo del otro para justificar la acción de ir a un camino distinto.
Por que No votar a Milei.
1. Inestable emocional. Del odio al amor. Peligroso.
2. No cree en el valor de la democracia.
3. Promotor de ideas polémicas: armas, órganos, niños y mercado.
4. “Inexperto y fácilmente infiltrable”
5. Solitario, con votos y militantes, pero sin equipos de trabajo.
Por que No votar a Massa
1. Continuidad Kirchnerista
2. Nula credibilidad. Sino pudo ahora, porque podrá después?
3. Responsable de una economía explotada
4. Por su historia zigzagueante y “oscura”
5. “Massa es inflación”, aumento de la pobreza, etc.
A dos semanas de la decisión nos queda confiar en el instinto. Algunos votarán por conveniencia personal o convicción dogmática, otros porque no hay más remedio. Los militantes del voto en blanco han callado su proclama y solo esconderán públicamente su decisión por el pudor de elegir al menos peor. Otros se quedarán en casa porque no confían en el resultado. Curitas e ibuprofeno: una ensalada de dolores, la democracia argentina.