La derrota de las fuerzas peronistas en la provincia y la ciudad mostraron dos caras bien distintas. Un contraste difícil de pasar por alto. En el búnker de Marcelo Lewandowski, perdedor en la pelea por la gobernación de Santa Fe, todo se cocinó rápido en medio de un clima de velorio, sin militancia y ni la marcha peronista se escuchó. La contracara, aún vencidos en la carrera por la intendencia, estuvo en el de Juan Monteverde, donde hubo calor popular, bombos y lágrimas para tamizar el trago amargo: un escenario de triunfo pese a que en las urnas no lo fue.

Juntos Avancemos y Lewandowski esperaron los resultados en el Centro Cultural Atlas, reducto del Partido Justicialista en pleno centro de Rosario, pero el clima nunca se encendió. Bien temprano, apenas cerraron las mesas de votación, todo estaba a medio armarse y con más periodistas que militancia. Eso no cambió después porque los bombos y las gargantas sonaron en el complejo Forest, donde supo funcionar durante años la discoteca Madame y armó su búnker Monteverde.

El Atlas espera por Lewandowski: sin militancia y clima de velorio. (Ana Isla/Rosario3)

El poco acompañamiento que tuvo el actual senador nacional y ex periodista deportivo de parte de otros dirigentes del espacio fue el reflejo de una campaña marcada por la interna y una relación fría y distante con algunos sectores. Ni el gobernador Omar Perotti ni figuras del plano nacional que no son de Rosario asomaron por allí. No fue una sorpresa.

El concejal y candidato a senador Lisandro Cavatorta, los diputados nacionales Germán Martínez y Marcos Cleri, el ministro de Transporte, Diego Giuliano, el diputado provincial Luis Rubeo y la concejala Fernanda Gigliani, fueron las caras más conocidas que bancaron la parada.

Germán Martínez y Diego Giuliano en el búnker de Lewandowski. (Ana Isla/Rosario3)

En el bar del Atlas, lo que más salía era el café. En la vereda, a pocos metros, dos peronistas que peinan canas, manos en los bolsillos, hablaban en voz alta y resignados sobre “algo que se veía venir” y que nadie supo evitar. Lamentaban la “escasa” cantidad de votos que sacó Juntos en la provincia, mientras esperaban que llegara el candidato.

Todo se resolvió rápido. Los resultados del escrutinio provisorio mostraron una tendencia irreversible a favor de Maxiliano Pullaro, Lewandoski, con gesto adusto, cruzó la puerta del centro cultural pasadas las 20.20 y unos 40 minutos después salió a reconocer una derrota “contundente” en un recinto semivacío y frío, con caras largas. Le quedó grande.

Lewandowski llegó al Atlas, reconoció la derrota y se fue. (Ana Isla/Rosario3)

Tal era la poca expectativa que despertaba en la previa la performance del peronismo de cara a la gobernación, que los pocos presentes e incluso los dirigentes hablaron más del “palo a palo” que protagonizaban Monteverde y Pablo Javkin para quedarse con la intendencia. La de Lewandowski era una caída inevitable, así lo hicieron sentir.

En Pichincha, está el agite


La pesadumbre del Atlas tuvo su contracara en el corazón de Pichincha, donde Rosario sin miedo revivió las noches de fiesta del viejo Madame y antes Punta Brown. Sí, aunque las urnas marcaron que perdieron.

Monteverde, de camisa blanca, saco azul y jeans a tono, llegó apenas pasadas las 18 junto su inseparable compañera Caren Tepp. Esperaron los resultados en una sala del primer piso. Desde adentro, confiaron a Rosario3 que el candidato estaba “más tranquilo” en relación a elecciones pasadas, contando los minutos sentado en una silla y con las piernas sobre una mesa.

Poco a poco, el lugar se empezó a llenar. Muchos llegaban de fiscalizar con termo y mate en mano, otros se volcaron a la cerveza seducidos por el domingo primaveral. El tiempo pasaba y las noticias no eran buenas, porque el sistema de mesas testigo, tanto propio como del javkinismo, daban al hombre de Ciudad Futura unos tres puntos abajo del actual intendente.

En el patio de Forest todo es ansiedad a la espera de los resultados. (Ana Isla/Rosario3)

La espera fue tensa y por momento se hizo eterna, como si el tiempo avanzara mucho más lento en Forest que en el Atlas, donde todo fue un trámite. Pero las caras comenzaron a evidenciar lo que nadie se animaba –todavía– a decir en voz alta, que la diferencia era muy corta pero suficiente para la reelección de Javkin. La falta de voces oficiales conformaban el clima típico de una elección que, sabían, estaban perdiendo.

El rumor corrió veloz por el patio, copado por cientos que tímidamente se levantaron, tomaron fuerza y empezaron a entrar para llenar la pista, musicalizada con Los Redondos, Fito Páez, Wos, Callejeros, La Renga, el Indio Solari y Calle 13. En Puerto Norte, pasdas las 21 el intendente anunció que había ganado. Y en el búnker de Monteverde se multiplicaron las lágrimas y los abrazos, una mezcla de tristeza y desazón. “Porque dimos todo”, se repetían unos a otros buscando el consuelo que luego encontrarían en la fuerza colectiva. 

Lágrimas de tristeza por la derrota de Monteverde. (Ana Isla/Rosario3)

La gran diferencia entre una elección perdida y otra, la de Lewandowski y Monteverde, estuvo en la imagen final. En el lugar no cabía un alfiler y el calor empezó a ser agobiante. Martín Lucero, dirigente de Sadop, apareció sobre el escenario para agitar a la multitud y le cedió el micrófono al diputado Eduardo Tonioli. “Rosario es la capital de la rebeldía y la esperanza”, gritó. Fueron los primeros en salir.

Euforia en la derrota


A un costado, todavía tras bambalinas, Tepp no pudo contener la emoción y quebró en lágrimas mientras escuchaba hablar a Tonioli y recibía un abrazo contenedor de una mujer de su equipo. Pero fue ella misma quien le hizo señas al Edu para que “estire” su discurso hasta que llegue Juan. “Se viene el stand up”, bromeó el legislador.

La primera gran ovación de la noche fue para Monteverde, el perdedor pero ¿ganador? “Sos enorme, Juan”, le gritó un chico desde abajo. También salieron a escena Lucila De Ponti, integrante de la lista en Diputados, y Mariano Romero, el candidato a concejal más votado de la oposición.

El abrazo de la militancia de Rosario sin miedo. (Ana Isla/Rosario3)

Cerca de las 22, conmovido, con alegría y el puño en alto, el candidato que acababa de perder por muy poco en una ciudad partida en dos, les habló a esos miles, en su mayoría jóvenes, que lo acompañaron y les dijo que “esto recién empieza”. Pero también habló para Puerto Norte, donde festejaron Javkin y los suyos: “Somos la mitad. Contra todo, contra los aparatos, la mentira y la vieja política”.

La pareja Tepp-Monteverde se fundió en mil abrazos. Se perdió la cuenta de cuántas miradas con los ojos vidriosos cruzaron y de los besos que se dieron después de cada arenga. 

Una postal que se repitió: el beso de Monteverde y Tepp. (Ana Isla/Rosario3)

Disparó contra la “campaña sucia” de sus adversarios. A cada frase le siguió un griterío ensordecedor y el sonido de los bombos tapando la música. Además, Monteverde mostró orgulloso un mapa que refleja el triunfo de su espacio en los barrios. “Representar a los olvidados, mi tarea a partir de mañana como principal fuerza de la oposición, es igualar la ciudad dolorida que grita un cambio”, dijo.

"Te amo, Caren", vociferó una chica en un segundo de silencio. Sin poder parar de llorar, Tepp fue quien tomó la posta y agarró el micrófono. Siguió con los palos para Javkin y recordó una frase que le dijo su padre, un viejo militante radical. “Lo que no se puede perder es la dignidad y el respeto", dijo. "Como adversaria le he perdido todo el respeto”, sentenció sobre el intendente.

El mapa que enorgullece a Ciudad Futura: victoria en la periferia de Rosario. (Ana Isla/Rosario3)

El deseo es que en Rosario “reine el amor y la paz”. La pista desborda de lágrimas, abrazos y una sensación de haber ganado pese a haber perdido, de un nuevo comienzo. Por eso, muchos, la mayoría, no se van a ninguna parte. Al ritmo de los bombos del Evita y con la cumbia de Los Palmeras, se festejó igual

El emotivo cierre, a cargo de Tepp. (Ana Isla/Rosario3)