Este sábado a las 21, en el Centro Cultural Atlas (Mitre 645), la Licenciada en Historia, docente e influencer Pupina Plomer presenta el unipersonal Mujeres e Historia.
En el espectáculo, aborda, con humor, la manera en que la historiografía argentina ha presentado a las mujeres, desde cómo se las recuerda hasta las “anónimas que no fueron debidamente reconocidas.”
¿Desde cuándo aparecen las mujeres en la Historia?, ¿siempre estuvieron o recién ahora las reconocemos? o ¿cómo podemos pensar el presente desde una historia con mujeres?, son algunos de los interrogantes que surgen en el unipersonal.
Entre “olvidos, ocultamientos y nuevas lecturas”, Plomer asumió el desafío de lograr que los conocimientos académicos trasciendan los límites de las aulas y lleguen a las redes sociales (@pupinaplomer). A medida que las preguntas y respuestas se multiplicaban, la docente comenzó a gestar el unipersonal.
Antes de la presentación en la ciudad, Pupina Plomer dialogó con Rosario3.
—¿Cómo definirías este espectáculo?
—Es un unipersonal sobre que tratamiento que ha tenido la historia argentina con sus mujeres: cómo se nos recupera, qué sentido se nos da, qué protagonismo tenemos y demás. Con una cuota de humor, pregunto quién decidió que se nos recupere, qué sentido y qué herramienta nos da la Historia.
—¿De qué mujeres históricas hablas?
–No es un show que recupera grandes mujeres. No pasa por decir: “Esa fue una grosa por tal cosa....” Si no, de generarnos preguntas. Siempre caemos en casos individuales, mujeres excepcionales, pero conocemos la historia de mujeres comunes. La idea no es quedarnos con los casos exitosos, si no ir con preguntas sobre cómo se nos contó nuestra historia y por qué se nos contó así.
—¿Qué mujeres considerás que no tuvieron ese reconocimiento?
—La verdad, es una lista innumerable. Hoy en día hay un esfuerzo por recuperar a mujeres en la Historia, pero siento que la gran deuda es con las anónimas, con las mujeres que no conocemos, de cuyos nombres no quedaron registros en los documentos de época. En el siglo pasado, no se las consideraba sujetos protagónicos. Creo que la gran deuda que tenemos es con las mujeres anónimas.
—¿Es difícil construir un relato sobre personas de las cuales no hay registro?
—Yo me nutro de trabajos de investigadores que abordan, justamente, la historia de las mujeres, pero es, justamente, una labor muy difícil porque en la mayoría de los casos no están nombradas. Se trabaja a partir de los silencios, la importancia de lo no nombrado y cómo el ocultamiento tiene una intención de que ese nombre no pase a la historia.
—¿Cómo lograste generar un espectáculo atractivo, dinámico, con humor sobre Historia?
–En parte, tiene que ver con la forma en la que comunico y hablo. Bajar un poco la “Historia de la Academia” y llevarla más al lenguaje común, sin perder seriedad y correlación con los estudios históricos más formales. Lo llevo a un lenguaje más accesible y, de esta forma, se democratiza el conocimiento histórico que siempre quedó como algo aburrido o para los eruditos.