¿Qué es un organismo transgénico? ¿Adónde van los residuos? ¿Por qué se produce el cambio climático? Son algunas de las preguntas que nos hacemos y de las cuales no tenemos respuestas ciertas. La ciencia nos rodea, nos interpela, a veces incluso nos atemoriza, pero pocos buscamos artículos científicos para tratar de despejar nuestras dudas para poder entender mejor el mundo que habitamos. Esto se debe muchas veces al miedo a lo desconocido, a no entender, que surge de la escisión que existe entre lo científico y lo cultural.
“La ciencia es cultura. Históricamente se asoció a la cultura a las manifestaciones artísticas, sin embargo, hoy con todo lo científico-tecnológico presente en nuestras vidas no podemos seguir pensando que la ciencia no es parte de la cultura”, comienza diciendo Cecilia Di Prinzio, licenciada en Biotecnología y doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional de Rosario.
Cecilia es una apasionada por lo que hace y se nota. En su recorrido profesional descubrió que lo suyo era la docencia y la divulgación científica. Realizó un postgrado en Comunicación Científica, Médica y Ambiental en la Universitat Pompeu Fabra, en la sede de Buenos Aires. Luego de observar durante muchos años la dificultad que existe en la transmisión de conocimientos generados por la comunidad científica al resto de la sociedad, decidieron crear junto a una colega y amiga, AcercaCiencia, una plataforma de educación y divulgación científica, cuyo objetivo es hacer accesible el conocimiento científico de la naturaleza a la vida de las personas.
“AcercaCienciabusca despertar la curiosidad por las ciencias. Tenemos secciones sobre curiosidades biológicas, otra donde analizamos cosas de la vida cotidiana, sobre medio ambiente, historia natural. Lo hacemos a pulmón, la web la mantenemos nosotros, escribimos y tenemos alrededor de 17 colaboradores de diferentes países entre ellos, España, Chile, Argentina, que van mandando artículos. Hace una semana pasamos a formar parte de la Red Latinoamericana de Cultura Científica”, cuenta Cecilia, quien fundó el proyecto junto a su colega amiga Emma O’Brien, quien actualmente vive en España.
Ciudadanos críticos
Cecilia es docente en diversos niveles y jefa de laboratorio en el Colegio Immanuel Kant de San Jerónimo Sud, donde da clases a alumnos de 4to y 5to año en las materias “Ecología y Desarrollo Sustentable”, “Salud y Ambiente” y “Química orgánica”. Desde su rol como educadora, también intenta difundir y promover la curiosidad y el amor por la ciencia.
“En cualquier disciplina que enseño intento que el alumno se convierta en un ciudadano crítico, lo que yo hago es darles las herramientas para que puedan serlo. Para eso, soy rigurosa con el uso de las fuentes de información. Si un alumno viene y me dice que tal agroquímico es perjudicial para la salud yo les digo ´bueno, dónde viste eso, qué dice, busquemos la fuente y analicemos´ y les enseño que todo lo que se dice tiene que tener un resguardo de una investigación, de un artículo científico que esté publicado en alguna revista revisada por pares”, cuenta Di Prinzio y agrega: “También trato de que vean los hechos a lo largo de la historia, por eso les muestro muchas películas sobre grandes catástrofes del siglo XX, para que analicen la relación entre desarrollo socioeconómico y utilización de recursos y que piensen que en pos del progreso se dejan de lado otras cosas”.
Educación ambiental
Consultada acerca de qué lugar se le otorga a la educación ambiental en la escuela, la biotecnóloga cuenta que hace algunos años, se incorporaron nuevas materias a la currícula obligatoria, pero solo en quinto año y en dos orientaciones, Ciencias Naturales y Producción Agropecuaria: “Si bien todos los alumnos cursan biología, geografía, no hay una disciplina específica que atraviese todo el trayecto curricular y vaya tratando los temas ambientales de a poco. Todos deberían pasar por la escuela y formarse para tener conciencia ambiental”.
La investigadora cuenta que antes de la crisis ambiental de los años 60 ningún líder mundial se había preocupado por el medio ambiente. “En el ´68 el Club de Roma se reúne y le pide al MIT un informe y sirve como puntapié para hacer la gran conferencia de la ONU del ´72. Ahí fue la primera vez que se reunieron todos los líderes políticos para reflexionar sobre lo que estaba pasando. Parte de los grandes cambios que tienen que ocurrir tienen que venir de decisiones políticas importantes y muchos ciudadanos creen que no tienen injerencia sobre eso. Pero si somos ciudadanos formados y críticos podemos exigir, tenemos herramientas y argumentos, cuando se toma alguna decisión podemos plantarnos. Por ejemplo, no se está cumpliendo la Ley de Bosques, ¿todos saben qué es? Lo mismo con la Ley de Glaciares”.
Respecto a cómo educar en una disciplina que muchas veces está atravesada por preconceptos, Di Prinzio explica: “Está bueno que primero entendamos cómo funcionan los ecosistemas, hay que poner una base ecológica. Una vez que se enseña cómo funcionan esos sistemas se analiza qué hace el hombre para perturbarlos. Los libros siempre se enfocan en la perturbación y entonces muchas veces los chicos no entienden o se confunden conceptos como ecología y ecologismo, uno es una ciencia el otro un activismo, o se escucha decir ´cuidemos la ecología´. La ecología es una ciencia, no se puede cuidar, en todo caso se puede cuidar un humedal, el ecosistema”.
Derribar mitos y entender el cómo
Cecilia cuenta que utiliza los artículos de AcercaCiencia como material en sus clases. “Si contás las cosas con pasión, siempre se enganchan con algo. Les interesan un montón de cosas, tienen un montón de dudas también y preconceptos que tienen que derribar, por ejemplo, siempre trato el mito de que hay una relación entre calentamiento global y agujero de ozono, que es algo que está muy instalado y no se puede erradicar. O por ejemplo se habla mucho de cambio climático pero nadie sabe qué es, nadie sabe explicarlo”.
La docente busca que los alumnos desnaturalicen lo que les rodea y piensen el cómo de las cosas: “Lo que yo intento es que vean que ellos son parte de un ecosistema, todo lo que utilizan es producto de manufacturar recursos. Entonces les digo que agarren algo en particular, como ser la remera, el celular, la birome y les hago pensar de dónde salió todo eso. No tienen ni idea. Yo les digo ´la mayoría de las cosas que tienen son de plástico, el plástico es un derivado del petróleo y el petróleo es un recurso no renovable. Entonces los hago pensar que podemos cambiar un montón de energía pero estamos encadenados a la industria petroquímica. Si agotamos los recursos nos vamos a quedar sin ellos rápidamente”.
Sentir que de un lado está la sociedad y del otro la naturaleza, como algo alejado, es un imaginario social común y eso es lo que Cecilia busca unir: “Términos como ´recurso´, ´ambiente´, nos parecen ajenos. Por eso les hago tomar conciencia de todo, de la cantidad de autos que hay circulando y que generan contaminación; del uso del agua en su casa, del manejo de residuos; son cosas que por ahí nunca se preguntaron y les afecta la calidad de vida”.
Según la divulgadora científica, la clave para motivar e interesar a los alumnos para aprender acerca de ciencia es que vean que vos estás apasionado por lo que hacés y despertarlos a que piensen, se hagan preguntas. “Siempre está la idea de la educación como el docente que es el contenedor del saber y se lo da al alumno, cuando muchas veces es al revés. Hay que hacer un juego entre lo que ellos conocen y vos conocés para ver qué construir. Si vos le das un disparador para que se haga una pregunta y ya le despertaste la duda se va a ir pensando”.