“Usted no puede ser policía, usted es un caco”. Misael dice que esas fueron las palabras que, en reiteradas oportunidades, le repitieron en la Instituto de Seguridad Pública de la provincia, ubicado en Alem 2050, para dejarle en claro que no iba a poder cumplir lo que el define como su “sueño”: ser un integrante más de la fuerza de seguridad santafesina.
Misael tiene 22 años, es padre de dos hijos, vive en la zona sur y efectivamente trabaja de limpiavidrios. Cumpiendo esa tarea fue que un día conoció a un policía, él le contó su “sueño” de llegar a la fuerza y este efectivo lo ayudó a inscribirse para entrar al Isep.
Después vinieron los exámenes. Misael fue pasando las distintas instancias, pero al llegar a las pruebas físicas lo desaprobaron porque tenía el deterioro en la dentadura.
Misael cuenta que con su trabajo de limpiavidrios pudo costear el arreglo de los dientes y volvió a probar suerte. Le fue bien y entró.
Pero a partir de ahí empezó a vivir un calvario. “Me trataban de caco por ser limpiavidrios”, relató. "Me mandaban cuerpo tierra, me maltrataban, me hicieron vomitar sangre", recordó. "Era discriminado por toda la escuela, me amenazaban", sumó
Lo que buscaban, sostiene, es que él mismo pidiera la baja. Y si bien estuvo a punto, no lo hizo.
Pero entonces, asegura, la propia Escuela forzó su salida.
“Usted no sirve para la policía porque es un limpiavidrios, un caco. Ustedes tienen que ir presos”, cuenta que le dijo una inspectora. Y señala que le "quitaron el derecho de ser alguien en la vida".
Pero Misael no se rinde y quiere que “haya justicia” y pueda cumplir su sueño. Para eso, pide que la Escuela de Policía le den una audiencia.