Sara Vallejo es tucumana, tiene 80 años y está cumpliendo el sueño de muchos cuando son jóvenes; recorre Latinoamérica en un motorhome que se compró luego de decidir largar todo y lanzarse a la aventura.
En una nota con La Nación, esta profesora de inglés jubilada contó que el viaje se hace al andar, sin itinerario fijo, y que tene una sola certeza: se encontrará con su hija en Joao Pessoa, en el norte de Brasil, para pasar las fiestas de fin de año.
Sara es una apasionada de los viajes y recorrió gran parte del mundo. El viaje en motorhome surgió en una charla con un amigo, que le sugirió que era lo único que le faltaba hacer.
Claro, no tenía la plata suficiente para comprar uno. Pero entonces decidió vender todo: su casa, su auto y "todas sus cosas menos algunas que quedaron en once cajas".
El motorhome lo compró por internet. Está equipado con una cama matrimonial, un sillón cama de dos plazas, un baño con ducha, varios armarios, cocina con dos hornallas, un microondas, un televisor y un equipo de audio.
Vino de Estados Unidos y fue trasladado en barco a Montevideo. Tiempo después comenzó la aventura: “En dos meses recorrí 12.000 km hasta Salvador de Bahía. Visitamos las playas de Uruguay, nos quedamos en Santa Ana en la casa de una amiga y de ahí seguimos para varias localidades del sur de Brasil: Río Pardo, nos encontramos con amigos en São Lourenço, recorrimos las playas de Florianopolis, después Buzios, Río de Janeiro, Ouro Preto, Niterói, Belo Horizonte y de allí vinimos por la costa hasta llegar a Salvador donde tenemos amigos de muchísimos años".
Para afrontar los gastos de la nafta desarrolló un proyecto de financiamiento colectivo a través de las redes sociales. El motorhome es un Ford de 10 cilindros y consume gasolina aditivada, que requiere un gasto de cien dólares cada dos días.
“Para hacer algo así hay que tener varias cosas pero no tantas: un espíritu positivo y dispuesto, una relativa buena salud –yo tengo más espíritu que físico– y después tomar la decisión. Un pasito te lleva al otro. Proyectos hay que tener siempre, si no tenés un proyecto de vida por delante vivir se convierte en una pesadilla. Para mí la cuestión es vivir cada día como si fuera el último, pero vivirlo, absolutamente vivirlo”, dice Sara.