Un trabajo de investigadores latinoamericanos descubrió que entre el 2 y el 3% de la población tiene una úlcera de origen venoso abierta en este momento, lo que representa 70% de todas las úlceras. La región carece de información epidemiológica para evaluar y describir el impacto de la enfermedad, no por ello se minimiza u significado como problema de salud pública.
Ante esta información, Rosario3.com, fue en busca de la opinión autorizada del médico flebólogo Armando Schapira, hasta hace unos meses vicepresidente de la Sociedad Internacional de Flebología, quien aseveró: “Es la primera patología que vemos en nuestros consultorios”.
“La úlcera venosa es el último estadio de la insuficiencia venosa crónica. Una úlcera venosa no se desarrolla de un día para otro. Es un proceso muchas veces largo; esto depende de si la patología venosa está sola o hay otra patología a su lado, como por ejemplo una insuficiencia arterial, o alguna colagenopatía, es decir, una enfermedad reumática, que puede desarrollar una úlcera. Cuando es una patología venosa pura, la evolución es más lenta y progresiva. Cuando hay alguna otra agregada es más rápida y allí se queman etapas”, sostuvo el facultativo.
¿Cuál es la primera señal que da la úlcera venosa?
En una patología venosa crónica pueden no verse sus várices, ya que el paciente pudo haber tenido una trombosis de una vena profunda, que es la que colecta toda la sangre de la pierna. No se ven porque están protegidas por los músculos. Aunque esta trombosis no haya dado síntomas, o haya ocasionado síntomas mínimos, y no haya dado signos detectables clínicamente. Con el tiempo, esa insuficiencia venosa en la vena profunda puede ir agravándose y hace su aparición en la piel una mancha oscura que va creciendo. Esa porción de la piel se va poniendo más dura y con el tiempo se lastima y aparece la úlcera. Estamos entonces en la última etapa de la insuficiencia venosa crónica.
¿Allí comienza el gran trabajo de ustedes?
Revisemos las etapas; muchos pacientes dejan que esa patología avance y a nosotros nos llegan a la consulta con una úlcera de 10 centímetros cuadrados, lo que nos marca el tiempo transcurrido sin diagnóstico ni tratamiento; o tratándose pero de forma no adecuada.
¿De acuerdo a como es la base de esa ulcera ustedes recurrirán a diferentes tratamientos?
Sí. Siempre de acuerdo a cuál es la base de esa úlcera. Aunque sea del signo que sea, siempre vamos a comenzar por la compresión elástica con vendas o medias de ajuste, que es la base de todo tratamiento. Además disponemos de medicamentos y recurrimos a la cirugía en el caso de ser necesario. También podemos recurrir a la escleroterapia con espuma, o a la presoterapia, para la cual usamos unas botas que se inflan y desinflan por un mecanismo secuencial, lo que hace es hacer que la sangre circule con mayor velocidad y favorece el drenaje.
¿El frío puede ayudar también?
El frío ayuda pero en algunos casos. Pero lo que hemos incorporado desde hace unos tres años es un sistema desarrollado en EEUU por un colega rosarino que vive allá desde hace treinta años, el doctor Anibal Gauto. Él creó un tipo de tratamiento para estas úlceras, en base a humedad y calor. Se dio un giro de 180 grados y recurrimos al calor. Éstos son los dos elementos fundamentales como para que una herida como la úlcera repare; es decir, que vuelva a cerrarse la piel. Ellos usan en EEUU una bomba que hace circular un líquido a una temperatura constante, manteniendo húmeda la zona. El mismo pasa por donde está la úlcera. Este sistema se llama Heating pumb o Bomba de calor.
¿Cuántas veces lo hacen?
Ellos tienen la posibilidad de internar a los pacientes y en pocos días, una semana a más tardar, lo dan de alta con la úlcera cerrada; trabaja las 24 horas al día. Nuestro sistema no nos permite eso por lo cual nosotros demoramos un poco más la recuperación. Cuando estuve allá y lo vi funcionar compré un aparato y lo incorporé a mi trabajo. La recuperación que nosotros ofrecemos es un poco más lenta pero tan efectiva como la que se ofrece en los EEUU.