En Latinoamérica, y en nuestro país en particular, se están evidenciando las señales de una alimentación deficiente que ocasiona no sólo sobrepeso y obesidad en niños y adultos, sino que pone en peligro la salud de la población y el incremento del gasto inútil del Estado.

En diálogo con Rosario3, el doctor Daniel Piskorz, médico cardiólogo y presidente de la Federación Argentina de Cardiología, explicó que junto a colegas latinoamericanos identificaron lo que llamaron “dislipemia aterogénica”, Se trata de una alteración de las grasas en la sangre que obstruye las arterias y produce los infartos cerebrales, renales, los de corazón y la muerte súbita.

Indicó que Latinoamérica, y sobre todo Argentina, tiene un perfil de alteraciones de los lípidos sanguíneos muy particular, y está basado en la ingesta excesiva de lo que se llaman “calorías muertas”.

¿Qué son las calorías muertas?

Son calorías que no generan energía, pero que nos aumentan el peso corporal y nos transforma en individuos con sobrepeso u obesidad. Ejemplo: hidratos de carbonos refinados, o muy procesados son calorías muertas. Las frituras, sobre todo las hechas con aceites de baja calidad generan calorías muertas. Las gaseosas también y nuestro país es el tercer consumidor en Latinoamérica de estas. Las golosinas también.

¿Qué ocurre con el colesterol?

Si bien no aumenta en demasía, es un colesterol engañoso, ya que se asocia a un colesterol “bueno” bajo y a triglicéridos altos, lo que es una característica propia de nuestro país y de Latinoamérica. La población europea tiene personas con sobrepeso y obesos que tienen colesterol bueno más alto que nosotros y trigliceridos más bajos que los nuestros, y podríamos decir que conforman la población de obesos “ricos”. Por su parte los de Latinoamérica conformarían la población de obesos “pobres”, que se alimentan básicamente con alimentos con un alto componente de calorías muertas.

¿Qué alimentos elegir?

Elegir bien la calidad de alimentación, no solo la cantidad ,es saludable y repercute en la salud pública y en la economía nacional. Debemos superar el concepto erróneo que nos hace confundir calidad de alimentación con su precio, ya que el precio de la alimentación de buena calidad no es necesariamente lo que ocasiona un peso social que sí genera una alimentación de mala calidad. Además deberíamos agregar aquí los costos directos e indirectos de lo que significa la inversión en salud pública, lo que nos llevaría a demostrar que la mala calidad de la alimentación y los malos hábitos de vida, se transforman en un costo que afecta a la salud de la población y al bolsillo de la gente.

Daniel Piskorz
Daniel Piskorz | Médico Cardiólogo. Presidente de la Federación Argentina de Cardiología | Matrícula: 8509