Todos saben que el exceso de grasa es perjudicial para la salud. Por eso la recomendación es eliminarla cambiando los hábitos alimentarios y el estilo de vida. Pero, ¿qué ocurre con aquella que finalmente logramos hacer desaparecer? Junto a otras moléculas como la glucosa o los aminoácidos, la grasa actúa como un combustible y nos permite funcionar. Y en estos casos lo que hace es oxidarse para convertirse en energía.
A la hora de obtener energía nuestro organismo no tiene por qué recurrir a la grasa. De hecho, cuando necesitamos obtenerla de manera rápida -como al hacer ejercicio- nuestro cuerpo se apoya en nuestra fuente de hidratos de carbono (glucógeno), ya que es una vía más veloz.
Una experta internacional en el tema, Paloma Quintana, explicó al portal 20 Minutos que estas características dan lugar a confusiones, pero que aunque durante el ejercicio no quememos tanta grasa, a posteriori sí.
¿Cómo es eso? “Con la actividad física generás un déficit energético, y nuestras mayores reservas de energía en el organismo son la grasa”, sostiene. La especialista asegura que aunque no es cierto el mito de que la grasa se convierte en músculo con el ejercicio, un cuerpo más musculado “gasta” más energía, y por tanto grasa, que uno menos musculado.