En una audiencia imputativa realizada en la sala 6 de los Tribunales provinciales, el juez Dr. Román Lanzón dictó prisión preventiva por 30 días – plazo al que se comprometió la fiscalía para presentar la acusación previa al juicio – contra Alejandro M., acusado de haber baleado por la espalda al abogado y exdecano de la facultad de Derecho de la Universidad Católica Guillermo Peyrano.
La fiscal Marisol Fabbro acusó a Alejandro M. de haber intentado matar a Peyrano en un ataque del que fue víctima el 28 de mayo de 2015. Eran las 9 de la noche cuando, después de guardar el auto en una cochera ubicada en España 866, un hombre que iba de camisa a cuadros, pantalón y maletín, lo cruzó caminando y, cuando lo tuvo de espaldas, le disparó dos veces.
Peyrano fue asistido por algunos transeúntes hasta que llegó la policía y lo trasladó al Heca mientras que el agresor fue perseguido por dos jóvenes que lo corrieron hasta Presidente Roca y Rioja, donde le perdieron el rastro. En el lugar del hecho se presentó el hijo del abogado, quien manifestó saber quien había intentado matar a su padre pero que no diría nada hasta hablar en fiscalía.
Para la Dra. Fabbro, el móvil del ataque está relacionado a un antiguo caso en el que Guillermo Peyrano litigó como representante de su consuegra. Ella había sido víctima de un intento de estafa de quien hoy fue imputado, quien intentó apropiarse fraudulentamente de un campo de 400 hectáreas y una propiedad, ambos inmuebles valuados en 14 millones de dólares.
Además, lo acusó de haber actuado con la complicidad de sus padres (su papá tiene una condena firme por estafa por en intentar apoderarse de tres estancias valuadas en 40 millones de dólares) y de haber amenazado a Peyrano y a su familia a través de WhatsApp y notas que iban acompañadas de una bala.
Por su parte, el abogado defensor Paul Krupnik rechazó los argumentos de la fiscal y la acusó de relatar una historia de estafas que pierde sentido por un hecho puntual: la mayoría de los testigos presenciales del ataque a Peryrano declararon que quien disparó fue un hombre canoso, característica que no coincide con la del acusado.
Sin embargo, el juez entendió que estaba acreditada la apariencia de responsabilidad del imputado ya que había elementos probatorios suficientes, y que dejarlo en libertad podría suponer poner en riego la investigación.