Con motivo del Día del Médico Clínico, el 11 de abril pasado, la Asociación de Medicina Interna de Rosario (Amir) realizó un encuentro de reflexión acerca del rol de los profesionales de esta especialidad dentro del sistema de salud y en la sociedad actual. “El área de competencia y fortaleza del clínico es el conocimiento y el enfoque del paciente desde una visión integral de su salud, a lo largo de las diferentes etapas de la vida de los pacientes. Para lograr ese conocimiento, la herramienta fundamental es la historia clínica y biográfica, que permite integrar al paciente en el marco de su historia de vida, sus relaciones, los vínculos, su modo de vivir, sus deseos y expectativas en cuanto a su salud”, señaló Marcelo Mariño, médico clínico.
“En el imaginario social, el clínico médico está visto como ´un médico general´. En realidad es la especialidad más compleja por lo abarca, ya que ocupa todas las áreas de la medicina interna: cardiología, gastroenterología, endocrinología, neumonología, y lo neurológico; visto todo esto con una mirada integral y no profundizada como lo hace el especialista”, manifestó a Rosario 3.
Más adelante, Mariño, sostuvo: “Yo creo que el clínico médico debe ser para cada persona el coordinador y el gestor de la salud de cada una de las personas; que se adapte a sus necesidades; por lo tanto cada uno elegirá al médico clínico con el que se siente identificado y con el que puedan establecer el imprescindible y necesario vínculo”.
El vínculo médico – paciente en este caso parece ser clave.
Sí, es un encuentro singular. Cada uno elegirá según sus necesidades; si necesita alguien con más control que exige y controla, o, alguien más liberal que le indica al especialista a quien consultar, le informará sobre el plan de vacunas y el resto de controles preventivos. Pero siempre va a ser más efectivo comenzar por el clínico; él va ayudar a ese paciente a ir dando los pasos correspondientes y planificar la estrategia para restablecer la salud y conservarla. Además de utilizar racionalmente los recursos de la salud.
¿De qué se enferma la gente?
La medicina ortodoxa se encuentra con la enfermedad, a la que entiende como un problema, y muchas veces “ataca”, entendiendo que la misma es una invasión a la integridad del individuo. Cuando tiene que ir al origen de la enfermedad encuentra respuesta en los cambios moleculares, encuentra virus y bacterias, u oncogenes, como razones fundacionales del origen.
Si nos corremos, aparece la medicina evolutiva, la medicina biológica que encuentra en el cerebro, en las vivencias de la vida diaria, en las emociones, en el estrés, os argumentos fundacionales a la hora de describir el impacto orgánico de las dolencias del individuo.
¿Y cómo se observa desde esta óptica?
La medicina del cerebro por decirlo de alguna manera, a este impacto lejos de llamarle problema le llama solución de un conflicto vivencial que el individuo no ha podido resolver en su vida diaria y el cerebro biológico tomó una decisión biológica y por lo tanto corporal para la resolución de ese conflicto. Es otra mirada que se trata de integrar a la mirada ortodoxa para encontrar más respuestas a la hora de contarles a los pacientes desde qué lugar se enferman y al mismo tiempo, darle al paciente herramientas para una segunda oportunidad. La enfermedad entonces sería una segunda oportunidad para resolver conflictos de la vida.
¿Es el cuerpo el que responde y habla a su manera?
La medicina ortodoxa nos decía que debíamos comenzar a interrogar a los pacientes desde que empezaron los síntomas. Yo sentía que debía ir más allá; veía que las vivencias que el paciente viene transitando debían escucharse dentro del relato completo. Para asociar esas circunstancias con lo que le pasaba biológicamente. En ese entonces parecía una simple casualidad; hoy lo anoto como causal. Científicos y médicos le fueron dando forma y las tenemos como evidencias que nos han ayudado a abrir la mirada e integrar las vivencias como motores de la enfermedad del cuerpo.
¿Cuál ha sido el punto de inflexión en el cruce de estas dos miradas?
Me parece que el punto de inflexión fue cuando nos dimos cuenta que habíamos separado: lo psicológico, de lo somático, o biológico. Creo que mente y cuerpo integran una unidad. Separar fue parcializar y eso nos confundió a nosotros y a la gente. Si tenés un síntoma corporal producto de un hecho vivencial y no sale en las imágenes y no se ve reflejado en análisis de laboratorio, no es nada, o es psicológico o el paciente inventa. Y no es así, uno puede tener síntomas corporales que no salen registrados y el paciente puede estar transitando una escena psicobiológica; es decir un hecho vivencial dando síntomas corporales. Para nosotros los clínicos este fenómeno es de todos los días.
¿Un ejemplo?
Un paciente se presenta ante el médico con acidez a la que el mismo paciente juzga de mucha importancia; el gastroenterólogo pide una endoscopía porque sospecha que el esófago o el estómago o el duodeno pueden estar comprometidos. La endoscopía da normal. El paciente no inventó el síntoma ya que este es biológico y puede desembocar en la úlcera dependiendo del período evolutivo en que se encuentre la enfermedad. Hay que tomar registro en las entrevistas de esas vivencias del individuo y ver por dónde viene transitando, tomar nota del síntoma y luego ver si tiene un argumento orgánico ya que la enfermedad es un continuo.
Para el acto médico, no encontrar a la enfermedad que amaga en el síntoma, ¿es una frustración?
No hay que olvidar que nosotros venimos de un paradigma patológico. Venimos de un lugar que es anatomista; si el órgano no está enfermo y no se expresa en análisis e imágenes, no hay enfermo y el síntoma corporal a qué corresponde y ahí les decimos que es psicosomático.
¿Hay vivencias que nosotros experimentamos que están dirigidas a algunos órganos en particular?
Nosotros tenemos un cerebro que registra todos los días de nuestras vidas las vivencias y las experiencias; las registra desde su cerebro racional, pero también las registra en el cerebro emocional, que siendo biológico tiene lenguaje corporal. Por ejemplo, la muerte de un hijo desencadena tal o cual fenómeno orgánico. Nosotros desde la medicina biológica tenemos mapeado cuál órgano puede impactar; si es mujer parece ser que será la mama el órgano blanco; aunque, no a todas las mujeres se les presenta este tipo de impacto. Pero tenemos mapeado que ese estrés vivencial conduce a ese órgano.
Este mapa nos es útil cuando recibimos en la consulta a una persona angustiada y afectada por este hecho, en ese caso yo, como clínico, monitoreo sobre todo ese órgano. Pregunto si tiene los controles ginecológicos al día. Esta es una herramienta que me integra como médico clínico; me permite cambiar mi registro semiológico, lo hago participar al ginecólogo como aliado y a esa señora le garantizo su salud biológica.