Si bien los sueños todavía no pudieron ser del todo decodificados por la ciencia, hay coincidencia en que en su mayoría sin inverosímiles. Pero si ingerimos comida pesada, que hace trabajar más de la cuenta a nuestro estómago, es probable que tengamos la sensación de haber soñado más y de cosas más inconexas que lo habitual.

Así lo asegura John Allan Hobson, profesor emérito de psiquiatría de la Harvard Medical School, quien reveló que si el estómago tiene una actividad mayor de la habitual, es muy posible que despierte a la persona muy brevemente, o aligere su sueño varias veces durante la noche.

En cada uno de esos momentos, se retendrá algo de lo que estaba soñando. De este modo, cuando la persona se levante, el cerebro habrá juntado todos esos recuerdos o sensaciones y tendrá la creencia de que se ha soñado más y cosas más raras.

A nivel físico también hay alteraciones, porque una cena copiosa o con alimentos grasos, condimentados o picantes, puede desatar una desagradable acidez estomacal. También afecta el ciclo metabólico, ya que cuando uno duerme es más difícil para el organismo metabolizar los alimentos.

Esto favorece el aumento de peso y enfermedades como diabetes tipo 2, problemas gastrointestinales y hasta depresión, según consignó Quo. Y por otro lado, cenar tarde incrementa la necesidad de micción y excreción, lo que hará que despiertes en la madrugada para ir al baño.