Llegó el día. El primero de los días en que los argentinos iremos a votar este año, en un proceso que terminará en las comicios generales del 22 de octubre, cuando se elijan 127 diputados nacionales (nueve de la provincia de Santa Fe), y 24 senadores (los de provincia de Buenos Aires, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, San Juan, San Luis y Santa Cruz). En Rosario se renuevan además trece bancas del Concejo. Este domingo, en las Primarias abiertas simultáneas y obligatorias (Paso), se definirá quiénes son los candidatos que competirán en octubre, cómo se ordenarán las listas, para todos los cargos en disputa.
Las Paso serán además una especie de gran encuesta que dará una idea de dónde están parados quienes librarán la gran batalla de octubre.
En ese marco, el foco principal de atención estará puesto en la provincia de Buenos Aires, y fundamentalmente, en si la ex presidenta Cristina Kirchner, que va como precandidata a senadora nacional, aventaja y por cuánto al representante de Cambiemos, Esteban Bullrich. Además, compiten allí Sergio Massa, que necesita romper la polarización de los inventores de la grieta para mantener vivas sus aspiraciones presidenciales, y el ex ministro del Interior kirchnerista Florencio Randazzo, que lleva el sello del PJ que abandonó Cristina.
Por fuera de la provincia de Buenos Aires, el gobierno lleva las de ganar en Capital Federal, con Lilita Carrió como primera candidata, e intentará llevarse el triunfo en los otros distritos grandes, Santa Fe y Córdoba, aunque seguramente encontrará allí mayores dificultades ante los oficialismos provinciales: el Frente Progresista y el delasotismo.
Como sea, Cambiemos seguramente saldrá a agitar este domingo a la noche que es la fuerza nacional más votada, algo que en realidad tendrá mérito real según cuál sea su porcentaje total.
Es que hoy no hay una fuerza nacional que le pueda disputar esa condición, pues el peronismo muestra en su armado electoral –en el que el kirchnerismo va unido al partido en algunos lugares y en otros no– la fragmentación que atraviesa desde que dejó el poder.
Por lo pronto, desde ese punto de vista la dispersión opositora juega a favor del gobierno nacional, que además ve más que posible terminar en octubre con más diputados y senadores que los que tiene hasta ahora.
Puede no ser poco, pero seguramente las urnas darán otros mensajes que el gobierno no debería desatender una vez que termine el proceso electoral, y tenga que dedicarse a administrar una situación para la que ya difícilmente alcance el argumento de la “pesada herencia” para justificar todos los males.
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