En menos de 20 días vence el contrato con Resicom, la empresa que se encarga de enterrar la basura que generan los rosarinos y recién hace 15 el Poder Ejecutivo mandó al Concejo Municipal el nuevo contrato, ya firmado, con la misma empresa. Se trata de un compromiso de renovación del servicio por cuatro años más, con posibilidad de extenderlo a seis, a razón de 795 pesos la tonelada de basura. Si en 2016 se enviaron 800 toneladas diarias –y desde 2011 nunca se registró una disminución en el envío, más bien todo lo contrario– el nuevo contrato puede significar, al cabo del sexto año, más de 1.392 millones de pesos.
Y hay más, una cláusula obliga a la Municipalidad de Rosario a, una vez finalizada la explotación, hacerse cargo del “saneamiento y control ambiental” del predio pese a que se encuentra en Ricardone y fue explotado por un privado. Se espera un acalorado ida y vuelta entre la Municipalidad y el Concejo esta semana.
Consultada por Rosario3.com, la subsecretaria de Ambiente, Cecilia Mijich, aseguró que continuar con Resicom es la mejor opción y se mostró confiada con que la terminación del Centro de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos de Villa Gobernador Gálvez disminuya la cantidad de basura que se envía a Ricardone y, por ende, haga bajar el precio final.
Además, señaló que la polémica cláusula 13ª, que deja en manos de la Municipalidad el “saneamiento” del predio pos explotación privada, refiere a “tareas menores” de preservación del paisaje y a una probable participación futura de una planta de biogás que el actual dueño de Resicom y un empresario sueco planean construir a partir de las miles y miles de toneladas de basura de los rosarinos.
Sin embargo, al presidente de la comisión de Ecología del Concejo, Osvaldo Miatello, no se lo escuchó tan optimista. También en contacto con Rosario3.com, el edil justicialista criticó con dureza el contrato, a su entender plagado de irregularidades.
Por empezar, indicó, fue enviado ya firmado al Palacio Vasallo y hacia el límite del compromiso vigente, lo que –continuó– imposibilita la búsqueda de alternativas.
“No es la primera vez que pasa, en 2010 se dio una situación similar, es una práctica común de parte del oficialismo”, llamó la atención.
Por eso, en julio de este año había solicitado un pedido de informes sobre el tema, que reiteró en octubre ante la falta de respuestas.
Sin embargo, el contrato ingresó al edificio de Córdoba y 1º de Mayo ya firmado y a muy poco tiempo del vencimiento del texto anterior.
Antes de pasar al recinto, el contrato tiene que salir, además de la comisión de Ecología, de las de Servicios Públicos, Presupuesto y Gobierno. Como el tiempo apremia –sólo quedan dos sesiones para el cierre del año– Miatello estimó que las cuatro comisiones podrían reunirse en simultáneo esta semana para apurar algunos cambios; sobre todo, referidos a la cláusula 13ª.
“No sabemos cuánto le van a costar a Rosario las tareas de saneamiento y control. En el contrato no está especificado, sólo está especificado que se va a hacer cargo la Municipalidad”, se quejó y advirtió: “Sin la aprobación del Concejo, el contrato no sirve”.
¿Basura cero?
Según la ordenanza 8.335, para 2017 la disposición final de residuos en relleno sanitario debería ser menor a las 130 toneladas, absolutamente nada (cero) en 2020; sin embargo en 2015 se enviaron casi 300 mil toneladas al predio de Resicom, que comenzó como un terreno de siete hectáreas cedido por el vecino municipio a un privado y terminó en 40. Si un campo de fútbol mide una hectárea, hablamos de 40 canchas llenas de residuos. O para ser más gráficos casi el Parque Independencia entero.
Lejos de cumplir con los objetivos de Basura Cero, la generación de residuos fue en franco aumento desde 2011. Casi tanto como el precio que la Municipalidad paga por tonelada enterrada. El nuevo contrato convalida un aumento de casi el 70 por ciento de lo que se pagaba en marzo.
Para Mijich, el incremento de la basura tiene que ver con el “aumento del consumo y de la población en la ciudad” y con los procesos más lentos de toma de conciencia ambiental de los ciudadanos. “Basura generamos todos los días, pero cambiar las mentalidades requiere de más tiempo”, observó.
Para Miatello el argumento se queda corto. “Si aumentó el consumo, que dudo en un año de pérdida del poder adquisitivo, eso debería haber sido previsto”, replicó. En su opinión, la Municipalidad falló a la hora de generar esa “conciencia verde” a la que tanto apela.
Pese a que hay varios y muy interesantes programas para disminuir o reciclar lo que desechamos, ninguno parece haber calado demasiado hondo entre los rosarinos. ¿Será que si seguimos así nos va a tapar nuestra propia basura?