Murió Jacqui Saburido, la mujer que se convirtió en el emblema de las campañas contra la conducción en estado de ebriedad. Falleció de cáncer a los 40 años, dos décadas después del accidente que le causó severas quemaduras que la dejaron ciega, sin nariz, párpados, orejas, cejas y cuero cabelludo.
Sucedió en 1999 cuando interrumpió sus estudios en Caracas para tomar cursos de inglés en EEUU. Tenía 20 años y sobrevivió otros 20 hasta que el cáncer le dio un punto final.
El accidente fue ocasionado por Reggie Stephey, de 18 años, que manejaba tras haber consumido alcohol. Ella volvía a su casa junto con cuatro amigos cerca de las cuatro de la mañana. El muchacho se cruzó de carril e impactó de frente con el otro vehículo. Sus amigas, Natalia Bennett y Laura Guerrero fallecieron en el acto.
Jacqui sobrevivió pero sufrió graves quemaduras. Lo último que recuerda del accidente es la hélice del helicóptero que la llevó al hospital. Allí, atendieron las quemaduras de tercer grado que prácticamente la dejaron ciega, sin nariz, labios, párpados, orejas, cuero cabelludo y que afectaron a sus manos. Para los médicos tenía un pronóstico fatal.
Con el tiempo, recuperó parte de su visión y pudo usar rudimentariamente sus brazos. Tuvo que acostumbrarse a ese tipo de vida.
Reggie era un atleta que aspiraba a conseguir una beca universitaria. Sin embargo sus proyectos se esfumaron: fue condenado a siete años de prisión. "Jacqui tuvo cadena perpetua", consideró la organización FAces of Drunk Driving, campaña de concientización sobre el manejo responsable.
Tuvo que pasar por más de 100 cirugías y su cuenta médica superó los cinco millones de dólares, sin tener un seguro. Sin embargo, continuó luchando para prevenir accidentes similares.
"Aunque deba sentarme frente a las cámaras sin orejas, nariz, cejas, lo haría mil veces si ayuda a que alguien tome una sabia decisión", comentó en una de las conferencias de prensa del Departamento de Transporte de Texas.
Sus últimos años transcurrieron en Guatemala, donde recibió el tratamiento que necesitaba. Sin embargo, José Saburido, su primo, contó al portal Statesman de Austin que su deseo era ser enterrada en Venezuela junto a su madre, quien murió en el 2006, también de cáncer.