La menopausia genera una pérdida de estrógenos que desencadena una serie de dañinos efectos a nivel metabólico, cutáneo, óseo y cardiovascular. Y se comprobó que también afecta al cerebro, por lo que hay un debate acerca de si una terapia hormonal podrían frenar o empeorar el deterioro congnitivo, luego de que se constatara un aumento de los casos de alzheimer.
Investigadores de la Universidad de Helsinki, Finlandia, compararon el uso de la terapia hormonal entre mujeres postmenopáusicas con y sin diagnóstico de alzheimer, y corroboraron que estas últimas incrementaron entre un 9% y un 17% el riesgo de desarrollar esta enfermedad a partir de este tratamiento.
Aunque la edad de inicio de la terapia no es determinante, los autores sí observaron un riesgo mayor en aquellas mujeres que empezaron antes de los 60 años debido a una exposición prolongada a la terapia, superior a una década, según consignó Quo. La propensión va más allá del tipo de progestágeno y de su formulación (geles, pastillas, cremas o parches).
Los expertos creen que esto se debe a que los estrógenos ejercen una neuroprotección, y su déficit a causa de la menopausia temprana se asocia con una mayor propensión al desarrollo de este trastorno. Sin embargo prolongar el suministro de estrógenos podría tener efectos contraproducentes.