La historia de Mamitu Gashe es realmente impresionante. La mujer, que actualmente tiene 72 años, pasó de vivir en una pobre aldea africana a trabajar en uno de los más renombrados hospitales de Etiopía.
Según publica la BBC, ahí llegó después de complicaciones con un embarazo, a sus cortos 16 años.
Después de perder su bebé, fue tratada por una fístula obstétrica, un padecimiento común en países donde las mujeres embarazadas tienen escaso acceso a cuidados de salud.
Sin saber leer ni escribir, los dueños del hospital la tomaron bajo su tutela, la enseñaron a curar a otros pacientes que sufrían de la misma condición y la entrenaron para desarrollar complejas cirugías.
Mamitu Gashe se casó a los 14 años con un hombre más de 10 años mayor que ella, luego de que los padres de ambos arreglaran la unión.
Ambos asumieron que formarían una familia y serían felices, pero cuando llegó el momento de dar a luz, Gashe comenzó a sentir dolores que no parecían normales.
Cuatro días después de haber entrado en trabajo de parto, el bebé no nacía. En ese punto se dieron cuenta de que el bebé había muerto, recuerda.
Después del parto, el dolor no desapareció y otros síntomas comenzaron a presentarse. La adolescente incluso contempló el suicidio.
"Además de los dolores, también me era imposible controlar mi vejiga y tampoco podía contener los deseos de defecar. Era vergonzoso", recordó.
Mamitu Gashe había desarrollado una fístula obstétrica, una condición que se puede presentar durante la salida del bebé, cuando éste queda atascado en el canal de parto.
Como consecuencia, en la mayoría de los casos los bebés mueren y las madres sufren severas heridas internas e incontinencia.
Aunque las fístulas pueden ser reparadas mediante cirugía, en lugares donde las personas tienen acceso restringido a los cuidados de salud, las consecuencias de esta condición pueden ser devastadoras para las mujeres.
Pueden orinarse y defecarse, lo que las lleva a sufrir una pobre calidad de vida, así como humillaciones y hasta la posibilidad de ser expulsadas de sus comunidades.
Gashe fue llevada al hospital Princess Tsehai, localizado en Addis Ababa. Allí trabajaban dos reconocidos especialistas en cirugía de fístula, los doctores Reg y Catherine Hamlin.
Recuperarse del todo le llevó dos años. Para entonces los doctores le habían tomado cariño a la joven, al observar su humildad y disponibilidad para ayudar a otros.
Cuando estuvo recuperada por completo, Gashe comenzó a hacer pequeñas tareas en el hospital.
"Hacía las camas, doblaba las sábanas y cosas así. Luego continué haciendo cosas por los pacientes de la misma manera en que me ayudaron cuando yo llegué".
Eventualmente el doctor Reg notó su interés en aprender cómo funcionaba el hospital. así que la llevó al salón de operaciones para que observara cómo se hacían los tratamientos.
"Primero me daba pequeñas tareas para completar. Él hacía la mayor parte de la cirugía y yo la completaba. Gradualmente fui haciendo más y más para entrenarme".
Gashe comenzó cosiendo heridas al final de las operaciones y luego pasó a hacer las incisiones iniciales. Luego de algún tiempo, fue capaz de completar las cirugías por sí misma.
"Mi problema era que no había tenido ninguna educación formal. No había ido a la escuela, así que no sabía leer ni escribir. Todo lo que sabía me lo habían enseñado los Hemlin", destaca.
Poco después, sus tutores terminaron construyendo un hospital más grande (el Hamlin's Addis Ababa Fistula Hospital) en una mejor área y le pidieron a Gashe que se uniera a ellos como parte del persona médico.
Para Gashe se trataba de ayudar a gente necesitada como ella, muchas de las que también provenían de aldeas sin clínicas ni medicinas.
Reconocimiento mundial
Bajo la guía y capacitación de los Hamlin, Gashe ha llegado a ser reconocida como una de las mejores cirujanas de fístula del mundo, a pesar de no haber ido a una escuela convencional de medicina.
"Me siento feliz y orgullosa de lo que he logrado, pero a veces me pregunto si merezco todo este reconocimiento", dice.
Gashe dice que el reconocimiento a su trabajo comenzó luego de recibir una visita del Colegio Real de Cirujanos de Londres en su hospital.
"En ese momento yo era la única cirujana principal, pues los Hemlin estaban de vacaciones. Cuando ellos regresaron les pidieron a los visitantes que asistieran a una de mis cirugías. Tuve que hacer una complicada operación donde Reg Hemlin era mi asistente. Cuando terminé me dijo que estaba muy orgulloso de mí", recuerda.
En 1989 ganó la Medalla de Oro otorgada a especialistas en cirugía del Colegio Real de Cirujanos de Londres.
Su experiencia personal como paciente de fístula la dotó de un profundo sentido de la empatía hacía aquellos pacientes que acuden al hospital.