El paso de los años, o lo que es lo mismo, el envejecimiento, conlleva entre otras muchas consecuencias una disminución de la fertilidad, muy especialmente en las mujeres. Y es que cumplidos los 37, la fertilidad femenina se deteriora a una gran velocidad, hasta el punto de que la probabilidad de que una mujer mayor de 42 años tenga un hijo de forma "natural" –es decir, sin recurrir a un tratamiento de fertilidad– es de únicamente un 5 %. Según publica abc, la razón obedece, básicamente, a que según envejece la mujer, así lo hacen sus óvulos, con lo que acumulan un mayor número de anomalías cromosómicas. Y llegados a este punto, ¿no hay nada que se pueda hacer? Pues según un estudio dirigido por investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de la Universidad de Monash en Clayton (Australia), sí. Tan solo habría que aumentar los niveles de una proteína que, denominada "securina", controla la división celular –o "meiosis"– durante la última fase de desarrollo del óvulo.
Como explica John Carroll, director de esta investigación publicada en la revista "Nature Communications", "ahora que tenemos una idea de, cuando menos, una de las causas que aumentan la incidencia de anomalías cromosómicas y abortos espontáneos en las mujeres longevas, podemos encontrar la manera para prevenir que esto ocurra".
Y este descubrimiento, más allá de responder a una mera curiosidad biológica, ¿tiene alguna implicación clínica real? Pues sí. De hecho, los autores destacan que, en último término, facilitará que las mujeres "longevas" tengan óvulos con un menor número de anomalías cromosómicas. Y para ello, tan solo habría que regular los procesos que controlan los niveles de securina durante las meiosis I y II o, en su defecto, controlar la proteína que regula esta securina –una enzima denominada ‘separasa’.
Como indica John Carroll, "se trata de un reto inmenso, pues los tratamientos deben ser seguros tanto para el óvulo como para el subsecuente embrión y necesitan ser administrados cuando el óvulo se encuentra en el ovario".