Las enfermedades cardiovasculares constituyen a día de hoy la primera causa de mortalidad en todo el mundo. No en vano, y de acuerdo con las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los infartos de miocardio y los ictus fueron responsables solo en 2012 de 17,5 millones de decesos, superando así a los causados conjuntamente por el cáncer –8,2 millones de fallecimientos–, las enfermedades respiratorias –4 millones– y la diabetes –1,5 millones–. Y en este contexto, ¿qué se puede hacer para evitar estos infartos e ictus? Simplemente, adoptar hábitos de vida saludable, caso de una alimentación adecuada. Y asimismo, tomarse las cosas con más tranquilidad. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad McMaster en Hamilton (Canadá), sufrir un ataque de ira o llevar a cabo un gran esfuerzo físico puede triplicar nuestro riesgo de padecer un infarto, a partir de lo que publica abc.es.

Como explica Andrew Smyth, director de esta investigación publicada en la revista "Circulation", "las emociones extremas y la actividad física tienen un efecto similar en el organismo. Ambas pueden elevar la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca, alterando así el flujo circulatorio a través de los vasos sanguíneos y reduciendo el flujo de sangre que llega al corazón. Esto es particularmente importante en los vasos sanguíneos que ya se encuentran estrechados por la placa, que pueden obstruir el flujo de sangre y provocar un infarto".

Tal como sostiene Barry J. Jacobs, psicólogo clínico de la Asociación Americana del Corazón (AHA), "este gran estudio nos aporta más evidencias sobre la asociación entre la mente y el cuerpo. La ira excesiva puede en condiciones adversas provocar un infarto de miocardio que amenace la vida del paciente. Por tanto, todos deberíamos practicar ejercicios para nuestro bienestar mental y evitar perder los estribos".