El "reloj interno" que regula la actividad del cuerpo se adapta al ciclo solar en el sitio en que se encuentra más que al "tiempo social" regido por el horario oficial. De acuerdo a un estudio que publicará la revista Current Biology y que anticipa la agencia EFE, esto significa que el funcionamiento del organismo humano está regido por el ciclo circadiano y los viajes que cruzan varios husos horarios causan trastornos hasta que el "reloj interno" se ajusta.
Al respecto, investigadores de universidades en Alemania, India y Holanda determinaron que a lo que el ciclo circadiano se ajusta es al horario solar, y no al que marcan los relojes. El trabajo sostiene que aun las personas que viven en las ciudades siguen bajo la influencia del ciclo solar y hay ciertas diferencias entre ellas y quienes residen en áreas rurales.
Los relojes se ajustan de acuerdo con los husos horarios que cubren diversas longitudes a lo ancho del planeta, de modo que la hora que marcan las agujas no está estrictamente vinculada con la del Sol. De este modo, hay a menudo una discrepancia entre las señales que recibe el organismo de acuerdo con la luz del Sol y la hora que marca el reloj. La magnitud de esta diferencia depende de la estación del año y de la ubicación de la persona dentro de cada zona horaria.
En algunas ciudades, cuando el reloj marca las doce de la noche puede haber más de una hora de diferencia respecto a la medianoche de acuerdo con el Sol. Los científicos procuraron determinar la influencia relativa de estas dos señales horarias que reciben los humanos, y para ello compararon las conductas de personas en diferentes regiones. La medida que usaron para evaluar las pautas de actividad humana es el llamado cronotipo, que se determina mediante respuestas a cuestionarios que analizan las pautas habituales de actividad y descanso durante los días de trabajo y el tiempo libre. Los autores compararon los cronotipos de más de 21.000 personas que residen en diferentes sitios de Alemania, divididas en dos grupos: los que vivían en áreas de hasta 300.000 habitantes y los que vivían en ciudades con mayor población.
El estudio encontró que en los individuos que viven en ciudades menos pobladas los cronotipos estaban estrechamente ajustados con la hora solar, en tanto que entre los residentes de ciudades más pobladas mostraban una coordinación cada vez más débil con el astro rey. La vida en la ciudad afecta a la influencia de la luz del Sol como marcador del tiempo porque los residentes urbanos, en general, están menos expuestos a la luz natural que quienes viven en áreas menos pobladas.
Los investigadores suponen que el divorcio gradual entre el reloj circadiano de los residentes urbanos y la hora solar puede reflejar la fuerza relativa de las señales de luz natural y actividad social para influir en las pautas de actividad. Cuando las señales de luz natural son más abundantes, como en las áreas rurales, el ritmo circadiano sigue el de la hora solar.
Al respecto, investigadores de universidades en Alemania, India y Holanda determinaron que a lo que el ciclo circadiano se ajusta es al horario solar, y no al que marcan los relojes. El trabajo sostiene que aun las personas que viven en las ciudades siguen bajo la influencia del ciclo solar y hay ciertas diferencias entre ellas y quienes residen en áreas rurales.
Los relojes se ajustan de acuerdo con los husos horarios que cubren diversas longitudes a lo ancho del planeta, de modo que la hora que marcan las agujas no está estrictamente vinculada con la del Sol. De este modo, hay a menudo una discrepancia entre las señales que recibe el organismo de acuerdo con la luz del Sol y la hora que marca el reloj. La magnitud de esta diferencia depende de la estación del año y de la ubicación de la persona dentro de cada zona horaria.
En algunas ciudades, cuando el reloj marca las doce de la noche puede haber más de una hora de diferencia respecto a la medianoche de acuerdo con el Sol. Los científicos procuraron determinar la influencia relativa de estas dos señales horarias que reciben los humanos, y para ello compararon las conductas de personas en diferentes regiones. La medida que usaron para evaluar las pautas de actividad humana es el llamado cronotipo, que se determina mediante respuestas a cuestionarios que analizan las pautas habituales de actividad y descanso durante los días de trabajo y el tiempo libre. Los autores compararon los cronotipos de más de 21.000 personas que residen en diferentes sitios de Alemania, divididas en dos grupos: los que vivían en áreas de hasta 300.000 habitantes y los que vivían en ciudades con mayor población.
El estudio encontró que en los individuos que viven en ciudades menos pobladas los cronotipos estaban estrechamente ajustados con la hora solar, en tanto que entre los residentes de ciudades más pobladas mostraban una coordinación cada vez más débil con el astro rey. La vida en la ciudad afecta a la influencia de la luz del Sol como marcador del tiempo porque los residentes urbanos, en general, están menos expuestos a la luz natural que quienes viven en áreas menos pobladas.
Los investigadores suponen que el divorcio gradual entre el reloj circadiano de los residentes urbanos y la hora solar puede reflejar la fuerza relativa de las señales de luz natural y actividad social para influir en las pautas de actividad. Cuando las señales de luz natural son más abundantes, como en las áreas rurales, el ritmo circadiano sigue el de la hora solar.