La tercera jornada del juicio a Los Monos tuvo como único eje las declaraciones de cuatro imputados que pidieron hablar ante el tribunal y las partes presentes. Los primeros dos acusados en sentarse fueron Diego Cárdenas y Germán Herrera, quienes negaron los cargos por los que están sospechados y dieron detalles de los momentos previos a sus arrestos.
Herrera, ex jefe de la sección Sustracción de Automotores delegación Rosario, rechazó haber brindado en algún momento de su carrera información alguna a miembros de la presunta organización narcocriminal con los fines de beneficiarlos. De él se sospecha que dio datos a integrantes en los momentos previos a un procedimiento en un depósito donde estaba el Peugeot 307 de Claudio Ariel "Pájaro" Cantero.
El imputado, que el miércoles quebró en llanto en la finalización de los alegatos de apertura, relató su carrera policial, allá por los años '90. Dijo que pudo "cometer errores" pero que siempre combatió la delincuencia. Fue subjefe en algunas comisarías y pudo ser jefe en la comisaría 10ª en el año 2012. Mencionó al asesinado policía Guillermo Morgans al decir que le ofreció trabajar en la sección Sustracción de Automotores, cargo que aceptó en 2013.
"Estuve un poco menos de tres meses en el cargo. Un procedimiento tras otro. Secuestramos una gran cantidad de autos, camiones, camionetas, lanchas y motos. Y personas detenidas. No teníamos claves para el registro automotor, manejábamos el sistema Cóndor para verificar si el vehículo tenía o no captura", añadió.
En un momento, se acomodó, miró para la alfombra del suelo y comentó: "El 30 de mayo lo tengo en mi cabeza continuamente". Agregó que con dos brigadas fueron a recorrer un depósito en calle Ombú al 2700, que fue inspeccionado. Al mismo tiempo se realizó otro procedimiento en pasaje Blanco al 6100, donde el personal me informó que estaba todo bien, que no había vehículos adulterados ni con pedidos de secuestro. Terminaron y vinieron a nuestro operativo", señaló.
"Un oficial recibió un llamado de una persona que dijo ser padre de Alomar, quien había fallecido. Dijo que en un taller mecánico de Villa Gobernador Gálvez le habían dejado un camión y un motor. Le conté de esto a Morgans, hablé con el juez (Gustavo) Pérez de Urrechu, con el jefe de unidad. Me pidieron un informe para (el policía Marcelo) Marcos. Entonces me fui a la sección, donde labré un informe con lo acontecido y se lo entregué al jefe de Orden Público. Me dijeron que cotejaron todo con el sistema Cóndor y estaba bien", relató.
El 20 de julio –enfatizó– dijo haber recibido una nota de la Justicia por el procedimiento en pasaje Blanco al 6100. Uno de los policías de su dependencia debía declarar ante el juez Vienna, aunque nunca le informaron en caracter de qué. Tuvo que ir dos veces, ya que en la primera no fue atendido, y pasaron meses para la segunda citación. A partir de esa segunda declaración se libró su orden de captura. "Esa declaración (la del policía) no está en ningún lado", afirmó.
Al mencionar su situación económica, Herrera tuvo que interrumpir su relato porque la voz se le entrecortaba y el llanto era continuo. "Desde 2001 vivo en un Fonavi. No tengo casa propia, tengo un auto modelo '98. Me pidieron una caución de 50 mil pesos. Para devolver esa plata que me prestaron pedí un crédito que no pude pagar y ahora me prendaron el auto. Todo para tener domiciliaria. En el momento de mi detención mi esposa venía de operaciones, estaba con dolores; nació mi hija que tiene 4 años", sostuvo ya en medio de un mar de lágrimas. Fue el fiscal Luis Schiappa Pietra quien le alcanzó un vaso plástico con agua para que pudiera recuperar un poco de aliento.
"Trabajé como personal de limpieza en una escuela de la zona sur, cuidé una fábrica de la localidad vecina. Fui remisero. Cuando las personas se enteran de la causa en la que estoy imputado mi trabajo se termina. Tengo 45 años", indicó.
Consultado por su abogada Florencia Chaumet sobre si en algún momento notó alguna anormalidad en el funcionamiento de su sección, respondió: "Nunca. Sí trabajo eficiente. Se puede verificar en todo lo que hicimos en tres meses de trabajo".
El fiscal Gonzalo Fernández Bussy adelantó un pedido de pena de 3 años y 3 meses de prisión efectiva para Herrera.
De Fighiera a la causa
El primero en hacer uso de la palabra fue Diego Cárdenas. Negó los hechos por los que está imputado como así también de haber revelado información desde su cargo a miembros de la presunta banda. Añadió que en 2011, cuando fue detenido, se desempeñaba como cabo en la subcomisaría 11ª de Fighiera.
"Lo más llamativo que puede ocurrir ahí es un accidente de tránsito. Hacía atención al público, no tenía otra responsabilidad. No tenía acceso a información relevante. No hay nada en esa comisaría, más que alguna pelea entre vecinos o un hurto menor", consideró.
"Estoy nervioso", expresó mientras cerraba el puño de su mano derecha. Al mismo tiempo continuó: "No había ni se realizó algún procedimiento referente a esta causa. Nunca fui a un allanamiento. El personal subalterno se entera minutos antes del lugar que se allana. No tenía manera de saber dónde se iban a hacer o algo por el estilo".
Cárdenas explicó que nunca tuvo un bien, que no tiene vehículos, que circula en colectivo y que no tiene techo propio. "Vivo en un Fonavi que me cedió mi suegra. No tengo ni tarjeta de crédito. Cobro poco, por eso hago muchos adicionales. El día de mi detención trabajé 24 horas y después hice adicionales en el Banco Credicoop. También hacía adicionales en Parque del Mercado. Mi situación económica es la misma que hace 10 años. Trabajo como burro en una fábrica para llegar a fin de mes", enfatizó.
En medio de lágrimas, sostuvo que si se hubiese investigado "bien" la causa se habrían dado cuenta que no tiene "nada". "Antes de Fighiera trabajé en Alcaidía y antes en Infantería. Nunca en un lugar de drogas o donde haya conexión con gente importante", concluyó.
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