Diego Solís y César Massi tienen manos verdes. De esas con uñas gastadas y cicatrices de hurgar la tierra, de surcarla para meterle semillas, de revolverla y aplastarla. De arrancar yuyos. Desde hace 5 años son los imbatibles operarios de una fábrica muy particular que genera árboles autóctonos. Funciona en el Bosque de los Constituyentes, bajo el nombre de Vivero de Nativas, con una producción anual de 5 mil ejemplares al año, de 80 especies distintas. El destino, en gran parte, es el arbolado urbano de Rosario y la forestación del propio bosque, una manera de volver a las raíces, al momento en el que la naturaleza supo poblar la región en el pasado. Otro objetivo, en paralelo, es documentar todo lo que descubren sobre estos seres, información que hasta ahora resultaba escasa o directamente inexistente.
La fábrica de árboles, una iniciativa que depende de la Secretaría de Ambiente y Espacio Público municipal, tiene sus instalaciones en un galpón que retiene la luz de la mañana ya avanzada. La chapa atrapa el aire y lo entibia con olor a humedad. A bicho. “Actualmente tenemos 80 especies de nativas de árboles en cultivo. Aunque también hacemos otras plantas, enredaderas y herbáceas. Buscamos incorporar especies nativas al bosque para ir plantándolas de a poco en los espacios públicos de la ciudad”, explica Solís a Rosario3.com y aclara: “Las nativas son las plantas que crecen silvestremente en un lugar, que se adaptan al clima y al suelo durante miles de años, que tienen beneficios al ecosistema desde lo ecológico y lo cultural, porque están vinculadas a la presencia de animales e insectos que se nutren y hospedan en ellas”.
Volver a las raíces
Manos y pies en la tierra, ojos siempre pendientes del cielo. César y Diego sienten que la primavera es una bendición. La tibieza del sol de fin de año facilita las tareas de cuidado del vivero que en invierno la helada complica: cuidar de cada crecimiento, desde la semilla al brote, de la flor al fruto. “El Bosque de los Constituyentes responde a un diseño paisajístico en su formación de plantas de especies exóticas y a través de nuestro trabajo hemos ido incorporando especies nativas como el cina cina, el espinillo, curupí o el ceibo que se incorporó a la laguna y se fueron dispersando en las orillas sus semillas”, señaló el jardinero.
Curiosamente, estos ejemplares que ahora los “operarios” cultivan fueron las que daban sombra siglos atrás. “Fueron desplazadas por las especies exóticas desde la llegada de nuestros abuelos que buscaron recrear acá los paisajes de sus latitudes. Ahora es difícil encontrarlas en el circuito comercial pero por suerte crece el interés de la gente en replicar este proyecto en sus lugares de origen y también en sus casas”, remarcó.
César reforzó en ese sentido: “Se empezó a incorporar al paisajismo la nativa, esto de destinarla al espacio público se va replicando en los jardines y está muy bueno que la gente aprecie que se pueden usar enredaderas y herbáceas en casa” y subrayó: “Intentamos volver al origen desde el punto de vista cultural y ecológico. Es fácil cultivar una salvia en casa y poder advertir luego que aparece el picaflor o la mariposa monarca”.
Bien plantados
La producción del vivero tiene dos destinos fundamentales: el propio bosque y el arbolado público. Así, la fábrica nutre de árboles a las propias instalaciones de donde está emplazada así como también, las calles de la ciudad, donde los cuidadores estiman que unos 2 mil árboles y especies nativas criados por ellos mismos ya toman luz y agua de lluvia.
“Hay en el Parque Alem, en el Paseo Pichincha y también en el Parque Regional Sur donde duplicamos la cantidad de especies que tenía”, manifestaron y precisaron: “Se plantaron Sangre drago, Azota caballo, Palo amarillo, Anacahuita, Ñangapiri que antes no estaban en la ciudad”.
“La famosa mano verde es sentarse a contemplar”
La contemplación es una parte fundamental del trabajo de estos especialistas. Observar, pensar, comparar y concluir. Luego, documentar estos procesos. “Fuimos avanzando en esto de la prueba y el error con diferentes especies, usamos distintas alternativas, en algunos casos raspamos las semillas, algunas van al agua, hay otras germinaciones más fáciles”, indicaron. “Así le fuimos agarrando la mano, especie por especie”, completaron.
“Hay muy poca experiencia en viverización”, apuntó César. “La mayoría de la gente lo hace de manera semi profesional. Nos convertimos en referencia en materia de documentación del crecimiento de estos árboles y nos consultan mucho”, celebró.
Ver así la flor nacer
Rosario3.com consultó a los jardineros si tienen alguna preferencia entre los ejemplares que están criando. “Tenemos afecto para con todas pero hay algunas plantas que tienen más valor ornamental que otras, por ejemplo, el azota caballo que tiene una floración espectacular, muy perfumada, es una especie que da mucha sombra, es muy linda”, dijeron. “El fumo bravo nos sorprendió por la velocidad de crecimiento, florece casi todo el año y es visitado por abejorros, el algarrobo o el quebracho tan presente en el cancionero popular y la poesía”, precisaron.
“Nos conmueve todo lo que atraiga fauna”, advirtió César y Diego completó al respecto: “Por ejemplo el churrinche que es un ave que se mimetiza con la floración del ceibo y que año tras año viene y se mimetiza”. También pusieron otros ejemplos, “la mariposa negra saltarina con la Anacahuita y el Ñangapiri y no otra planta o la danzarina con el Aromito”.
Para ambos, la mayor satisfacción que les da la fábrica de nativas es “generar cambios positivos en el ecosistema, ver cómo aparecen el celestino y naranjero a comer la Anacahuita, o ver cómo crecen silvestremente la Cala o el Ñangapiri por obra de los pájaros que comen los frutos de los árboles que nosotros sembramos”, concluyeron.