Tomando el título del poema de Gabriel Celaya (“La poesía es un arma cargada de futuro”) y reemplazando la palabra poesía por danza, ningún otro nombre le sienta mejor al proyecto social “Na ponta dos Pés”, una incubadora de sueños a través del arte que busca transformar la vida de cientos de niños y adolescentes de una favela de Río de Janeiro.
Tuany Nascimento tiene 23 años, es la mayor de una familia de 6 hijos y encontró en el baile una manera de sobrevivir a todos los obstáculos que tenía por ser una niña negra, pobre y residente de un barrio marginal.
“La danza cumple el papel de guiarme por el camino correcto. Es como si ella me pudiese decir y hacerme pensar por dónde ir. La danza dice quién soy sin que yo tenga que hablar”, expresó Tuany al preguntarle qué significa este arte para ella.
Crecer en medio de la guerra
Desde los dos años de edad vive en Morro de Adeus, una de las comunidades que integran el Complexo do Alemão, el segundo conjunto de favelas más grande de Río de Janeiro y considerado uno de los más violentos, en el cual la mayoría de los niños entraron en la vida del crimen, donde se ven niñas de 12 años siendo madres, y donde en promedio, al menos 3 personas a la semana son baleadas o asesinadas.
En 2010, algunos de estos barrios marginales tuvieron un proceso de “pacificación”. La idea era acabar con el crimen en las favelas llevando las fuerzas armadas, pero no funcionó. “Se cambiaron de lugar las armas, de manos de los bandidos a manos de hombres uniformados. La favela vive a diario una guerra urbana y social”, cuenta Tuany.
Vivir o no vivir del arte
Tuany empezó a bailar a la edad de los 5 años, en la Villa Olímpica del Complexo da Maré, como un sueño que su madre fue incapaz de realizar y que le transimitió. Años después, empezó a hacer ballet clásico y gimnasia rítmica en la Villa Olímpica del Complexo do Alemão. En el 2011 tuvo la oportunidad de viajar a Suiza en representación de Brasil en uno de los eventos de gimnasia más importantes del mundo, el Gymnaestrada.
Sin embargo, cuando regresó de Suiza las dificultades para continuar bailando fueron aumentando. Su madre ya no podía pagarle sus trajes porque eran muy caros y con casi 18 años ya no podía asistir a los eventos y competiciones más importantes.
Así fue que poco a poco vio que no iba a poder ser la bailarina que quería ser. Su madre comenzó a tener dificultades para mantener 6 hijos y fue allí que decidió dejar de bailar y comenzó a estudiar y trabajar para ayudar a su familia.
Una luz al final del túnel
Como su deseo de bailar seguía intacto, decidió entrenar sola al final de cada día de trabajo. Poco a poco algunas chicas del barrio se fueron acercando a observarla y se interesaron por aprender lo que estaba haciendo. Casi sin querer, naturalmente, se inició Na Ponta dos Pés.
El proyecto, que ya lleva cuatro años, comenzó con 7 niñas, luego fueron 50 y ahora ya pasaron más de 140 pequeñas, en el rango de 4 a 18 años. No solo asisten niñas del Morro sino también niñas de otras partes de la ciudad.
“El objetivo del proyecto es formar y transformar a las niñas a través de la danzas. Que ellas se conozcan y así como yo, que se forjen un camino siendo este la danza o no”, cuenta Tuany y continúa: “La intención es sembrar en ellas la idea de que puedan crecer de otra manera, que tienen que valorarse, saber que pueden ser mucho más, sentirse orgullosos de su origen y sentirse limitadas, a ser capaces de hacer frente a la vida, con las metas y objetivos que intenten alcanzar, reconociéndose parte de la sociedad, no personas marginadas”.
El proyecto fue capaz de unir a la gente, borrando las diferencias entre aquellos que viven en la comunidad y los que viven en el “asfalto”, en una mejor situación financiera. No es suficiente entrar con armas en la favela si no viene acompañado de proyectos sociales, haciendo que jóvenes, que serían capaces de entrar en la vida del crimen, no entren por estar involucrados en estos proyectos.
Un lugar para bailar
Na Ponta das Pés es el único proyecto social en el Morro y no cuenta con apoyo de ninguna institución.
Las clases se llevan a cabo en un espacio comunitario, que es un lugar abierto, donde no hay espejos, barras, el suelo no es el adecuado, y no es seguro, ya que muchas veces se encuentran en medio de tiroteos.
“Nuestro principal obstáculo es no tener un espacio adecuado para las aulas. Hace un tiempo iniciamos la construcción de un espacio que será la sede del proyecto y donde tendremos otras actividades además de danza, oficinas, biblioteca, en fin, un espacio para todos. Pero esa construcción marcha a pasos lentos por falta de recursos. Hoy estamos luchando para conseguir finalizarlo”, cuenta Tuany.
Encontrar la vocación
Consultada acerca de cómo distinguir la verdadera vocación y cómo transformarla en una profesión o modo de vida, Tuany expresa: “La vocación nace con vos, es tu don y aquello que vos hacés por amor. mucho antes de pensar en la recompensa que eso traerá. Se puede combinar con la profesión cuand. mejorás ese don, hacés que salga al exterior, . te das cuenta de eso cuando te levantás y no tenés nada que te haga aferrar a la cama”.
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