“Lo popular es lo inevitable que aparece. Tiene un sabor que no le da prestancia, pero le da unión. No le da una categoría de alto nivel, pero no lo podés evitar. Cuando lo escuchás te corre por la sangre y si está en la sangre significa que es visceral”, con un tono casi poético así define Vanesa Baccelliere, cantante y compositora local, al género que reúne al tango, el folklore y la cumbia, este ritmo que entró en auge hace unos años y que reúne sin distinción a todas las generaciones.
A veces bajo el color de otras culturas, “cumbia colombiana”, con la camiseta puesta de la identidad, “cumbia santafesina”, o con el nombre que le asignan las corrientes de moda, “cumbia cheta”, lo cierto es que este género, que muchos academicistas consideran subgénero, se encuentra en una época de expansión social y cultural.
Se escucha en todas las casas y ya no se usa para rotular grupos sociales: “La cumbia es popular y no se puede controlar, es lo emergente, lo que surge casi con espontaneidad. Sucede como con el folklore, cuando empezamos a cantar cosas vamos transmitiendo lo que somos a nuestras comunidades. Muchas veces no tiene una formalidad que lo contenga pero nosotros lo conocemos de raíz”, continúa explicando Baccelliere, quien es la coordinadora de la Escuela de Cumbia.
A mediados del 2017 se abrió en Rosario la primera Escuela de Cumbia del país, impulsado por el área de la Secretaría de Desarrollo Social y la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, a través del programa Ceroveinticinco, que consta de un espacio de estudio que invita a un recorrido por los diferentes estilos de cumbias, sus características e influencias: cumbia villera, cumbia base, cumbia colombiana, cumbia norteña y cumbia santafesina.
La música popular y su enseñanza
La Escuela de Cumbia surge por una necesidad de capacitar a jóvenes en géneros populares, propios de la cultura argentina: “El problema es que las academias de formación musical siempre priorizan una enseñanza más europeizada, los compositores locales que se estudian son los que están vinculados únicamente a la música clásica. Ahora en la universidad empezaron a incorporar algunos músicos como Pugliese, pero hasta el año pasado lo único que se escuchaba argentino por fuera de lo clásico era Piazzolla. No ves el Cuchi Leguizamón, por ejemplo, que en folklore puede considerarse lo más ´formal´”, sostiene Baccelliere.
Según la coordinadora de la Escuela, hasta hace no mucho tiempo, no había un lugar en el país donde estudiar música popular “hasta que llegó Horacio Salgán y junto con Manolo Juárez crearon la Escuela de Música Popular de Avellaneda, Fue la única que hasta que abrió la Universidad de Música Popular en Villa María, Córdoba. Mucho menos se podía estudiar cumbia, porque en la escala de valorización de la música popular viene el tango primero, luego el folklore y luego la cumbia que viene bastante atrás”.
Vanesa acentuó su postura respeto a la importancia de estudiar la música popular con un ejemplo: “Una casa puede ser de ladrillo o de paja, pero es una casa. Si una persona sabe hacer una casa de ladrillo y después quiere hacer una de paja, tiene que aprender, porque también tiene su propia lógica y complejidad. Aunque el ladrillo parezca de otro nivel y la casa de paja muy simple, todo requiere un aprendizaje, un oficio. El oficio se estudia, tiene una teoría, y luego se incorpora con el tiempo y la experiencia”.
El auge de lo popular
La necesidad de empezar a dar forma a la música que nos identifica proviene justamente de su origen: “Rosario es una ciudad que ha crecido y se nutrió de gente de otros lugares: Chaco, Entre Ríos, Formosa Corrientes, todo el Litoral, norte de Santa Fe. Eso generó que las personas que vinieron a acá quieren escuchar otra cosa, se diversifica el consumo influenciado por estas migraciones”, expone Vanesa quien además en la Escuela se desempeña como profesora de Investigación e Historia Latinoamericana.
Viendo un poco más allá al fenómeno a nivel mundial, la cantante cuenta que hay algo que trasciende Argentina que tiene que ver con una expansión y posicionamiento de la música latina en EEUU, que es quien tiene el monopolio de la distribución de la música. “Ricky Martín terminó cantando en un musical de Broadway, cosa que en otro momento no hubiese trascendido de Puerto Rico. Y hay muchos otros casos: Enrique Iglesias, Calle 13, Maluma, Marc Anthony. No significa que este tipo de música no haya estado antes pero ahora hay un auge y eso acompaña a que la música popular sea más aceptada”.
La cumbia hace escuela: aprender el oficio
La Escuela de Cumbia es gratuita y está destinada a aquellos jóvenes que tengan alguna formación musical y quieran capacitarse en este género. La formación dura dos años y se dicta en el Galpón de la Música (Estévez Boero 980), de abril a noviembre.
“La formación comprende cinco instrumentos: bajo, percusión, guitarra, teclado y voz. También hay una materia que se llama Cuerpos que tiene que ver con apropiarse del cuerpo e incorporarlo a la escena, más con un género que hace bailar. También se cursa Investigación e Historia Latinoamericana donde se ven los distintos recorridos que tuvo la cumbia en los diferentes lugares, también se estudia la Composición de canciones, Análisis de Texto y Lenguaje Musical”, detalla Baccelliere.
En marzo se abre la inscripción para el segundo año. En la primera edición participaron cerca de 50 alumnos de diferentes ciudades de la región: “Hay gente que se inscribe únicamente porque quiere conocer el género para luego aplicarlo a la música que hacen, otros vienen para aprender y poder armar su banda de cumbia o porque ya la tienen y quieren teorizar o probar otras cosas”, contó la coordinadora.
Más información de la Escuela de Cumbia: Ceroveinticinco