La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer la última semana una serie de recomendaciones sobre el tiempo que niñas y niños pasan frente a las pantallas, cuánta actividad física deben realizar y cuántas horas dormir.
Las mismas abarcan a niñas y niños de 0 a 5 años saludables, con independencia del lugar donde vive o su nivel socioeconómico.
La recomendación que encabeza el listado es evitar exponerlos a pantallas antes de los dos años. Asimismo, recomienda que “entre los dos y los cinco años los niños usen esos dispositivos como mucho una hora al día. Si es menos, mejor”.
Para elaborar la citada lista, la OMS contempló 277 artículos médicos y diez estudios en cinco países con casi 7500 participantes.
La guía también ofrece recomendaciones sobre el tiempo de juego y de sueño y para reducir el sedentarismo.
Para crecer sanos, los niños tienen que pasar menos tiempo sentados y jugar más. Conozca las nuevas directrices de la @opsoms sobre actividad física, sedentarismo y sueño para niños menores de 5 años https://t.co/hJuB7jsLo8 pic.twitter.com/FLzaqJZxPV
— OPS/OMS Chile (@opsomschile) 25 de abril de 2019
“Los comportamientos sedentarios, ya sea usar un transporte motorizado en lugar de andar o ir en bicicleta, estar sentado en el pupitre en la escuela, ver la televisión o jugar con pantallas son cada vez más predominantes y están asociados con la mala salud”, se lee en la guía.
“El sueño también influye en el bienestar físico y dormir pocas horas está relacionado con el sobrepeso y la obesidad en la infancia y adolescencia y con problemas mentales entre los adolescentes”.
Los datos disponibles indican que 40 millones de niños menores de cinco años (un 5,9 por ciento del total) en el mundo tienen sobrepeso. En los últimos 40 años, la obesidad se multiplicó por diez entre niños y jóvenes de 5 a 19 años.
“Lo que de verdad tenemos que hacer es que las niñas y los niños vuelvan a jugar”, explicó la doctora Juana Willumsen, responsable de obesidad infantil y actividad física para niños, en el portal de noticias de Naciones Unidas.
Se trata de reemplazar el tiempo que pasan pasivamente frente a una pantalla por juegos más activos y de asegurarse de que duermen suficientes horas.
La OMS no considera como actividades “pasivas” si el niño está, por ejemplo, imitando los movimientos de baile de un video o hablando con una familiar en otro país por el celular, pues existe una “interacción”.
Sobrepeso
La falta de actividad física es un factor de riesgo que contribuye al sobrepeso. Se sabe que un 23% de los adultos y un 80% de los adolescentes obesos no se mueven lo suficiente, pero no hay datos comparables para niños pequeños. Sin embargo, se sabe que la primera infancia es un periodo “de rápido desarrollo físico y cognitivo”, en el que se adquieren hábitos y rutinas.
"Mejorar la actividad física, reducir el tiempo de sedentarismo y asegurar al niño un sueño de calidad mejoran su salud física y mental, así como su bienestar en general, previenen la obesidad y otras enfermedades más adelante en la vida", explicó una de las responsables de la guía, Fiona Bull.
Según los estudios disponibles, los beneficios de pasar menos tiempo viendo la televisión o jugando videojuegos incluyen la “reducción de adiposidad (grasa), mejor desarrollo motor y cognitivo y salud psicosocial”.
La actividad física debe comenzar en los primeros meses de vida. Pasar 30 minutos al día boca abajo ayuda a los bebés a fortalecer el cuello y la espalda, mejorando sus movimientos y reduciendo las posibilidades de deformaciones en el cráneo. Además, si los bebés pasan al menos cinco horas al día moviéndose libremente, se reduce el tejido adiposo.
Tiempo tranquilo “de calidad”
Además, la OMS distingue entre el tiempo que el niño pasa solo, frente a una pantalla, y el tiempo que pasa haciendo alguna actividad tranquila, pero acompañado de una persona adulta, lo que llaman “tiempo de calidad”. Leer a un niño, contarle cuentos, cantarle o hacer rompecabezas ayuda con su desarrollo intelectual.
“El tiempo sedentario tiene que convertirse en tiempo de calidad. Leer un libro con su hijo, por ejemplo, les puede ayudar a desarrollar sus habilidades de lenguaje”, explica Willumsen. “Un niño al que se le da una tableta para que esté quieto mientras está sentado en el cochecito no está recibiendo lo mismo”, explica.