Ricardo Robins
Mientras el Estado dividió el problema de los incendios en las islas en dos, uno de carácter urgente con la intervención de fuerzas federales para perseguir el fuego y otro a mediano plazo para hacer de esas tierras una zona de reserva o parque regional, un grupo de técnicos locales insiste desde principios de año con un nuevo anteproyecto que califican de superador y que concilia ambos extremos. Pero, si bien fueron ellos quienes diagramaron hace 20 años la idea de la reserva, impulsada en la actualidad por distintos sectores políticos, ahora advierten sin éxito que aquella idea ya no es posible.
“Hablamos con muchos legisladores, pero no tuvimos ninguna respuesta. Se está cometiendo un error”, señalan las integrantes de la Asociación Equística, organización que forma parte de una coalición por el cuidado ambiental del Alto Delta. Desde allí elaboraron un anteproyecto de ley que actualiza aquel de la reserva que “es de 1985 y no responde al escenario actual”. “Lo que corresponde hacer es un área protegida de usos múltiples, es decir no prohibir las acciones del hombre relacionadas a la explotación ganadera o el turismo porque ya es tarde para eso, hay que regularlas”, señala la investigadora Mirtha Fuentes, coordinadora del proyecto y ex titular del Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
“El tema principal es organizar el cuidado del medio ambiente pero teniendo en cuenta la presencia del hombre. Este es un plan actualizado porque la idea de la reserva ahora es imposible”, resume Adriana De Biasi, profesional del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), y miembro del equipo técnico, que entre otros proyectos diseñó el informe para la recuperación y aprovechamiento de las tierras de la laguna de Melincué en 1998.
La carpeta con el anteproyecto que muestran y explican a Rosario3.com ya pasó por las manos de varios legisladores nacionales y grupos políticos locales, “pero como no tuvimos ninguna respuesta ahora salimos a hacerlo público”, cuentan las especialistas en cuidado del medio ambiente. Ellas forman parte de la coalición ambiental que coordina Juan Carlos Bensuley, el autor de la iniciativa para hacer una reserva que impulsan en el Senado de la Nación Roxana Latorre y Carlos Reutemann. “Los políticos toman la idea y después no consultan, esa idea es vieja, ahora hace falta otra cosa”, resume Fuentes, titulada en la Academia Nacional de Ciencias del Ambiente.
Eso mismo le ocurrió a la propuesta original de Bensuley y su equipo (Fuentes y De Biasi, incluidas) de 1985. Primero los diputados radicales Guillermo Aramburu y Ricardo Laferriere presentaron un proyecto similar en 1992, a quienes Bensuley acusó de plagiar su idea. Y después en 2005, cuando ese proyecto perdió estado parlamentario, los senadores Roxana Latorre y Carlos Reutemann volvieron a presentar la iniciativa.
Las paradojas del microclima político hacen que 20 años después, aquel proyecto siga en el centro de la discusión, cuando los propios técnicos que lo diagramaron advierten ahora que no es la mejor alternativa. Y mientras pasean con su nuevo proyecto de área protegida de legislador en legislador, piden no tener que esperar otras dos décadas para ser escuchadas.
"El humo no es el mayor peligro"
Sobre la quema de pastizales en los campos de la isla, Fuentes señala: “Mi abuelo llevaba ganado para que hiberne en las islas, y prender fuego es una vieja costumbre, no se puede ir contra eso así no más. Lo que hace falta es regularlo. Además, se está exagerando con algunas cosas que se están diciendo sobre la contaminación que produce el humo. Es un error teórico grave decir que es peor que el efecto que pueden producir las papeleras. En todo caso, el mayor peligro contra los humedales es la urbanización: Rosario tiene un millón de habitantes pero cuando crezca y pase a tener cuatro o cinco, se puede producir una invasión por la traza del puente. Ese sí es un gran peligro”.
Para entender la lógica de esta protección del medio ambiente que permite usos múltiples, las investigadoras ponen como ejemplo los logros de regulación definidos en Melincué. “Allí se prohibió la caza en época de nidificación de las aves porque es un lugar donde se reproducen muchas especies. Pero ni la caza ni la pesca están totalmente vedadas”, explican.
“Así se deberá avanzar en cada uno de los aspectos para el cuidado de nuestro humedal, que es el pulmón de la región, tanto en la purificación del aire como del agua dulce”, señala De Biasi, quien recuerda que sólo el dos por ciento del agua mundial es potable y asegura que el 50 por ciento de los humedales del mundo ya se han perdido. “El que tenemos aquí en frente es uno de los cinco más importantes del mundo que aún tiene zonas vírgenes”, apunta Fuentes.
Regular, no prohibir
“El hombre también forma parte de la naturaleza, no se puede prohibir la pesca a los isleños, tiene que avanzarse en un uso de las islas con restricciones a las actividades productivas, económicas y turísticas”, apunta Fuentes.
La localización propuesta para el área protegida es en la zona de islas desde Puerto Gaboto hasta Villa Constitución. Y los objetivos son: orientar las actividades agropecuarias, forestales, industriales, comerciales y de servicios; promover la explotación turística pero preservando la biodiversidad; ordenar las zonas urbanizadas, evitar la contaminación del río Paraná y su delta, controlar la erosión y efectos de impacto ambiental provocados por el dragado del río; entre otros puntos.
Para avanzar en ese terreno, dice el documento, se organizará una Unidad de Concertación o Ente de Gestión Regional del área, a nivel nacional y provincial (Región Centro) que se encargue de gestionar el proyecto.